Por un lado, están los tumores y las terapias que los combaten, y por otro están las secuelas patológicas que dejan a su paso, como es el caso del Linfedema.
Hablamos de una afección que cuenta con su propio Día Mundial, hoy, 6 de marzo, y que se celebra a nivel internacional, reivindicando más atención sanitaria, reacción política, protección legal y conciencia social.
Y más siendo una consecuencia directa del cáncer o del tratamiento contra este tumor. Así que sí, aprovechando su efeméride, es hora de responder a las preguntas más comunes sobre esta afección, desde sus causas y orígenes hasta sus manifestaciones y diagnósticos, pasando por los tratamientos y las medidas de prevención.
¿Qué es el linfedema?
Entendido como esa hinchazón causada por la acumulación de líquido linfático en el cuerpo, según la definición especializada, el linfedema aparece cuando los ganglios linfáticos funcionan indebidamente, emulando el drenaje de un lavabo, donde el líquido no puede salir porque el drenaje está tapado.
Cabe aclarar, en este punto, que el líquido linfático forma parte del sistema linfático, justo el encargado de transportar ese líquido y esas células que ayudan a combatir las infecciones en todo el cuerpo.
Así, hablar del linfedema es aludir a hinchazones mal drenadas que o bien pueden producirse rápidamente o bien de manera lenta, a lo largo de varios meses; y que se localizan en brazos y piernas, generalmente, aunque es cierto que también pueden surgir en otras partes del cuerpo.
Es justo señalar, no obstante, que un tumor canceroso puede crecer tanto que hasta llega a obstruir el sistema linfático. Con las mismas, los expertos aseguran que el tratamiento de radiación puede dañar igualmente los vasos linfáticos, provocando así que haya demasiado líquido linfático en los tejidos.
Pero el linfedema también está a un tris de su aparición cuando se opera a una persona para extirparle ese tumor que le está carcomiendo por dentro, de modo que se acaban removiendo los ganglios linfáticos o algunos de los vasos que transportan el líquido linfático, lo que por descontado da paso a una acumulación del líquido, concretamente en los tejidos circundantes.
Esta afección tiene varios métodos de diagnóstico, por cierto; empezando por la linfogammagrafía, prueba en la que se usa material radiactivo para ver si los vasos linfáticos están obstruidos, y continuando con las imágenes por resonancia magnética y las tomografías computarizadas, dicho sea de paso, las cuales pueden tomar imágenes del área hinchada para averiguar si los vasos linfáticos están realmente obstruidos.
En cualquier caso, en toda prueba médica de detección del linfedema no suele faltar el examen de fondo y las preguntas de cuándo se empezó a notar la inflamación por primera vez; como tampoco el hábil y útil truco de medirle al paciente los brazos o las piernas, si la hinchazón se ha presentado en alguno de ellos, a fin de comparar el tamaño de las extremidades, tanto la buena como la enferma, y ver si la articulación afectada supera los 2 cm de anchura, medida que dictamina el tamaño estándar del brazo. De ser así, el linfedema está confirmado.
¿Cuáles son los síntomas del linfedema y qué problemas de salud puede causar?
Detectar esta reacción adversa del cáncer o de sus tratamientos terapéuticos no es complicado. Basta con estar ojo avizor por si aparecen hinchazones en brazos o piernas u otras partes del cuerpo, prominencias leves, al principio, que dan paso a protuberancias más sonoras, después, con el paso del tiempo.
Otros síntomas propios del linfedema es el dolor y/o rigidez en las articulaciones, la pesadez en las extremidades o zonas abultadas, que la piel se vuelva más gruesa o adopte la apariencia de cuero, que la ropa y las joyas aparezcan más apretadas en el área afectada; y, cómo no, el sentir la piel tensa sobre un área del cuerpo en particular, generalmente donde suele aparecer la hinchazón, causando en quien lo sufre una sensación de cosquilleo.
En cuanto a los problemas de salud inherentes a esta afección, los especialistas advierten que el linfedema dispara el riesgo de que la zona hinchada acabe infectándose, debido a que las células que previenen las infecciones, mismamente, no pueden llegar a esa parte concreta del cuerpo.
De igual forma, los especialistas alertan de que el linfedema causa que las heridas sanen con más lentitud, al menos en la parte del cuerpo donde se localiza la hinchazón. La depresión y la molestia son otras secuelas de salud mental que regala esta inflamación linfática, ciertamente, igual que la vergüenza e ira. ¿Lo más recomendable? Acudir a consulta médica para saber las causas precisas de esta hinchazón y, de paso, descartar que no se deba a algo peor, como un coágulo de sangre, de tratamiento inmediato.
Ahora bien, ¿se puede prevenir el linfedema?
A veces sí, afortunadamente; o más bien se puede reducir las probabilidades de acabar desarrollando esta hinchazón linfática, para ser exactos. Por lo que sí, es más que recomendable consultar con el médico o especialista de turno para saber las probabilidades de esta reacción linfática, y hacerlo antes de aceptar la operación anticancerígena o someterse a un tratamiento de radiación contra el cáncer.
De esta forma, aunque el linfedema carece de cura, actualmente, tiene un tratamiento muy concreto cuyo objetivo no es otro que lograr reducir la hinchazón, por un lado, o evitar que empeore, directamente, así como aliviar los síntomas.
En este sentido, el ejercicio figura entre las pautas dictaminadas por los médicos a la hora de intentar disminuir el linfedema, en concreto moviendo el brazo o la pierna hinchada, para así ayudar a drenar el líquido linfático acumulado en la zona.
Inflar una bomba neumática y llevar una manga o una media de compresión también suele prescribirse para estos casos, así como la cirugía, una pérdida de peso en los pacientes con sobrepeso u obesidad, u optar por someterse al terapéutico masaje de drenaje linfático manual.
La clave para manejar el linfedema, en cualquier caso, pasa por prevenir las infecciones, por un lado, y permitir que los líquidos fluyan a través del área hinchada, sin ponerse joyas ni prendas que lo compriman, desde luego.