Las cifras son esas y no hay derecho. La Confederación Estatal de Mayores Activos (CONFEMAC) ha presentado el informe de los datos recogidos en 2022 en el que figuran algo más de setecientas llamadas al teléfono del maltrato a las personas mayores.
Ochocientas víctimas de abusos, personas concienciadas que han llamado alertadas por los medios de comunicación y han denunciado es maltrato. La sensibilización y la prevención de estas situaciones se ha acrecentado sobre todo en la época posterior a la pandemia cuando los mayores han comentado la situación que atraviesan.
Los datos reflejan que el 66% son mujeres, máxime porque son más longevas frente a un 34% de los hombres. Hablamos de maltrato psicológico, económico, por negligencia, por abandono, sexual y físico llegado el caso.
El edadismo, la fobia por el mayor, la sobreprotección, la violación constante de los derechos humanos y las actitudes poco adecuadas hacen que se normalice esa conducta realmente deplorable si hablamos de nuestros padres.
Retener un carné de conducir si se es mayor; controlar el dinero o sacar su dinero del banco sin autorización es algo habitual cuando se llega a cierta edad. La cosificación del mayor llega a un nivel en donde éste no tiene ya las riendas de su vida, máxime si tiene una situación vulnerable o tiene una dependencia o gran discapacidad.
Conflictos entre hermanos antes de que los familiares fallezcan, hurtos en las casas o situaciones incómodas entre personas de la misma familia hacen que se rompa la comunicación y ésta sea imposible. Con la situación actual, estos mayores pueden prolongar su vida cerca de una década y con ella, el maltrato y las vejaciones que van in crescendo. Desde ingresos forzados, abandono en residencias, apoyo nulo, llamadas escasas o falta de comunicación, son los motivos principales cuando los dejan «para ser cuidados».
Otro grupo recogido por Confemac son los hijos que vuelven al hogar por un divorcio con o sin hijos. El riesgo de maltrato sobre todo verbal es muy alto porque se generan situaciones incómodas entre abuelos, hijos y nietos.
En otro orden de cosas, se contempla el otro tipo de maltrato: ese que sigue produciéndose en las compañías de luz, teléfono, gas, bancos, etcétera que ignoran al mayor y lo tratan como si su cognición supusiera un problema y todos fueran tontos. Son ignorados, apartados y sobre todo, de nuevo cosificados: «el abuelo» en tono despectivo, no sabe hacer esto o aquello.
Casi todos estos números obedecen al maltrato dentro del ámbito familiar; estamos hablando del 81% de los casos denunciados y el 19% de las instituciones. Si hablamos de parentesco, el 34% de los familiares, sobre todo hijos, son los primeros en maltratar y el 20% por vecinos o personas no relacionadas con ellos directamente si bien los cuidadores son solo el 7% los que abusan de su situación.
Los datos de maltrato no nos deben dejar indiferentes si hablamos de Comunidades Autónomas. Madrid ha atendido el 24,5% de los casos, seguida de Andalucía (22,2%; Cataluña (11%); Comunidad Valenciana (9%); Canarias (6%); Castilla y León (5,3%); Galicia (4,5%); Castilla La Mancha (4%); País Vasco (3%); Murcia (2,5%); Asturias (2,4%); Aragón (2%); Baleares (1,2%); Extremadura (1,1%) y Cantabria, La Rioja y Navarra, menos del 0.,7%.
La importancia de estar alertas, prevenir estas situaciones en lo posible o denunciar aquellas que se conozcan puede ser un principio para evitar estos abusos en la vejez, dice CONFEMAC. Si desean hacerse «agentes hacia el buen trato hacia las personas mayores» inscríbanse como voluntarios. Por un envejecimiento activo, protegido y sobre todo, solidario.