¿De vacaciones? No os perdáis esta interesante propuesta de actividades vacacionales para hacer este verano, todas muy beneficiosas para niños con discapacidad.

Las actividades vacacionales, otra fórmula para seguir educando al calor del verano

El verano ya está aquí, aunque a veces con tanta lluvia y tanto viento frío en pleno julio ni él mismo se lo crea. Con su llegada también aparcan las vacaciones ante la puerta de casa, y al volante, la reiterada preocupación de todo padre para encontrarle interesantes actividades a su hijo con el que matar el aburrimiento mientras ellos trabajan y, de este modo, hacerle disfrutar de sus vacaciones escolares.

Deportes, bailes, música, teatro, idiomas, ciencia, tecnología, dibujo… La oferta de actividades vacacionales que ofrecer ahora en verano a los niños con discapacidad es prácticamente infinita. Conócelas aquí, primero, y ponlas en práctica con ellos, después. ¡Adelante!

¿Dejarlos libres o llenarlos hasta el tope? ¿Dónde está el equilibrio?

Esta cuestión se resuelve conociendo muy bien al pequeño con discapacidad al que se pretende apuntar. ¿Cuál es el número de actividades vacacionales recomendado por los expertos? Todo depende de su edad, su carácter, su disponibilidad, sus gustos y preferencias, su capacidad de aprendizaje y aptitudes y, cómo no, depende también de sus circunstancias personales y familiares.

Por un lado, los expertos como Stephen Fine, director de investigación de la Asociación de Campamentos de Ontario, recomiendan que dichas actividades vacacionales como los campamentos, ocupen entre 3 y 4 horas diarias, a ser posible; pero por otro lado, coinciden en que estas actividades vacacionales, entendidas como clases complementarias, pueden ser contraproducentes si generan efectos negativos en las rutinas de los pequeños, adversidades que impiden que los beneficios no se lleguen a consolidar.

¿Solución? Conocer bien al niño, sencillamente; escucharle, entenderle, no imponerle nada, y, más importante, no perder de vista su reacción, la recepción con la que acoja la actividad, pues de su reacción se podrá conocer su complacencia, grado de adaptación, progreso y aprendizaje.

¿Cómo elegir la actividad vacacional más adecuada según el tipo o grado de discapacidad?

Ante todo, hay que ser realista. No hay que escoger al tuntún. Más vale elegirlas por lo atrayentes o motivadoras o lúdicas que resulten, incluso por la condición de aprendizaje y refuerzo académico que aporten. Para ello, hay que tener en mente la opinión de profesores, médicos y otros orientadores expertos en terapias, educación especial y psicología.

Es importante conocer y valorar las necesidades y limitaciones del niño, las dificultades que resulten desde su discapacidad física o intelectual o social. Sin ir más lejos, algunos niños con discapacidad pueden ser sensibles a ruidos, olores o luces, mismamente, de modo que habría que apuntarles a actividades vacacionales que estén alejadas de dichas características que, por su dificultad, pueden percibir incluso como “agresiones».

Las actividades vacacionales ¿tienen algún efecto positivo o negativo en los niños con discapacidad?

Para algunos padres, las actividades vacacionales propias de hacer en verano o incluso en cualquier otra etapa de vacaciones escolares representan juego y diversión; para otros, la oportunidad de que no llenen sus horas con el primer contenido trivial de la tele y, en cambio, perfeccionen sus habilidades o aprendan cosas nuevas. Campamentos temáticos, excursiones diarias, escapadas al corazón de la naturaleza…

Tengan el tipo o grado de discapacidad que tengan, las actividades vacacionales pueden llegar a ser unas buenas aliadas para complementar la diversión y educación de los más pequeños con discapacidad. ¿Y por qué? Porque se adaptan a su deficiencia física o psíquica o intelectual o emocional; siempre y cuando se sepa escoger, claro está.

Y es que además de ayudarles a aprovechar fructíferamente su tiempo de ocio, estas actividades vacacionales les ayudan también a generar y fortalecer relaciones sociales, especialmente en esos niños con necesidades especiales que tienen problemas de comunicación; de igual forma, también les ayudan a mejorar su salud física, tan descuidada a veces por tanta tecnología, redes sociales, aplicaciones y dispositivos, como así lo desveló el estudio de Statistics Canadá.

¿Cuáles son los beneficios de las actividades vacacionales en niños con discapacidad?

Al hablar de beneficios, nos referimos a ventajas adquiridas y perfeccionadas como el favorecimiento del autocontrol y la autoestima. Las actividades vacacionales que aquí alistamos facilitan la integración, el desarrollo personal y las relaciones sociales del pequeño con discapacidad; ayudan en su coordinación motriz y postural; trabajan la memoria, la atención y la concentración, mejorando incluso los resultados académicos.

En el terreno de los beneficios del cuerpo, cabe decir que algunas actividades vacacionales físicas mejoran la capacidad pulmonar y cardiovascular, implicando consigo la coordinación, la psicomotricidad, la agilidad o la flexibilidad. No en vano los deportes adaptados contribuyen a mantener la forma física y a prevenir enfermedades asociadas al sedentarismo, como puede ser la obesidad o la diabetes.

De igual forma, las actividades vacacionales también ayudan a canalizar la energía, lo que puede resultar bastante útil, sobre todo en niños hiperactivos.

Poniendo el foco en la lista de los principales beneficios de los campamentos, según la Universidad de Waterloo, en Reino Unido, el niño con discapacidad hallará juego libre y activo, amistades y habilidades sociales, conciencia de su plano físico, valores de liderazgo, se continuará educando e incluso dará de comer a su déficit de naturaleza.

Todos los mencionados beneficios están centrados en las ventajas adquiridas en los campamentos, como ya hemos mencionado, pero son ventajas y beneficios que se pueden extrapolar a cualquier otra actividad vacacional, y sólo hace falta confianza y un periodo de tiempo corto para comprobarlo en carne propia y a título personal.

Por todo ello, aquí os dejamos una lista de actividades de verano para niños con discapacidad de todas las edades, en las que no sólo encontrará entretenimiento y diversión, sino que además se beneficiará de otras aptitudes colaterales como trabajo en equipo, inteligencia emocional, desarrollo de la resiliencia y la confianza, lecciones de vida que van más allá del aula.

Porque los cambios vividos y experimentados durante el crecimiento personal de todo niño siempre forman parte del adulto en el que se convertirá. Algo que nunca se debe dejar de fomentar, incluso con actividades de verano como estas.

Hacer deporte

Ya se practique de forma individual o en equipo, el deporte es una actividad con muchos beneficios físicos para los niños con discapacidad. Natación, baloncesto, artes marciales, fútbol, rugby, tenis, atletismo, ajedrez… hay opciones para todos los gustos y para todas las adaptaciones y necesidades especiales.

Moira MacDougall, directora de estrategias para jóvenes en el YMCA de Toronto, defiende las ventajas de confiar en los compañeros de equipo para completar una actividad como el deporte realizado en grupo. Al respecto, comenta:

«Se forma un vínculo dentro del grupo “y en ese proceso lo que esperas es que el joven aprenda a tener voz en el equipo, o a ser persuasivo».

Musicoterapia

La música es, sin duda alguna, una de las expresiones artísticas más antiguas de la humanidad, de ahí su estrecho vínculo con el lenguaje o la comunicación o cualquier otra actividad fundamental para el ser humano.

Cantar, bailar, tocar un instrumento son actividades vacacionales (y no vacacionales) muy recomendadas por los expertos para los niños con necesidades especiales. ¿Y por qué? Se debe sobre todo a sus beneficios a nivel cognitivo, comunicativo, físico y emocional. La música, en muchas de sus expresiones, se considera bastante beneficiosa para niños y adolescentes con trastornos como autismo o TDA.

Después de todo y tal y como apunta Tom Potter, profesor asociado de la Universidad de Lakehead en Thunder Bay, Ontario, «no solo cuenta el aprendizaje cognitivo, también el aprendizaje emocional». Y es que sí, aprender es más que libros de texto y exámenes; y con la sinfonía, la melodía y las notas musicales, esto se puede constatar.

Mindfulness

Similar a la meditación, esta disciplina permite trabajar y fortalecer la concentración. Se trata por tanto de una práctica que ayuda a regular la atención, a disminuir la ansiedad y a relajarnos, aumentando nuestra sensación de bienestar. Tan efectivos son sus beneficios que algunas personas recurren a la técnica del mindfulness a la hora de estudiar.

Por ello, tanto el mindfulness como el yoga u otra técnica de meditación similar puede llegar a ser muy útil para los niños con discapacidad, al menos en el terreno de aprender a gestionar las emociones, mejorar la respiración y realizar estiramientos. Innovadora y eficaz, le ha sobrado bastante tiempo para demostrar enseguida de qué beneficiosa pasta está hecha.

Teatro y artes visuales

Los beneficios del teatro se entienden al ver que ayuda a vencer el miedo a hablar en público, como mínimo, y que además pone a prueba la capacidad de improvisación de una persona, reforzando de paso su seguridad y autoestima. En este sentido, actividades como las manualidades, el dibujo, la pintura o la cerámica también contribuyen a mejorar la creatividad de los niños con alguna discapacidad.

Juegos de fantasía, cosplay y Minecraft

Los juegos de rol ponen a prueba la imaginación de quien lo practica. Por ello, pueden ser excelentes actividades vacacionales para que los más pequeños se relacionen con otros niños de su edad, chicos con los que intercambiar ideas y hablar de gustos afines.

De hecho, la construcción de mundos de fantasía a través de plataformas y aplicaciones supone una buena alternativa para mejorar su psicomotricidad y su concentración.

La tecnología y la robótica

Disciplinas como la tecnología y la robótica están en auge, viviendo su momento de florecimiento y esplendor con tanto desarrollo científico y tecnológico. Conscientes de ello, cada vez más centros educativos, asociaciones, colegios y ayuntamientos ofrecen actividades vacacionales relacionadas con ellas, ofertas extraescolares con las que despertar al científico o ingeniero que duerme en el interior del niño o joven con discapacidad.

El sabor ventajoso de estos talleres de tecnología y robótica se paladea en el gozo de verlos aprendiendo y pasando un buen rato haciendo algo que les gusta, sin siquiera darse cuenta de que están agudizando su creatividad, y sin aburrirse, además, ante todos los conceptos de lógica, física y matemáticas que están interiorizando, comprendiendo y aprendiendo sin casi pestañear.

Cocina

La gastronomía es una llamada de autosuficiencia y placeres compartidos y dominio a la que cada vez más niños responden con optimismo y entrega, y en ese sentido, los niños con discapacidad no son la excepción. De ahí que no sea casualidad que los talleres de cocina se encuentren entre las actividades vacacionales más innovadoras y, poco a poco, también cada vez más recurrentes de los veranos.

Para entender su triunfo, hay que explicar que cocinar aporta a los niños autoconfianza y sentido de la responsabilidad, al sentirse tan maduros y preparados como los adultos que ven cada día en la cocina de casa frente al fogón, cuchillo y espátula en mano. Así mismo, cocinar también les permite desarrollar su motricidad o aprender las claves para llevar una nutrición equilibrada con una alimentación saludable.

Campamentos

Todo campamento bien formulado y planificado supone una oferta bien suculenta y tentativa para los niños con o sin discapacidad. Aprovechando su tiempo de juego, los campamentos fomentan la creatividad y el compromiso social, ya sean campamentos en ciudades o en la naturaleza, campamentos científicos o físicos o de temática libre.

«Lo que es realmente único es la oportunidad para que los niños exploren actividades creativas sin estar tan dirigidos por los adultos», afirma Michelle Brownrigg, directora ejecutiva de Active Healthy Kids Canada, quien también entiende a los campamentos como una actividad vacacional que aporta mucho juego libre y activo, una diversión en detrimento del juego estructurado, tan actual, y que en cambio apuesta por volver a las raíces del juego intuitivo e imaginativo, que además se adapta a las necesidades de cada niño con discapacidad, así como se acopla a la disponibilidad de cada familia.

«Los niños no van al campamento para ser más conscientes de sí mismos o ser mejores líderes; van porque es divertido. Los resultados positivos son el resultado», matiza Troy Glover, director de la Red de Investigación de Comunidades Saludables de la Universidad de Waterloo, en Reino Unido. «Aprenden que todos tenemos un papel que representar para contribuir a una sociedad mejor».

Porque la educación no descansa

Las habilidades que los niños con discapacidad aprenden y adquieren a través de la práctica de actividades vacacionales son tan importantes como las que aprenden durante el periodo escolar. Son horas de diversión que contribuyen a mejorar su autoestima y confianza, a entenderse con su discapacidad, y a fortalecer sus relaciones sociales.

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