Ana Obregón ha sido mamá

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Querida Anita Obregón:

No hay vida después de haber enterrado a un hijo. Supongo querida, que se te debió partir el alma en dos cuando lejos de curarse, día a día, Aless, se iba yendo. Y sucedió lo inevitable: tu único hijo con 27 años murió sin que la ciencia de los Estados Unidos de América pudieran salvarle. Entretanto han sucedido muchas cosas porque la vida nunca se detiene a pesar del desgarrador dolor. Y nosotros, a los que siempre nos has caído simpática, «Anita Obregón y sus ocurrencias», vemos cómo gracias a una gestación subrogada, —pagada a millón a una chavala joven que mantenido esa niña nueve meses en su vientre—, apareces —porque la vida es así— a las puertas de un hospital, justo el día en que detienen a una mujer normal y corriente de cuarenta años que hizo lo mismo que tú pero que la han pillado en el Hospital de Don Benito-Villanueva de tu querido país.

En España está prohibida esta práctica y vemos como siempre pasa, que quien tiene padrino, se bautiza y quien tiene dinero se lo compra. Que conste que estoy contigo como madre porque tu dolor debía ser y debe ser insoportable pero a tu edad provecta, querida, encargar una niña hace diez meses como poco; planear ser mamá para paliar ese desgarro y dejar en menos de veinte años a esa nena huérfana, sin hermanos, sin familia, no sé si me parece justo. Desde que en 1988 se promulgara la primera Ley española de reproducción asistida, el contrato que regula la subrogación uterina se ha considerado nulo de pleno derecho. Fuera formalizado de forma lucrativa o altruista, ya que en nuestro país la filiación se reconoce a la mujer que da a luz. La actual Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción asistida mantiene esta regulación, sancionando su práctica como infracción muy grave.

Si queremos jugar a las casitas de nuevo, en los orfanatos hay muchos niños de todos los colores que están abandonados a su suerte porque nadie los quiere. Son pobres, negros, chinos, árabes, eslavos, etcétera. Hijos de padres drogadictos a los que la Comunidad de Madrid les ha arrebatado a los infantes; otros que llevan años esperando a ver si alguna persona se fija en ellos. Porque algunos son feos, tienen discapacidad o alguna enfermedad congénita.

Pero ahora estamos hablando de las puntillas, las ranitas rosas y la capotita de la niña más fotografiada del año 23, te lo voy advirtiendo. Porque hay que amortizar lo que nos ha costado el vientre de alquiler y las exclusivas del ¡Hola! que en otro tiempo eran en verano y medio en pelotas, hoy, a los 68 años son con una toquilla haciendo de mamá —otra vez— de una niña preciosa cuya madre también será bonita porque no podemos tener contrahechos en casa.

«Que se mueran los feos», decía una canción de la Guerra.

Así que ya tenemos salseo para esta primavera que nos estaba aburriendo con los chismes de siempre. Si me preguntaras —que no va suceder—, qué me parece, creo que ser madre sucede cuando natura te lo da; no cuando te corresponde ser abuela; es inviable. Dejar a una niña sola en este mundo tan sórdido es de un egoismo tremendo y ya, llegados a este caso, si te pones a adoptar, mantén a varios niños huérfanos, sé su madre y sácalos adelante se llamen como se llamen y vengan de donde vengan. Y ya que la encargues como si fuera una tarta de fresa, mejor me abstengo.

Recuerdo cuando hace veinticinco años, nada más y nada menos, en la UVI de La Paz había niños de presas en las incubadoras que nadie quería porque eran hijos de drogadictas y tenían mono. Al final vi cómo las urnas en donde gritaban como si fueran animalitos abandonados de menos de un kilo, una cinta blanca y roja rezaba, «Propiedad de la Comunidad de Madrid«. Tú te la traes ya cocida de Miami porque en el país de Joe Biden, si lo pagas, lo tienes todo o casi todo. La salud mira, esa no; les ganamos por goleada.

Solo falta ahora la exclusiva del bautizo, la Primera Comunión y cuando la pobre te acompañe al asilo en algunos años. El edadismo no funciona aquí. Se es padre cuando se puede serlo y a punto de entrar en la séptima década de la vida, no se tienen ni fuerzas, ni ganas, ni ilusión. Se está para llevar al nieto al parque, para darle algún capricho y que los padres se lo lleven pronto. Anita, no sé qué decirte. Solo falta que la llames Alejandra y ya tenemos salseo hasta Navidad. Habrá gente que diga que has hecho bien y serás portada en todos los diarios y revistas nacionales pero si lo pensamos de verdad, quitando la pena indescriptible de la que hablamos, es una temeridad traer una niña comprada a este mundo.

Que vaya todo bien, que recuperes la ilusión de vivir y que vivas al menos, treinta años.

Con la venia de la revista Hola, publico tu mirada embelesada. Que seas feliz, tocaya.

Con Dios, de una madre.

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Directora de Prensa Social. Periodista. Doctora en Ciencias de la Comunicación. Máster en Dirección Comercial y Marketing y Gestión de RR.HH.. Profesora Universitaria Ciencias de la Información. Estudios de Psicología y Derecho. Miembro de The Geneva Global Media United Nations, Presidente de DOCE, Miembro del Comité Asesor de la Fundación López-Ibor, Miembro del Comité de Ética Sociosanitarios EULEN, Consultora de Comunicación loquetunoves.com. Autora libros: Actos sociales y familiares, fotografía social. Junio 2012. Coautora: El cerebro religioso con María Inés López-Ibor. Enero 2019.

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