¿Sabe qué es la anosmia y qué síntomas tiene? ¿Podría decir cuál es su causa y qué métodos se pueden adoptar para recuperar el olfato? ¡Abajo le contamos todo!
Hoy es 27 de febrero, Día de Concienciación sobre la Anosmia; y en honor a esta fecha mundial, es hora de visibilizar una enfermedad que, ya aparezca total o parcialmente, condiciona dos de los sentidos más importantes para disfrutar con salud de la comida y su nutrición: el olfato y el gusto.
Pero antes que nada ¿qué es la anosmia?
Entendida a grandes rasgos como la completa pérdida del sentido del olfato, tal y como explican en esta clínica médica, se trata de un trastorno que aparece por una alteración en el recorrido olfativo, siendo una enfermedad por sí misma o el síntoma de otra patología; una con secuencia que, en cualquier paso, equivale a un problema de salud y a una condena a vivir día a día sin olfato.
Hablamos de un trastorno que actualmente carece de tratamiento concreto y específico, aunque varias de sus causas sí se dejan tratar. Un campo patológico en el que los expertos en Otorrinolaringología tienen la última palabra de especialización, dicho sea de paso.
Con todo, es un mal que demanda varias pruebas médicas para su diagnóstico, como un análisis de sangre que detecte posibles deficiencias vitamínicas, pruebas de percepción ante ciertos aromas u olores, resonancias magnéticas o tomografías computarizadas que reconozcan problemas en el cerebro, un estudio de los antecedentes personales y familiares, e incluso someterse a un examen de cabeza, cuello y nariz.
Temporal o crónica, parcial o total. Así es la anosmia, un sinónimo de discapacidad sensorial y de una incapacidad para detectar una amplia variedad de olores, disminuyendo en el proceso la capacidad para percibir los sabores, y dejando como extra una deficiencia del sentido del gusto.
Llamada hiposmia cuando la pérdida del olfato es parcial, y realmente anosmia cuando es completa, la duración de esta enfermedad depende estrictamente de lo que lo haya causado.
Una dolencia que esconde múltiples causas en su origen, ciertamente, desde una obstrucción o inflamación intranasal, que impide que los olores lleguen al área olfatoria, hasta una destrucción de las conexiones centrales del nervio olfatorio, de la trayectoria del neuroepitelio olfatorio, de los bulbos o de los filamentos… etc.
Ensayos más recientes han señalado a la covid-19 como otra causa de la anosmia, por cierto, apuntando que la infección del SARS-CoV-2 abre las puertas a una alucinación olfativa que distorsiona el sentido, e indicando que el 25 por ciento de afectados de long Covid padecen de esta pérdida sensorial, de manera permanente, además.
Cabe preguntarse, de todas formas, cuáles son los síntomas de la anosmia. Y en este sentido, es preciso detallar que la imposibilidad de poder oler es, obviamente, el rasgo más distintivo de esta afección. No obstante, percibir un cambio en la forma en que una persona huele lo que hay a su alcance puede ser otro signo inicial, sobre todo cuando las cosas que le son familiares dejan de emanar olor alguno.
Ahora bien ¿la anosmia se puede prevenir?
Según estos doctores, sí, aunque solo a veces. Así, entre sus medidas de prevención que prescriben para evitar esta característica pérdida de olfato destaca el hidratarse bien y el evitar el contacto con alérgenos, no exponerse durante mucho tiempo a los productos tóxicos o contaminantes, y apostar por el suero antigripal, dado que la gripe es el virus culpable de muchos no, muchísimos casos de anosmia.
Y si bien esta afección no siempre es tratable, especialmente al manifestarse como una deficiencia de la vejez o como un síntoma que sufren las personas cuyo centro nervioso relativo al sistema nasal está afectado, por ejemplo, existen medidas preventivas que pueden paliar esta carencia y, como mínimo, brindarle seguridad al paciente y ayudarle a mantener su calidad de vida y a no ingerir productos caducados.
¿Un ejemplo de ello?
Las alarmas de humo o los detectores de incendios, mismamente, las cuales advierten del peligro recurriendo al sonido. De igual forma, los aerosoles nasales y las inhalaciones de vapor también constituyen un modo de tratamiento contra la anosmia, especialmente cuando esta se debe a infecciones o a una inflamación de los senos paranasales.
Y lo mismo puede decirse de los antibióticos y de la cirugía, por cierto, si bien esta última solo es apta para algunos casos, únicamente, como los pólipos en la nariz o los tumores, extirpados quirúrgicamente o con radioterapia. Son tratamientos que, en cualquier caso y en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera alcanzan a restaurar el sentido del olfato, brindando apenas una recuperación parcial.
Cabe añadir, por último, que la pérdida total del olfato que causa la anosmia suele causar en muchos de sus pacientes una falta de apetito y desganas de comer; inapetencia que, en casos extremos, conduce a una nutrición incompleta, a una pérdida de peso y empujar incluso a la depresión.