¿Quién dijo que los viajes turísticos solo pueden organizarse a playas o senderismos? Este listín de búnkeres de España, los más icónicos, también ofrecen un interesante legado que explorar.
Creados para resguardar a la población de los bombardeos, los búnkeres son vestigios de historia, guerra y tragedia; huellas que actualmente han bajado las armas, afortunadamente, y que languidecen en el recuerdo, pero que se pueden visitar hoy en día, adentrándose en sus fortificaciones de hierro y hormigón, para hacerse una idea de cómo son por dentro estas construcciones de supervivencia erigidas contra los ataques aéreos o de la artillería, .
Pero ¿qué son los búnkeres?
Reservados bajo miras militares, algunos, y utilizados con fines mixtos, otros, este recorrido turístico e histórico por algunos de los búnkeres de España con más pasado y simbolismo le ayudará a ponerse en contexto, y a resolver la pregunta del millón que conflictos bélicos recientes, como el que se está librando entre Rusia y Ucrania, han puesto sobre la mesa, rondando la mente de muchas personas: ¿cuán preparado está el país para proteger a la población y dar refugio subterráneo ante las explosiones?
Oscuros y enclavados en sótanos o subsuelos, herméticos y carentes de ventana u otro orificio que filtre la luz natural, estos escondites artificiales, ubicados en lugares estratégicos y de gran relevancia, vienen a demostrar que España sí cuenta con varias opciones de seguridad en las que resguardarse de la guerra… de tener que enfrentarla. Repartidos por toda la geografía nacional, muchos blanden la bandera del turismo, si bien en todos ellos flota todavía el miedo y la tensión del peligro de ataque, y recuerdan además el sonido de sirenas antiaéreas.
Madrid, capital de estos refugios
Estrenemos la lista con los búnkeres más icónicos de España mencionando el que se encuentra en el Palacio de la Moncloa. Y es que como toda sede gubernamental que se precie, la residencia del presidente del Gobierno cuenta con un refugio habitable en el que morar durante un tiempo indefinido. Hablamos de un subsuelo que ronda los 7.500 metros cuadrados, y que permite evacuar a decenas de cientos de personas a la vez, salvaguardándolas entre sus muros de hierro y hormigón de tres metros de espesor.
Equipado con un cementerio y un quirófano, varios subsuelos y puertas secretas, el búnker presidencial de la Moncloa está diseñado a prueba de bombas nucleares y ataques con armas químicas, por un lado, y dispone además de diversas zonas refrigeradas en las que poder conservar comida y bebida, por otra parte; algo indispensable para la supervivencia a metros bajo tierra.
Con todo, es la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz la que guarda el búnker más grande de todo el país; o más bien su base aérea militar, que cuenta con un búnker de 10.000 metros cuadrados, nada menos, prometiendo dar cabida y refugio a un máximo de 600 personas.
El parque del Capricho, por su parte, conserva en sus lindes por la Alameda de Osuna uno de los búnkeres más inmensos de la capital española; pues cuenta con 2.000 metros cuadrados de extensión, es capaz de resistir bombas de hasta 100 kilos, ni más ni menos, y lleva desde 1937 poniendo 15 metros de distancia y profundidad entre su techo de hormigón y la superficie de la tierra.
Para visitar el siguiente refugio antinuclear no es preciso salir de Madrid. Se llama ‘Blockhaus 13’ y se localiza carretera M-150 adelante, lugar en el que aguarda desde 1938, cuando se erigió su estructura de hormigón, similar por cierto a las construidas durante la I Guerra Mundial; ¿su objetivo? Resguardarse sin embargo de los bombardeos de la Guerra Civil, de 1936 a 1939. Su edificación es, de hecho, la única trinchera de este tipo que aún queda en pie… o casi.
Una huella antinuclear que también se mapea en otras autonomías españolas
Nadie diría que es un refugio de las explosiones antiaéreas, a juzgar por las privilegiadas e impresionantes vistas sobre la Ciudad Condal que ofrece su mirador. Pero el búnker del Carmel de Barcelona sigue siendo eso, en esencia, una edificación erigida en defensa de la salvación de vidas; todo un icono turístico, actualmente, que sin embargo una vez estuvo acondicionado para dar refugio a la población, en tiempos de guerra.
Mucho mejor conservado se mantiene el búnker del Cabo de Gata, en Almería, pese a las varias décadas que ha visto pasar desde su cimentación. Se trata de un refugio que sigue en guardia, preparado ante las adversidades bélicas que pueda pasar, aunque también permite entrar en su interior de visita y hacerse una idea por dentro de lo que supone respirar la hermética atmósfera de un escondite de este calibre.
Una oscura etapa de la historia de la que también nace el búnker de Villar del Río, en Córdoba, más exactamente en 1938. Se trata de un refugio antiaéreo con hasta tres accesos y vuelto a descubrir pocos años atrás, desempolvándolo del olvido; y cuyo interior, de 18 metros de longitud y 1,75 metros de ancho, tiene previsto ampliar su espíritu antibélico. ¿Cómo? Albergando a un centro de interpretación de la Guerra Civil española.
¿Quién dijo que las zonas costeras no son óptimas para brindar salvación?
El Creados para resguardar a la población de los bombardeos, los búnkeres son vestigios de historia, guerra y tragedia; huellas que actualmente han bajado las armas, y que languidecen en el recuerdo; pero que se pueden visitar turísticamente, adentrándose en sus fortificaciones de hierro y hormigó de Altea, en Alicante, es un claro ejemplo de cómo las zonas a ras del mar pueden sacarle partido a su posición estratégica y de vigilancia y a su privilegiada posibilidad de echarle una ojeada a los movimientos del enemigo.
Ubicada bajo la sombra del Mediterráneo, en Cap Negret, lo cierto es que este búnker es uno de los que mejor se conservan en toda España, hoy en día; lo que es decir mucho, por cierto, porque lleva en pie desde que el bando republicano, participante de la Guerra Civil, lo mandó labrar sobre hierro y hormigón.
Lugar imprescindible de visita para cierto tipo de turistas, el búnker de Santa Úrsula, refugiado en el municipio homónimo de Tenerife, justo en la zona de Los Lirios, vio la luz en 1941 por orden de Franco, en previsión de un posible desembarco en dicha isla canaria durante la II Guerra Mundial, de la que España se había autoproclamado neutral años antes (oficialmente).
Declarado BCIL o Bien Cultural de Interés Local, el búnker de Santa Susanna también se refugia a orillas del mar, aunque esta vez desde Barcelona. Se trata de un fuerte de hormigón armado que usa una pila de piedras como su base y sustento, y que fue construido el 6 de octubre de 1938 con el propósito de vigilar dicho territorio durante los años de la Guerra Civil.