Algunos países europeos ya subvencionan y legalizan el servicio de asistencia sexual para personas con discapacidad.
Las relaciones sexuales permiten a dos o más personas dar o recibir placer sexual. Esta actividad primaria, natural y necesaria para el ser humano, produce una gran cantidad de beneficios físicos y psicológicos que se obtienen de ella, convirtiéndola en una práctica que mejora la salud en general. El sexo despierta sensaciones y deseos que son innatos al ser humano y que conforman una vía de comunicación entre hombres y mujeres tanto si mantienen relaciones con personas del mismo sexo o del sexo opuesto.
Las personas con discapacidad, al igual que la mayoría, sienten y tienen interés por el sexo, sea cual sea su incapacidad. Incomprensiblemente en la sociedad, el sexo queda solo reservado a las personas que se encuentren en edad adulta y un estado físico y de salud aceptables como para poder practicarlo. Culturalmente este queda sociablemente vetado para las personas que no entran en esas características; como son las personas mayores, las personas con discapacidad, las personas enfermas, dependientes o las personas menores de edad.
A las personas con discapacidad se les niega su sexualidad. Concretamente, muchas veces son consideradas incapaces de comprender el sexo o de poder ser deseados por alguien, cuando esta cuestión en ellos es una realidad, pero bien es cierto que debe tratarse de manera diferente.
El problema radica en el poder ser deseado sexualmente por otra persona. Son muchas las personas mayores y con discapacidad que desisten pensando que por su edad y condiciones culturalmente la sociedad los rechaza para las prácticas sexuales y piensas que jamás serán deseados por otra persona que ellos vean apetecible para el acto sexual enfatizando por consiguiente una sensación de inutilidad, marginación y tristeza.
Con el paso de los años el tema sexual se ha ido normalizando, ha dejado de ser un tema tabú para la sociedad. La influencia cristiana que promovían la continencia y reducía la práctica sexual al fin de procrear ha perdido fuerza. Cada vez son más los programas de televisión y radio los que desde los años noventa hablan del sexo sin tapujos. La revolución de internet nos ha acercado a la industria de la pornografía de manera gratuita y anónima desde casa, y las redes sociales junto con las aplicaciones de contactos en los teléfonos móviles han propiciado que el acceso al sexo gratuito y sin compromiso sea una realidad especialmente para la gente joven.
En otras palabras, el sexo se ha normalizando tanto socialmente como culturalmente impulsado por la influencia mediática. Precisamente los medios tanto tradicionales como digitales han ayudado bastante a poner cara a los que se dedican a la profesión más antigua del mundo, y es que en los últimos años hemos sido testigos como tanto en televisión como en otras plataformas de internet aparecen personas que se dedican a la prostitución y que se esfuerzan en dignificar su labor.
La prostitución se está mirando con otros ojos por parte de la sociedad, y ayuda bastante el hecho de que en ciertos casos se vea esta cuestión como una necesidad semialtruista para ciertos miembros de la ciudadanía. Hablamos de la asistencia sexual para personas con discapacidad, considerado un servicio necesario en muchos países con un desarrollo moral más avanzando que el nuestro.
Las personas mayores y con discapacidad precisan la asistencia de personas especializadas para actividades necesarias como son el aseo personal, el mantenimiento del hogar o la simple tarea de caminar o alimentarse. Mientras que su rol de seres sexuales desaparece para el resto de la sociedad hasta que aparece un precedente que rompe la regla y los prejuicios del pasado.
Fue el caso de la victoria en un tribunal de una paciente australiana con esclerosis múltiple frente al Servicio Nacional de Seguros para la Discapacidad en la que consiguió la financiación de una terapia sexual valorada en 10.000 dólares anuales.
Dinamarca se une a lista de los países que comienzan a contemplar la prostitución con una mirada inclusiva y es que en este país el sexo es un derecho más al que tienen acceso las personas con discapacidad. En 2005 se aprobó una ley que otorgaba a algunas personas con discapacidad el derecho a hacer uso de un trabajador o trabajadora sexual una vez al mes y sin coste alguno. Una medida que pretende equiparar los derechos entre toda la ciudadanía al facilitar el sexo a las personas.
Los Países Bajos también han iniciado un camino parecido otorgando cierto apoyo económico para satisfacer las necesidades sexuales de los pacientes que lo necesitan.
En el caso español las terapias de asistencia sexual se mantienen en una alegalidad más o menos consentida, y son varias las entidades que ofrecen estos servicios especializados y dirigidos a personas con discapacidad tanto física como psíquica. Planteando unas terapias donde se trabajan para crear una esfera donde haya una compenetración emocional, sentimental y sexual para que no quede todo reducido a la genitalidad.
A continuación proporcionamos los enlaces webs de alguna de estas entidades:
Tandem Team: https://www.tandemteambcn.com/
Asistencia sexual. https://asistenciasexual.org/