Existe la astenia primaveral… pero también la astenia otoñal. Ahora bien, ¿en qué consiste? ¡No se pierda estos consejos para escapar de esta trampa estacional!
Frío, lluvia, sobriedad, oscuridad diurna y cambio de hora. Hablamos del otoño, cómo no, esa estación anual que dura 89 días y 20 horas, más o menos, y que cada amanecer desnuda el perfil del planeta Marte para contemplarlo a placer, mientras infiltra en muchas personas lo que los psicólogos y médicos ya han bautizado como astenia otoñal.
¿Qué es la astenia otoñal?
Entendida como una sensación de cansancio y debilidad que persiste durante un tiempo, la astenia, en general, afecta al rendimiento de las personas, inyectando en ellos una indeseada y no elegida desmotivación física y mental. Considerada por norma general como un síntoma más entre los signos de otra enfermedad, la astenia puede llegar a adquirir condición de patología, patología propia y compleja, y es entonces cuando se habla de astenia primaveral o de astenia otoñal.
Hablar de esta última es aludir a un trastorno que encuentra en la falta de sueño y en el consumo de ciertos medicamentos dos de los grandes factores que favorecen su aparición, aunque es el cambio de estación y de hora lo que más azuza su aguijón.
A la astenia otoñal la acompaña el descenso de las temperaturas, la disminución de horas de luz y, en el mismo paquete, la rutina habitual y la vuelta al trabajo tras las vacaciones de verano; una pequeña pero influyente lluvia de factores que trastocan notablemente el estado de ánimo de una persona. ¿La buena noticia?
Que solo dura días, pese a adoptar la forma de una alteración del biorritmo, ya que es temporal, por lo que suele desaparecer por sí solo… en la mayoría de los casos. ¿Su auténtico origen? La melatonina, simple y llanamente.
Nos referimos a la hormona encargada de regular tanto la temperatura corporal como el ciclo del sueño, esos dos aspectos que, juntos o por separado, determinan que uno esté o no de buen humor. ¿El problema? Que su ritmo de fabricación está muy sujeta a la luz solar, y a su paso condiciona la calidad de vida de quien la padece.
Así, cuantos menos rayos de sol hay, más se esfuerza el organismo en producir melatonina y hacer acopio de su producto glandular; y cuanto más melatonina hay, más se ve anulada la serotonina, la llamada hormona de la felicidad; todo un desequilibrio hormonal que se prolonga mientras perdura este cambio y esta infiltración de la astenia otoñal, suscitando asimismo una sintomatología muy concreta.
Con todo, sería injusto achacarle todas las culpas a esta pugna hormonal. Y es que existen otros ingredientes que favorecen la ebullición de este explosivo cocido de alteraciones internas y glandulares, y esas son las infecciones agudas y las enfermedades de la talla de la anemia, el consumo de ciertos medicamentos y el exceso de actividad, el seguir una dieta inadecuada y hasta padecer de neoplasia o de síndrome de fatiga crónica… y eso por mencionar unos cuantos factores.
Ahora bien, ¿cuáles son los síntomas más comunes de la astenia otoñal?
La esencia de esta afección se puede resumir como una dificultad para adaptarse a la disminución de horas de sol, tan propias del otoño, debiendo lidiar con síntomas como el cansancio y la apatía, la irritabilidad y la desidia.
Tanto el aumento de peso como los trastornos del sueño constituyen las señales más habituales de esta alteración en el biorritmo, igual que el sentimiento de tristeza sin motivo aparente, los cambios de humor inesperados, un inusitado pesimismo, y la falta de interés por esas actividades con las que antes sí se disfrutaba.
Pero la astenia otoñal se puede rehuir, afortunadamente, e incluso se puede aprender a lidiar con ello si ya se padece, con solo poner en acción ciertas medidas preventivas o combativas. En opinión de los expertos, se trata de una lucha que empieza por la dieta, optando por beber mucha agua, principalmente, reduciendo el consumo de cafeína, alcohol, tabaco y demás sustancias similares, igualmente, así como ingerir comidas más ligeras, escogiendo en este punto productos ricos en nutrientes esenciales.
En este sentido, también viene bien realizar ejercicio, aun cuando sea suave y moderado, ya que ello ayuda al organismo a mantenerse activo.
Otro de los trucos que también se suelen aconsejar para lidiar con la astenia otoñal es adelantar la hora de dormir, al menos durante unas semanas, y levantarse más temprano; una línea en la que también se recomienda aprovechar al máximo las horas de luz, salir a la calle, y disfrutar de ellas durante media hora, como mínimo.
Tomarse pequeños descansos de 5 minutos durante la jornada laboral también es muy aconsejable, igual que el dedicar parte del tiempo en hacer cosas de gusto personal, ya sea estar con los amigos o familiares, o hacer algún pasatiempo como leer o bailar o… lo que uno guste. ¿Lo más importante de todo? ¡Intentar ver la vida con positivismo!