Magnífico y singular, el Balneario Termal de Caldes d’Estrac es un manantial mineromedicinal con agua pura y cristalina que sienta bien a jóvenes y mayores.
Si el Balneario Termal de Caldes d’Estrac pudiera hablar, seguro que balbucearía acerca de sus propiedades biológicas, físicas y químicas, pues todo eso es lo que barniza sus muros, personaliza sus servicios y amansa sus toneladas de agua. No en vano estamos ante un monumento que ha presenciado historia y batallas, preservando intacto no obstante su encanto y su enorme potencial curativo y terapéutico.
¿Dónde reside su hechizo?
El Balneario Termal de Caldes d’Estrac se encuentra en la provincia de Barcelona, Cataluña, en el corazón de la localidad costera de Gerona que le da su nombre. Una localidad acunada por la sierra Litoral, rociada de arena, sol, algas y salitre desde cuatro playas diferentes, con unos baños termales que ponen la última gota de agua en la copa alzada del turismo.
No hay presentación más justa para Caldetas o Caldes d’Estrac, a decir verdad, ni unas palabras mejores que honren con la verdad al municipio más pequeño (en cuestión de tamaño) del Mediterráneo español, por no decir de todo el país.
Muchos han sido los catalanes, españoles, europeos y visitantes del mundo entero que han reafirmado su fidelidad y adicción por este pequeño rincón de la Península Ibérica escogiendo de aquí sus segundas residencias.
Y es que, a pesar de su tamaño, o quizá precisamente por ello, Caldetas resulta un lugar ideal para esos días de verano donde sentirse a sus anchas con el paisaje, el calor y los edificios emblemáticos, como el Balneario Termal, santo y seña de Caldes d’Estrac. No en vano a su comunidad no le cuesta abrir los brazos a los visitantes, dejándoles saborear su esencia, ociosa, acogedora y veraniega.
¿Por qué tenemos que visitarlo?
Promesa de salud, seguridad de calor, relajación muscular y garantía de balneoterapia, el Balneario Termal de Caldes d’Estrac gozan de tanto encanto que hasta romanos, musulmanes y cristianos hacían un alto al fuego entre batalla y batalla para escapar al refugio de sus termas y disfrutar de las propiedades de sus aguas. ¿Tal vez las aprovecharon para planear sus estrategias de lucha? ¡Quién sabe!
Lo que está claro, desde luego, es que el arrepentimiento no campa por la mente de los visitantes que se animan a explorarlo. Así que sí, vengan sin miedo a este edificio de planta baja, regado por una fuente escapada de las rocas del Maresme, que a su vez es conducida por un subterráneo de 23 metros. Pierdan de vista al mundo y su trajín remojándose en su jacuzzi; suden las preocupaciones y el estrés en su vaporarium y sauna; y redescubran el optimismo y la felicidad de la vida en su piscina manantial y en su ducha escocesa.
Símbolo de la localidad desde que viera la luz en 1818, lleva asentado en el centro de la población y arrimado al mar desde entonces, beneficiándose de las panorámicas costeras y las vistas de un paseo marítimo lleno de palmeras.
El edificio, de planta baja, se hincha de orgullo ante todos los servicios habituales de balneoterapia y complementarios que es capaz de ofrecer, a pesar de su tamaño reducido. No en vano rebosa «baños de burbujas, duchas a presión, sauna finlandesa, fisioterapia respiratoria, electroterapia y técnicas de rehabilitación y gimnasia», tal y como confirman desde la Oficina de Turismo de Cataluña.
Adentrarse en sus estancias es disfrutar de una piscina mineromedicinal con agua pura y única, una que favorece la antiinflamación y el bienestar más saludable, hidráulicamente hablando.
Y aunque no tenga muchas dependencias que recorrer, sus aguas son de esas que salen expulsadas de 2.800 metros de profundidad, limpias y transparentes, curativas y terapéuticas, que abrazan sin abrasar la piel, cortesía de sus 38°C y de la ventajosa posibilidad de no tener que alterar su composición química para poder beneficiarse de ella.
La oferta de fisioterapia, fangoterapia, parafina, termoterapia y masajes relajantes es el cebo con el que engancha a sus visitantes, que no dudan en querer repetir, especialmente cuando notan el estable reequilibrio de cuerpo y mente y espíritu, y cuando les confirman que sus aguas son tan medicinales, lleno de propiedades, que hacen bien no sólo a la piel, sino también a la respiración y a la digestión (sí, dejan beber un chorro de su fuente).
Única agua en su especie
El Balneario Termal de Caldes d’Estrac puede presumir de ser la única en España que contiene gas radón, tal y como presumen desde su propia página web. «Es un agua indicada para afecciones del aparato locomotor y secuelas de traumatismos osteoarticulares», afirman, buena también para quienes tienen «problemas respiratorios y afecciones reumáticas».
Remodelado por última vez en 1994, sus circuitos termales son
una invitación a dejarse envolver por el sosiego del cuerpo y la paz mental, en una experiencia en la que uno acaba sintiéndose nuevo de paquete. Pequeño en tamaño y grande en encanto, cuenta con piscina incitante, unas aguas termales tan pequeñas como limpias y bien cuidadas, y tiene a su favor la eficacia de un servicio a la altura que encima sabe organizarse, especialmente con las medidas anti-Covid.
Tan escrupulosas son sus normas y prevenciones contra el Coronavirus que la higiene está a la orden del día, mismamente; además, nunca permiten que compartan circuito más de dos parejas a la vez, por lo que no hay problema alguno a la hora de guardar la distancia de seguridad, como tampoco hay riesgo de encontrarse con las aglomeraciones de otros balnearios, más grandes y a veces caóticos.
No, esta vez no vamos a hablar de la accesibilidad de sus habitaciones, ya que el Balneario Termal de Caldes d’Estrac no cuenta con ellas, pero sí podemos deciros que tiene un servicio médico que amén de dar cobertura a cualquier eventualidad, hace un reconocimiento y seguimiento dirigido por un sanitario, una medida que responde a un convenio pactado con el propio IMSERSO.
¿Preparados para ir?