Berta Domínguez se tiró a una piscina sin pensarlo mucho; algo que inevitablemente podríamos hacer todos en determinadas circunstancias en una fiesta de estudiantes. Entre el segundo en el cual decidió sumergirse y el siguiente había un destino marcado para siempre. Su vida.

Se quedó postrada en una cama, tetrapléjica y con todo un mundo por construír. A pesar de ello, terminó la carrera de Medicina y quiso seguir. Su historia de superación no es habitual como tampoco la fuerza con la que se ha reinventado —palabro donde los haya— porque Berta continuó y siguió adelante. Pero esta historia tiene que ver mucho con el siguiente capítulo de su vida; ese que en más ocasiones de las deseadas las personas con discapacidad sufren. Desde la discriminación hasta el vacío, la médico encontró un no por respuesta cuando tras aprobar el MIR fue declarada no apta para su plaza en la especialidad de medicina familiar y comunitaria.

Pero su lucha no terminó ahí: entre las diversas reinvindicaciones solicitó que cambiaran las condiciones del cupo de discapacidad y que informaran de las barreras que podrían encontrar a la hora de prepararse un examen.

La oferta del ministerio ha sido que se conforme con la plaza de medicina preventiva, que es la que ha terminado aceptando pero la pregunta sigue en el aire: ¿están las empresas dispuestas a aceptar a las personas con discapacidad sin fisuras? ¿Cambia de opinión un empresario si el trabajador tiene una discapacidad sobrevenida?

Hemos avanzado en derechos pero las conclusiones siguen siendo las mismas. Si tienes discapacidad el terreno está rugoso; hay pocos o ningún apoyo; hay dificultades, falta de consideración, barreras y discriminación. Nunca jamás, nadie se pone en los zapatos de esa persona porque de hacerlo tendría que entender que vivir, como dice el doctor Mario Alonso Puig, es un asunto urgente. De hoy para mañana la vida puede cambiar y verla a través de la discapacidad no solo es complejo sino que puede llegar a ser inconcebible.

Gracias a los escalones que han ido subiendo las personas con discapacidad año tras año se van ganando en derechos. Me pregunto siempre cuándo se llegará a la meta. Ahí, en ese lugar desconocido e invisible, vamos a llegar todos, lo que pasa es que no lo sabemos.

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