Dolor y hormigueo, debilidad y entumecimiento. La ciática aqueja a todo el nervio ciático, despertando muchos problemas que, empero, se pueden prevenir. ¿Cómo?

Hombres y mujeres, niños y mayores. La ciática es tan dada a presentarse ante cualquier persona, que no repara en edades, sexos y razas. En forma de lesión o presión sobre el nervio ciático, no es una enfermedad por sí sola y, sin embargo, es capaz de limitar muchísimo la movilidad y autonomía de quienes la padecen.

¿Qué es la ciática?

Llamada también radiculopatía entre los médicos y especialistas, hablamos de una dolencia que empieza como lumbalgia, afectando al 80 por ciento de una población que tarde o temprano acaba notando su mordisco en algún momento de la vida, para al final convertirse en ciática en al menos 1 de cada 10 casos.

Según la Sociedad Española de Columna Vertebral y Cirujanos de Columna, se trata de una dolencia que afecta más al hombre activo laboralmente, o al menos así es por norma general. Es más, para Ana María Cerván de la Haba y José Miguel Rodríguez Solera, doctores especialistas del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Quirónsalud Marbella, la ciática no es más que ese dolor que empieza en la zona lumbar, desde donde se irradia hacia una de las dos extremidades inferiores, explicando que:

«El dolor aparece como consecuencia de la compresión de un nervio en la parte correspondiente a los últimos discos vertebrales lumbares que, además, provoca en el paciente hormigueo y quemazón, como consecuencia de la afectación de este nervio. Además del intenso dolor, otro síntoma asociado es la sensación de debilidad y la pérdida de sensibilidad que el paciente puede percibir en su pierna».

Y es que este nervio ciático controla los músculos encajados en la parte posterior de la rodilla, así como en la región inferior de la pierna; es el mismo que se responsabiliza de brindarle sensibilidad a la parte de la región inferior de la pierna, proporcionarle percepción a la parte posterior del muslo, y hacer lo propio con la planta del pie.

Tanto Cerván como Rodríguez Solera aseguran que el origen de la dolorosa ciática responde a múltiples causas, llegando a afirmar que pueden darse bien de manera accidental o bien como consecuencia de un envejecimiento, camuflándose entre los síntomas de un traumatismo, por ejemplo, o tras los signos de la hernia lumbar o la degeneración del disco intervertebral. Esta fuente de padecimiento y malestar es, de hecho, una de las principales causas de absentismo laboral en España, algo que responde a la incapacidad que provocan sus ramalazos de dolor.

«Lo más habitual es tratar los episodios de ciática con tratamiento farmacológico consistente en antiinflamatorios, que se completará con sesiones de fisioterapia», tal y como prescriben ambos especialistas.

¿Cuáles son los signos que alertan de una ciática en desarrollo?

La ciática puede adoptar señales muy dispares, hoy un hormigueo leve, mañana un dolor sordo, y pasado una sensación de ardor. En cualquier caso, existen ciertos signos que alertan sobre una lesión de mayor gravedad a raíz de la ciática, y así lo alertan los especialistas de Quirónsalud.

«Es el caso de dolor intenso persistente que no se atenúa con la medicación; de la debilidad en alto grado en una o en ambas piernas, con progresión ascendente de este síntoma, así como la pérdida del control de los esfínteres, la fiebre, o la rigidez de nuca. Se suele resolver en las primeras 6 semanas sin tratamiento invasivo».

¿Qué ocurre si los síntomas persisten aun después de dicho periodo? Los dos doctores coinciden en que, en tal caso, la persona afectada deberá acudir al especialista para que valore, desde su profesionalidad, la idoneidad de realizar una prueba diagnóstica; una resonancia magnética en la mayoría de las veces. ¿El propósito? Comprobar la existencia de una hernia de disco, ante todo, y medir la idoneidad de someter al paciente a una cirugía específica con la que recuperar finalmente tanto el bienestar de antes como la calidad de vida.

A juzgar por lo que indican ambos facultativos, la repetición de la ciática, que puede abatirse varias veces en algunos pacientes, puede evitarse, sin embargo, si la persona toma conciencia de ciertos hábitos de vida y los adquiere en su día a día. Así, los dos doctores resaltan que es sumamente importante evitar el reposo absoluto durante el episodio de ciática, independientemente de lo que este dure.

«Es decir, es necesario evitar el sobrepeso, erradicar el consumo de tabaco, adquirir una rutina deportiva que combata el sedentarismo, así como adoptar una correcta educación postural, entre otros aspectos». Un cóctel de prevención en el que explican que, «debido al dolor, el paciente tiende a permanecer quieto, evitando movimiento y, sin embargo, mantener una actividad adecuada es influyente en la recuperación. De otro lado, es importante destacar que una buena exploración por parte del especialista va a ser siempre más útil que cualquier imagen diagnóstica».

Por todo ello, ambos especialistas insisten en subrayar que el reposo no es un factor coadyuvante en los episodios de ciática ni siquiera en última instancia, siendo más necesario que nunca que el paciente mantenga una rutina de movimiento suave, contrario a lo que se suele pensar, evitando con ello el reposo absoluto.

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