Cita del día

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«En el telediario, Mark vio en diferido la apertura de las Cortes españolas. Impresionaba aquella cámara magnífica llena de diputados trajeados, que se sentaban erguidos y dignos hasta que un grupo de oficiales rebeldes armados con metralletas irrumpieron y comenzaron a disparar. La Cámara se vació en un instante; el mar de cabezas desapareció de un momento a otro mientras los representantes electos de España se arrojaban al suelo, agazapándose bajo sus escaños. Sólo un hombre no se puso a cubierto: Adolfo Suárez. También él era joven, aunque el locutor lo identificó como el ex primer ministro. Los brazos cruzados y la cabeza alta, Adolfo Suárez permaneció sentado, mirando al frente con expresión ligeramente desdeñosa. Él no estaba dispuesto a agacharse, ¡ni siquiera por su vida! Esta muestra de orgullo y coraje impresionó profundamente a Mark, aliviándolo de su tristeza durante días, mientras se preguntaba si también él habría sido lo suficientemente hombre para no arrastrarse por el suelo» (Stephen Vicinczey, Un millonario inocente).

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