Llamada litiasis por algunos y cálculos en la vesícula o biliares por otros, estos depósitos endurecidos exigen diagnóstico y limpieza a tiempo.

La vesícula biliar es ese órgano pequeño, con forma de pera, situado bajo el hígado y justo a la derecha del abdomen, que acumula el líquido digestivo que los expertos llaman bilis, liberándolo en el intestino delgado, facilitando así la digestión de las grasas y a veces generando ese problema de salud reconocido como cálculos biliares.

¿Qué implica tener cálculos en la vesícula?

Hablar de cálculos biliares o cálculos en la vesícula es aludir a depósitos endurecidos de fluido digestivo que suelen formarse en la vesícula, con tamaños que van de pequeños a grandes, de granos de arena a pelotas de golf; en muchas personas, de hecho, se generan una sola litiasis, mientras que otras desarrollan varias y al mismo tiempo.

Los cálculos en la vesícula no se hacen sentir a través de signos o síntomas; es más, ni siquiera necesitan tratamiento y, de hecho, ni siquiera consiguen un diagnóstico. Ahora bien, quienes sí logran sentir algún síntoma o molestia en la zona, cosa que ocurre cuando el cálculo biliar se aloja en un conducto, por cierto, provocando un importante bloqueo, acaban requiriendo que se les extraiga todo el órgano de la vesícula mediante cirugía.

Llamados también litiasis por los especialistas, por la palabra lithos que en latín tardío significa “piedra”, básicamente, los cálculos en la vesícula tienen una alta tasa de presentación, afectando a más de la cuarta parte de los mayores de 40 años. Son, en suma, masas sólidas de tamaño variable que aparecen frecuentemente en el riñón, la vesícula o en las vías urinarias, aunque lo cierto es que pueden originarse en cualquier parte del cuerpo.

El hecho de que los cálculos en la vesícula sean asintomáticos las más de las veces implica que un gran alto porcentaje de quienes lo han desarrollado ignoran incluso que lo tienen, siendo mucho más frecuente en mujeres de mediana edad, si bien está ampliamente demostrado que puede darse en ambos sexos, sin importar siquiera la edad de los aquejados. Tanto la ecografía como los demás métodos de exploración han aclarado visiblemente este punto, de hecho, detectando cálculos biliares en niños y adolescentes.

Hablamos de una afección que suele rondar al 15 o 25 por ciento de las mujeres adultas, y al 7 o 15 por ciento de los varones; es decir que entre ambos hay una diferencia del doble. Aunque lo que más llama la atención de los cálculos en la vesícula es la alta ignorancia de su incidencia entre los pacientes, ya que, como ya hemos señalado arriba, no da ningún tipo de advertencia, generalmente.

Más expuestos a acabar sufriendo esta dolencia son aquellos con mucho colesterol, o las personas que ingieren un exceso de grasas, ya que el equilibrio de su bilis puede acabar modificándose precisamente por esas condiciones clínicas, induciendo con ese desequilibrio a la formación interna de los cálculos, más exactamente en el metabolismo de las células hepáticas.

Y creando así una acumulación de depósitos, que a su vez se unifican hasta solidificarse en una auténtica piedra en el interior del órgano que le ha dado pie. Por tanto, el cálculo biliar solo necesita de una abundancia extra de sustancias sólidas en la bilis, y de un mal funcionamiento de la vesícula, como una larga retención de la bilis, por ejemplo, para terminar de agruparse, solidificarse y formarse.

¿Cuáles son los factores de riesgo de los cálculos en la vesícula?

Llama la atención que, entre las muchas curiosidades médicas de esta afección, solo las personas y los animales domesticados sean los únicos seres vivos con posibilidad de desarrollar una litiasis.

Una aparición selecta que puede propiciarse por la alimentación, según creencia de los especialistas, aunque también admiten que parece haber una cierta predisposición genética y una exposición extra venida con la edad, habiendo más riesgo cuanto más mayor se es, esencialmente. Solo el dolor y la alteración digestiva denuncian la presencia de cálculos en la vesícula, aunque esto solo ocurre cuando la masa sólida acumulada obstruye algún conducto.

Hablamos de un dolor agudo y abdominal, por cierto, que comienza muy fuerte al principio, aunque luego va remitiendo en episodios de entre 15 minutos y dos horas. Otra manifestación muy vinculada a la litiasis, aunque no exclusivo de esta, es la acidez, la dificultad para tragar y la sensación reiterada de haber tenido una mala digestión.

¿Los cálculos en la vesícula se pueden evitar?

Sí, afortunadamente; no siempre, cierto, pero sí a veces, y para ello es preciso evitar esos factores que favorecen su aparición. Frente a la edad, la predisposición genética y el sexo, factores de riesgo sobre los que no se puede ejercer ningún control, tanto la obesidad como el perder rápidamente de peso constituyen otro plus hacia esta dolencia que, en comparación, sí permiten una intervención a tiempo.

Y es que esas dietas relámpago que inducen a bajar de peso con rapidez provocan muchas causas negativas en el cuerpo, y entre ellos se encuentra el favorecimiento de la aparición de las piedras o cálculos en la vesícula.

En este sentido, las dietas hipocalóricas, esas que pautan ingerir menos de 700 calorías por día, dan más puntos de probabilidad al desarrollo de los cálculos, según demostraciones de diversos estudios; un riesgo que también se encuentra en el hábito de mantener periodos de ayuno de más de ocho horas diarias.

Los cálculos en la vesícula pueden degenerar incluso en problemas tumorales; y si bien esto solo ocurre en algunos casos y no por norma general, es imprescindible acudir a consulta, para que el médico dictamine el diagnóstico correspondiente y prescriba el tratamiento oportuno.

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