Neuronal y cerebrovascular, el ictus es un grave enemigo de la salud, al ser una de las principales causas de discapacidad e invalidez entre los adultos.

¿Sabía que el ictus tiene un gran impacto sociosanitario? Ello responde a que es el problema neurológico grave más frecuente; aunque también se debe a las numerosas secuelas de discapacidad física y cognitiva que deja en quien lo sufre, con síntomas que además van incrementándose con el paso de las horas.

El ictus, esa patología cuyos signos y consecuencias cambian según el lado del cerebro que haya quedado afectado

Segunda causa de mortalidad entre los hombres y primera entre las mujeres, hablamos de una enfermedad que se caracteriza por desarrollarse rápidamente, causando un derrame (ictus hemorrágico) o una brusca interrupción del flujo sanguíneo al cerebro (ictus isquémico), provocando con sus actos el 10 por ciento de la mortalidad total, amén de dejar en pocos minutos una lesión cerebral.

De cualquier manera, el ictus puede regalar una batería de secuelas en las funciones del sistema nervioso central entre sus supervivientes, originando una serie de diversos síntomas que varían del área cerebral que haya quedado afectada, desde inestabilidad y/o una parálisis de la mitad del cuerpo, hasta adormecimiento o confusión repentina o dificultad de visión; pasando por una disminución del nivel de conciencia, problemas para hablar, o la brusca aparición de un dolor de cabeza… entre muchos otros signos.

Consciente de la gran amenaza de salud que supone este ataque cerebrovascular, el sevillano Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Andalucía, ha liderado un nuevo ensayo clínico que pone en evaluación la eficacia de las células madre, más exactamente en su capacidad para evitar secuelas tras un episodio de ictus.

El trabajo que ha sido difundido por la prestigiosa revista científica ‘The Lancet Neurology‘, se basa en los resultados obtenidos en una primera semana, y extraídos de setenta y siete pacientes andaluces que recibieron esta terapia celular. Se trata, en suma, de un estudio que viene a avalar tanto la eficacia como los beneficios de salud que tiene recibir una infusión de células madre después de un ictus, siempre y cuando dicha transfusión celular se lleve a cabo dentro del plazo de la primera semana tras el episodio; y siempre y cuando sea «un ictus discapacitante moderado-grave», según la nota de prensa que el citado centro hospitalario emitió al respecto de este ensayo.

En este sentido, los especialistas involucrados en el estudio detallaron que las células madre que usaron, obtenidas por cierto mediante la extracción de médula ósea o por vía intra-arterial de inyección de las células, introducidas directamente en la arteria cerebral afectada, procedían del propio paciente, por lo que eran autólogas; una variante que se repitió en todos los casos probados, dicho sea de paso.

Este ensayo clínico es el más grande que se ha llevado a cabo a nivel mundial en terapia celular en ictus por vía intra-arterial, al menos de entre todos los realizados hasta el momento, según sus autores. No obstante, también destaca por ser el primero que evalúa dos dosis distintas de células madre. Y es que sus 77 pacientes con ictus recibieron aleatoriamente tratamiento con células madre o tratamiento convencional del ictus.

¿Cuál es la buena noticia?

Que en ninguno de ellos se detectaron efectos adversos graves como consecuencia del tratamiento; toda una cualidad positiva que reafirma la seguridad del ensayo y de las dos pautas terapéuticas que los investigadores pusieron bajo estudio.

A juzgar por lo que el equipo multidisciplinar del ensayo explica en el artículo divulgativo que difunde sus esfuerzos, los primeros resultados del trabajo se obtuvieron a los seis meses de comenzar con el estudio, y en todo ese periodo los investigadores pudieron constatar que había otro 10 por ciento más de pacientes que no padecía ninguna secuela discapacitante, al menos entre el grupo de pacientes tratados con células madre; un dato que especialmente choca de frente con lo obtenido por el grupo control, al que se le administró el tratamiento convencional del ictus.

De igual forma, los investigadores aprovecharon el ensayo para evaluar la discapacidad posterior al accidente cerebrovascular, más exactamente a los tres meses del ictus; una observación en la que encontraron diferencias significativas, por cierto, contrastes que iba de una menor discapacidad y menor déficit neurológico, por ejemplo, siendo esto perceptible en el grupo de pacientes tratados con células mononucleadas de médula ósea.

Sin embargo y por ahora, el grupo de investigadores se halla inmerso en la planificación de la realización de un nuevo ensayo clínico en fase III, con el que esperan poder confirmar estos hallazgos esperanzadores.

Cabe añadir, por último, que en el ensayo participaron cuatro hospitales andaluces en total, cada uno de los cuales es una referencia en el manejo del ictus; y entre ellos figura el Reina Sofía de Córdoba, el Virgen Macarena de Sevilla, el Puerta del Mar de Cádiz… aparte del complejo hospitalario del Virgen del Rocío, como no, que puso al frente a los investigadores de su Laboratorio Neurovascular del Instituto de Biomedicina de Sevilla, el IBiS.

El trabajo, coordinado por el neurólogo Francisco Moniche y entre cuyo equipo de investigación destacaron neurólogos y hematólogos, neurorradiólogos diagnósticos e intervencionistas, fue financiado por el Instituto de Salud Carlos III, la Fundación Mutua Madrileña, y la Red Andaluza de diseño y traslación de Terapias Avanzadas, adscrita a la Consejería de Salud de dicha comunidad autónoma.

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