El hígado es el órgano más grande de todo el cuerpo y el más importante porque ayuda al organismo a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas.
Tener grasa acumulada en el hígado no es bueno, ni siquiera normal; y aunque esta no daña el hígado, tampoco le hace bien, ya que da pie a la aparición y desarrollo de otras enfermedades, donde tanto el dolor de abdomen como el agrandamiento de hígado encabezan los síntomas de esta patología. Existe, no obstante, una dieta buena y sana que ayuda a reducir la grasa del hígado, y es la que abajo le compartimos.
¿Pero qué es el hígado graso?
Hablar del hígado graso es aludir a una enfermedad causada a veces por el consumo de alcohol (en cuyo caso se llama esteatosis hepática alcohólica) y otras por un hígado que tiene grasa, pero, aun así, mantiene poca o nula inflamación en las células vinculadas a dicho órgano. Es por ello por lo que despedirse del alcohol y de las bebidas azucaradas es lo primero que se debe hacer en toda dieta orientada al hígado graso.
Desde el Colegio Americano de Gastroenterología, por ejemplo, indican que «la enfermedad por hígado graso no alcohólico abarca a un grupo de afecciones en las que se presenta excesiva acumulación de grasa dentro del hígado de gente que consume poco o nada de alcohol».
Según cuentan estos profesionales de la dieta, el adelgazamiento y la salud, «la forma más común de esta enfermedad es una afección no grave conocida como hígado graso, en la que se acumula grasa dentro de las células hepáticas».
Tener un hígado graso equivale muchas veces a invocar el desarrollo de su afección más grave, la llamada esteatohepatitis no alcohólica, severa porque puede derivar en fibrosis y cirrosis.
Para entender este riesgo, los facultativos explican que «la cirrosis ocurre cuando el hígado sufre bastantes daños y el tejido fibroso gradualmente reemplaza a las células del hígado, lo que conduce a que el hígado sea incapaz de funcionar adecuadamente», dando pie así a una patología donde el trasplante de hígado puede ser necesario.
¿Cuáles son los síntomas principales de la patología del hígado graso?
El problema principal de esta enfermedad es su dificultad para detectarlo a tiempo, ya que apenas tiene síntomas que adviertan de la condición clínica que se está generando en el interior del hígado. En cualquier caso, las pocas señales que se pueden citar se basan en lo referido por algunos pacientes que la han sufrido o la siguen padeciendo.
¿Como cuáles? Cansancio durante el día, decoloración del cuello o las axilas o de alguna otra zona de la piel, dolor en el centro o en la parte superior derecha del abdomen, o un agrandamiento tal del hígado que incluso se puede percibir al palparlo.
«La enfermedad por hígado graso no alcohólico es parte de un síndrome metabólico caracterizado por diabetes o prediabetes (resistencia a la insulina)», tal y como apuntan desde el Colegio Americano de Gastroenterología, así como por «gordura u obesidad, elevación de los lípidos sanguíneos como el colesterol y los triglicéridos, además de hipertensión».
Es más; los pacientes con hígado graso no deben limitarse a seguir una dieta específica, únicamente; también deben realizar ejercicio físico con asiduidad, evitar tomar medicamentos innecesarios y conseguir bajar de peso, si encima tienen sobrepeso u obesidad.

Entonces, ¿qué alimentos no debe consumir a la hora de poner a dieta al hígado graso?
Según expone el Instituto Americano de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIH, por sus siglas en inglés), señalan que existen ciertos alimentos que no están incluidos en la dieta del hígado graso y en su abanico gastronómico, destacando como mejor alternativa nutricional para este órgano las siguientes pautas alimenticias:
Lo primero es limitar la ingesta de grasas altas en calorías, cerrándole, de paso, las puertas a la obesidad. La siguiente medida a tomar en esta dieta del hígado graso es sustituir a las grasas saturadas y las grasas trans por las grasas insaturadas, véase los ácidos grasos Omega-3.
En este sentido, los especialistas concretaron que esta táctica de aumento de ácidos grasos puede «reducir la probabilidad de una enfermedad cardíaca en las personas que tienen enfermedad del hígado graso no alcohólico».
Otra medida de prevención contra la acumulación de grasas en el hígado pasa por ingerir muchas verduras y comer bastante frutas y cereales integrales; dicho de otra forma, en esta cura de espanto se aconseja aumentar en la dieta la consumición de esos alimentos que poseen un índice glucémico bajo.
Y siguiendo por esta misma línea, las recomendaciones de los dietistas subrayan la apuesta por evitar el arroz, las patatas, el pan blanco y otros alimentos similares con un índice glucémico alto.
De hecho, otro de los productos nada aconsejables en esta dieta del hígado graso son aquellas bebidas y alimentos que rebosan de azúcares simples, ya sean los refrescos azucarados o las bebidas deportivas, el té azucarado o los zumos.
En esta dieta, por supuesto, se debe minimizar al máximo, si es que no abandonar completamente, el consumo del alcohol en cualquiera de sus formatos bebibles, a fin de reducir todo lo posible los daños del hígado.