María Vidal para La Voz de Asturias
5 marzo de 2023
Lleva más de 30 años jubilado, pero no ha frenado la actividad. Acaba de renovar el carné de conducir y hasta hace poco hacía gimnasia y natación a diario, aunque él cree que el secreto para cumplir así de bien es otro.
Dice que nadie le echa la edad que tiene. Y a juzgar por la lucidez y la conversación, me sumo a la lista de los que pierden al intentar adivinarla. Le tengo que preguntar varias veces cuál es el secreto, porque es difícil oírlo hablar y no dudar por un instante de lo que pone en su DNI: «92, a puntito de cumplir los 93, los hago en abril». Se resiste, aunque me lo acabará confesando. Pero lo extraordinario, más allá de sus primaveras, es cómo se conserva. Con una actividad que ya quisieran otros a edades más tempranas.
Desde hace más de diez años, —cree que deben de ser 12—, acude todos los miércoles a sus clases de la UNED Sénior, una iniciativa que acerca la universidad a las personas mayores de zonas rurales y garantiza el acceso a espacios educativos y el aprendizaje a lo largo de la vida. Este programa cuenta con muchos participantes, gente de núcleos de población no muy grandes, muy motivada por aprender, y que en su mayoría tienen una media de edad de 70 años. Dónde quedaron los de José Albino, Pepe, como lo conocen sus compañeros. Pero esto nunca ha sido un impedimento. Para este amante de la música las clases semanales de esta asignatura son un chute de energía y vitalidad. Allí se junta con sus compañeros, tocan instrumentos — él tiene preferencia por los de percusión, en concreto, por el tambor—, y una vez al mes se reúnen con los grupos que lleva el profesor —«es muy bueno», apunta— en otros dos ayuntamientos y «van a tocar para los viejos en los geriátricos de la zona de A Coruña».