Cuatro de cada cinco mujeres presentan miomas uterinos, unos tumores benignos que provocan síntomas pero no duelen.

La calidad de vida de la mujer menstruante se ve afectada cuando presenta miomas sin diagnosticar. La clínica es clara: sangrados abundantes muy líquidos, dolor abdominal, molestias durante las relaciones sexuales o hinchazón. Estos, al margen de estos síntomas afectan también a la hora de tener hijos porque contribuyen a la infertilidad.

Los miomas uterinos son masas anormales que crecen por diversas causas en el útero y algunas veces en el cuello uterino. Al crecer desde la pared muscular del útero hacia dentro como hacia fuera están presentes desde los treinta hasta los cincuenta años de edad.

La patología benigna de los miomas es bastante prevalente en las mujeres si bien hasta un 80% de ellas los tienen a lo largo de su vida. Según su categoría el ginecólogo al hacer una ecografía puede ver si son subserosos, intramurales o submucosos. Casi la mitad son subserosos, un 40% intramurales y un 5 submucosos.

El causante de los miomas aún no se sabe cuál es si bien está relacionado con alteraciones de las hormonas femeninas tanto estrógenos como progesterona.

El tratamiento para eliminarlos empieza con un anticonceptivo hormonal combinado para reducir el sangrado; análogos de la hormona liberadora de gonadotropina; moduladores de la progesterona; embolización de las arterias que van al mioma o HIFU, que los destruye con ultrasonidos. En otras ocasiones se opta por la cirugía para conservar el útero, en otras la radical o bien se elige un tratamiento por radiofrecuencia, dependiendo de múltiples factores: síntomas, edad, crecimiento, etcétera.

En todo caso, las mujeres mayores deben vigilarse una vez que debuta la menopausia al igual que hicieran antes, al menos, una vez al año salvo indicación del ginecólogo que estime otra pauta.

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