Del latín vulgar tripalium, ‘tres palos’ o postes, instrumento de tortura.
La forma primitiva fue trebajar, que luego sufrió asimilación de las vocales, pero con tre- se pronuncia todavía en el Alto Aragón y en catalán y occitano.
(Fuente: Joan Corominas, Diccionario etimológico de la lengua castellana.)