Viajar y hacer turismo es un placer que se adiestra con el tiempo, así como un modo infalible de asomarse personalmente a los lugares sagrados más importantes.
Simbólicos, religiosos y sagrados. Contemplar en persona estos rincones tan emblemáticos y apasionantes es llevarse una experiencia de lo más inolvidable, cumplir con el propósito de viaje soñado y de destino alcanzado de esa secreta lista de deseos.
De Estambul a la India pasando por Santiago de Compostela
Para visitar el primero de estos lugares sagrados e icónicos no hace falta cruzar fronteras, sino desplazarse a la capital coruñesa de Galicia. Y es que la provincia de La Coruña cobija a la llamada más potente de peregrinaje que se realiza hoy en día a nivel mundial, un canto espiritual y turístico al que responden cientos de millones de personas cada año.
Hablamos de la Catedral de Santiago de Compostela, cómo no, de origen medieval y brújula de procesión de espíritus aventureros y almas religiosas. Considerada casi unánimemente como una de las más bellas catedrales de toda España, este monumento fue levantando sus cimientos a lo largo de los tiempos pretéritos del reinado de Alfonso VI de Castilla, allá por el año 1075.
¿Cuál es su mayor atractivo?
El sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor, cómo no, conocido por ser el personaje histórico que más extendió el cristianismo por los cuatro costados de la Península Ibérica.
Pero ahora es hora de dejar a España atrás y trepar norte arriba por el lateral este de Europa, hasta arribar en lo que antaño era Constantinopla. Localizada en Turquía, la ciudad de Estambul es mágica y única, y a ese aura especial contribuye la Iglesia de Santa Sofía, el monumento más espectacular e imponente del arte bizantino, que durante mil años actuó como foco religioso de la rama cristiana de la iglesia ortodoxa.
Primero catedral cristiana, después mezquita musulmana, y actualmente un museo visitable desde 1935, este edificio lleva en pie desde el siglo IV, testigo de la creación y esplendor y caída de reinos e imperios, y mudo espectador del entretejer de la historia.
Visitar su interior es entrar a formar parte de la ilustración que da imagen icónica a las postales turísticas de esta famosa urbe, hacerse una idea real de la cúpula que personaliza su estampa, y sobrecogerse y boquear de admiración ante la gran sala principal que hace de corazón del monumento; un espacio decorado por enormes medallones y mosaicos de gran interés histórico y religioso, por cierto, en el que se podrá ver a la emperatriz Zoe y al emperador Constantino adorando a Cristo.
En este viaje de peregrinación por los lugares sagrados más importantes del mundo hace su propia parada la ciudad india de Varanasi, lejos de tierras gallegas y turcas, cierto, pero abrazada por una urbe con encanto indiscutible, bañada por el río Ganges y bautizada como la ciudad sagrada de la muerte y de la vida.
Catalogada como una de las siete localidades sagradas del hinduismo, según criterios de muchos libros de historia, se trata de un rincón emblemático que se reencarna constantemente a sí mismo, mientras también hace eco religioso del jainismo y del budismo. Ahora bien… ¿qué tiene de particular y de extraordinario? La leyenda espiritual que ofrece, desde luego, un manto devoto y adorador por el que muchos fieles acuden cada año para pasar sus últimos días antes de morir.
Alistada además entre las ciudades más antiguas del mundo y obedeciendo a la tradición hinduista, todo aquel que muere en Varanasi queda liberado del ciclo de las reencarnaciones, por un lado, para al final entrar directamente en el Nirvana.
Lugares sagrados representados en el Vaticano y en el Muro de Lamentaciones de Jerusalén
El vaticano, o más bien su Basílica de San Pedro, es otro de los puntos emblemáticos a señalar en el mapa turístico de la geografía más rompedora de las religiones en general. Inmenso e increíble, se trata de uno de los destinos más imprescindibles del catolicismo, que hace templo a la sombra de Italia, justo en los márgenes de Roma.
Construida entre los siglos XVI y XVII, este monumento hunde sus raíces y cimientos en el sitio donde yace enterrado los restos del apóstol Pedro, o eso se cree, siendo desde su edificación la iglesia más grande del mundo, poseedora además de una de las cúpulas más admiradas en todo el planeta, debido a su sorprendente imagen.
Pero esta Basílica de San Pedro es aún más atractiva por guardar en su interior muchas de las joyas históricas y ciertos secretos de la historia, como el Baldaquino de San Pedro, obra de Lorenzo Bernini y una especie de templete que ya tenía su propia utilidad incluso en la Edad Media; o La Piedad de Miguel Ángel, el grupo escultórico que el artista cinceló con apenas 24 años, plasmando en su representación la imagen de una joven Virgen María sosteniendo entre sus brazos a un Cristo ya fallecido.
Por último, aunque no por ello menos importante, se encuentra Jerusalén y su Muro de las Lamentaciones, un emblema urbano que comparten los grandes templos monoteístas, provenientes de tres de las religiones más rezadas del mundo, el cristianismo, el judaísmo y el islam.
Hablamos de una ciudad llena de monumentos musulmanes, importantes y venerados, pero en la que también pueden visitarse la iglesia más venerada por la cristiandad: El Santo Sepulcro, la cual se yergue en el punto exacto, hecho monolito, donde Cristo fue crucificado, y en cuyo interior se custodia la tumba del propio Jesús.
Pero volviendo al propio Muro de las Lamentaciones, es justo decir que en todo viaje místico por los lugares sagrados más importantes de la sociedad actual no puede faltar una parada bajo esta muralla colosal, ubicada también en la ciudad de Jerusalén, más exactamente en la Explanada de las Mezquitas.
Símbolo por excelencia del espacio más sacro de los judíos, se trata de un Muro que cada año atrae a millones de turistas, que acuden para ver de frente a esta impresionante mole de piedra, eco superviviente del Segundo Templo que se destruyó en el año 70 d.C, y famoso por guardar en su interior el Arca de la Alianza.
Una pared milenaria ante la que es tradición rezar y hacer una oración, dicho sea de paso, así como dejar plegarias y deseos y alabanzas escritas, por cierto, yaciendo dormidas entre sus piedras.
Considerados objetos sagrados, nadie puede destruir estos papeles ni retirarlos de la oquedad donde se han depositado; salvo en un par de ocasiones al año, claro, cuando todos se retiran para enterrarlos en el Monte de los Olivos, otro de los lugares sagrados, debido a su especial carga simbólica.