El cáncer de cuello uterino surge en las células de la parte inferior del útero, la conectada a la vagina. ¿En qué consiste y por qué hoy es su Día Mundial?
Llamado también cáncer de cérvix, el cáncer de cuello uterino se origina en la matriz, el extremo más inferior y angosto del útero, un órgano hueco en forma de pera; y precisamente la parte que conecta el cuerpo en sí del útero, cuna de los meses de desarrollo de un feto, con la vagina, canal principal por el que acaba naciendo el bebé. ¿Pero cómo se origina este cancerígeno? ¿Cómo comienza? ¿Qué lo causa? ¿Cuál es su tiempo de vida estimado y en qué consiste exactamente su tratamiento?
¿Qué es el cáncer de cuello uterino?
Como todo cancerígeno, el cáncer de cuello uterino se forma lentamente a lo largo del tiempo e implica la aparición y el despertar de numerosas células malignas y cancerosas. Pero a diferencia de sus hermanas cancerígenas, esta es una enfermedad que concentra todas sus células replicadas en los tejidos del cuello uterino. De este modo, puede decirse que este cáncer en específico se origina cuando dichas células comienzan a crecer sin control, propagándose por toda la zona de la matriz.

Según consenso de los entendidos en la materia, las cepas del papiloma humano (VPH), una infección de transmisión sexual causado por un virus representa el factor de riesgo principal del cáncer de cuello uterino cuyo diagnóstico, por cierto, requiere el empleo de diferentes pruebas que examinen el estado del cuello uterino.
Sobre el proceso en sí del desarrollo de la enfermedad, cabe aclarar que el sistema inmunitario del cuerpo tiende a evitar que el VPH le cause daños cuando está a su merced de exposición; pero existe un pequeño porcentaje de personas en el que el virus sobrevive durante años, y he ahí cuando se deposita la primera semilla que más tarde se convierte en el maltrecho árbol de las células cancerosas que se apilan en la zona del cuello uterino.
Así, todo comienza cuando las células sanas del cuello uterino desarrollan mutaciones en su ADN, justo en la parte que contiene las instrucciones celulares sobre cómo proceder. Tras ese cambio informativo, las células sanas crecen y multiplican con velocidad y fuera de control, acumulándose en una masa que viene a ser el propio tumor. Después, dichas células cancerosas invaden los tejidos cercanos, desprendiéndose de un tumor para diseminarse en una metástasis que alcanza otras partes del cuerpo.
Existen diagnosticados dos tipos de cáncer de cuello uterino: el adenocarcinoma, que se inicia en las células glandulares que, en forma de columna, recubren el canal cervical; y el carcinoma epidermoide, que comienza en esas delgadas y planas células escamosas que recubren la parte externa del cuello uterino proyectada hacia la vagina, siendo este tipo el que más casos se lleva por mayoría en la detección de los cánceres de cuello uterino.
Son raras las ocasiones en que este tipo de cáncer cervical se presenta en otras células del cuello uterino, a decir verdad, aunque hay veces, incluso, en que ambos tipos de células se implican activamente en la causalidad de esta enfermedad.
¿Cuáles son sus síntomas?
En un estadío temprano de la enfermedad, el cáncer de cuello uterino apuesta por pasar desapercibido y no producir ningún signo que alerte sobre su presencia en el organismo.
Las señales surgen entonces cuando la patología ya ha alcanzado un estado más avanzado, manifestándose en forma de sangrado vaginal tras una relación sexual, algo que se repite entre los periodos de la menstruación e incluso después de haber dejado atrás la menopausia.
Otro síntoma típico del cáncer de cuello uterino es la sensación de dolor en la pelvis, extendiéndose también durante las relaciones sexuales, amén de un flujo vaginal acuoso y con sangre, al que además lo acompaña una abundante cantidad y un olor fétido.
¿Es posible prevenir el cáncer de cuello uterino?
La buena noticia es que sí es posible reducir el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer cervical. ¿Cómo? Haciendo pruebas de prevención y detección, ante todo, pero también recibiendo una vacuna que protege contra la infección por el virus del papiloma humano.
Empero, no es justo decir que el VPH es el único responsable de la aparición del cáncer de cuello uterino, porque, aunque tenga un papel decisivo en la enfermedad, aún hoy sigue habiendo mucha indecisión en las causas esenciales del cáncer cervical.
El virus del papiloma humano es muy común, sin embargo, y buena parte de la gente que lo tiene no suelen desarrollar ningún tipo de cáncer. De ello se deduce, por tanto, que por fuerza debe haber otros factores que determinan el desarrollo o no de la enfermedad, ya sea el entorno o el propio estilo de vida.
En cuanto a las medidas de prevención en sí, mantener relaciones sexuales seguras es una apuesta garantizada para minimizar muchísimo las papeletas de afectación de esta enfermedad, igual que el someterse a pruebas de Papanicolaou de rutina, no fumar, evitar tener un sistema inmunitario debilitado por otra patología sanitaria, o asegurarse de no padecer otras infecciones de transmisión sexual.
Y en cuanto al tratamiento, la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia, la inmunoterapia y la terapia dirigida forman parte de la lista de tratamientos más estandarizados entre las mujeres que sufren este cancerígeno, tal y como informan desde el Instituto Nacional del Cáncer. Otros tratamientos, más novedosos y prometedores, continúan en fase de prueba, ensayo clínico y estudio de investigación, a la caza todavía de la fórmula exacta para mejorar los tratamientos ya existentes o concebir otros aún más originales y efectivos.