Casi todas las células del cuerpo pueden convertirse en un tumor maligno y propagarse a otras zonas; eso ocurre también con el cáncer de ovario.
Este domingo, 8 de mayo, la comunidad internacional rinde tributo a la décima edición del Día Mundial del Cáncer de Ovario, una efeméride que lleva celebrándose desde el 2013 a instancia de las más de 140 asociaciones de pacientes que conforman la Coalición Mundial del Cáncer de Ovario (WOCC, por sus siglas en inglés).
¿Qué es el cáncer de ovario?
Se trata de un tumor que a veces comienza en los ovarios, las glándulas reproductoras que producen los óvulos, y en otras ocasiones se originan en las células del extremo más distante de las trompas de Falopio, el conducto por el que un óvulo se desliza desde el ovario hasta el útero.
De acuerdo con las estimaciones de la SEOM, la Sociedad Española de Oncología Médica, cada año se diagnostican cerca de 295.000 nuevos casos de cáncer de ovario en todo el mundo, de los cuales 140.000 terminan en fallecimiento. Esta alta mortalidad explica y justifica la importancia de informar a la población sobre la existencia, prevalencia y peligros de este tipo de tumor, así como enfatizar su tendencia a propagarse como metástasis a otras zonas del cuerpo y causar la muerte.
Hablamos de una enfermedad que ocupa el séptimo tumor más común entre las mujeres, y que hoy en día tiene una tasa de supervivencia que apenas alcanza los cinco años, con un perfil de afectadas que oscila entre un 30 y un 45 por ciento de sobrevivientes tras el diagnóstico, según cada país.
Es por ello que esta enfermedad está considerada la más letal de entre todos los tumores cancerígenos rastreados hasta la fecha entre la población femenina; debido, fundamentalmente, a su peor lado, es decir, al hecho de que buena parte de quienes la sufren sean diagnosticadas tardíamente, siendo este retraso un suceso muy común en la lucha contra el cáncer de ovario, detectado generalmente cuando el tumor ya se ha expandido; algo que, por descontado, dificulta el tratamiento y la eficacia de auxiliar a sus víctimas.
Por otro lado, si bien todas las mujeres del mundo tienen cierto riesgo de desarrollar cáncer de ovario, este es un tumor que suele pasarse por alto incluso ante el ojo experto, desafortunadamente, siendo además una enfermedad que se aqueja de insuficiente inversión.
Así, la falta de pruebas de detección temprana en el cáncer de ovario explica la incapacidad de actuar a tiempo, médicamente hablando, y el hecho de que sus síntomas tiendan a confundirse y camuflarse entre los de otras enfermedades menos graves no hace sino agravar la situación.
¿Lo positivo? Que cuando se diagnostica a tiempo y el tumor se encuentra localizado en un punto exacto, sin haberse extendido a otras zonas, buena parte de las mujeres superan los cinco años de vida tras la detección precoz de su estadio, como en un 94 por ciento, aproximadamente.
Pero esta detección del cáncer de ovario en fase temprana no suele ser habitual, desafortunadamente, como ya hemos señalado. Se trata de una patología que no se puede prevenir, además, por lo que resulta esencial mantenerse atenta a los cambios del cuerpo, conocer cuáles son los factores de riesgo que fomentan su aparición y, fundamentalmente, consultar regularmente al ginecólogo, evitando así y en la medida de lo posible un diagnóstico tardío.
He ahí el por qué «el cáncer de ovario es una preocupación global», en palabras de la Coalición, «y se necesita hacer mucho más para combatir esta enfermedad en todos los frentes».
¿Cuáles son los síntomas y factores de riesgo más frecuentes de esta patología?
Las señales del cáncer de ovario son bastante inespecíficas, a decir verdad; aunque los especialistas enumeran a la hinchazón abdominal y a la frecuente necesidad de orinar como sus luces de neón más habituales, junto a la sensación de plenitud continua o a la falta de apetito, así como al estreñimiento o a la diarrea.
A veces, incluso, suele confundirse con un simple dolor de estómago o de espalda. Y en ocasiones suele originar signos como el agotamiento extremo, dolor durante las relaciones sexuales, pérdida de peso, problemas estomacales y cambios en el periodo menstrual, ya sea un sangrado irregular o un sangrado más profuso.
El resultado, de todos modos, es que en la mayoría de los casos de cáncer de ovario no existe sospecha de presentación del tumor, pese a que cuando finalmente se presentan y diagnostican el estadio de la enfermedad ya suele ser muy avanzado, conllevando un peor pronóstico para la paciente.
Se dice, por otra parte, que el principal factor de riesgo del cáncer de ovario es la edad, siendo así una enfermedad que se manifiesta por igual entre las mujeres de todas las naciones, ya vivan o no en un país desarrollado.
La mayoría de los cánceres ováricos surgen tras la menopausia, tanto así que la mitad de todos los casos registrados corresponden a mujeres de 63 años o más, siendo muy poco común entre la población femenina menor de 40.
El no haber tenido embarazos y el tener antecedentes familiares de cáncer de ovario o de mama entre la familia directa son otras dos papeletas que aumentan las probabilidades de padecer esta dolencia, igual que el seguir tratamientos de fertilidad durante más de un año, como puede resultar la (estimulación ovárica.
Asimismo, el tener obesidad, e infertilidad, o el haber empezado con la menstruación a una edad temprana suman puntos de invitación indeseada al cáncer de ovario, algo que se extiende al factor del haber tenido una menopausia tardía.
Día Mundial del Cáncer de ovario: una fecha anual de solidaridad internacional
El objetivo de vestirse cada 8 de mayo con los colores de esta enfermedad no es otro que generar solidaridad entre los pacientes, así como entre sus familiares y amigos, reivindicando cual bandera ondeante la importancia de profundizar en los desafíos que plantea la enfermedad.
Crear conciencia social, curiosidad investigadora y fomentar proyectos científicos que arrojen luz sobre esta patología y hagan avanzar la lucha contra sus efectos y consecuencias, es otra meta que persigue esta relevante jornada.