La dieta hiposódica está orientada a evitar el exceso de sal y no provocar hipertensión arterial.
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), La población española ingiere casi diez gramos de sal al día, es decir, el doble de lo recomendado. De ahí la importancia de cambiar o modificar los hábitos alimentarios y apostar por una dieta hiposódica, bastante respaldada por los expertos.
¿Por qué es necesario el sodio o la sal?
Sí, cierto, la sal es indispensable para toda vida humana o, mejor dicho, para toda buena nutrición, por aquello de significar un chute de sodio para el organismo. No obstante, todo exceso perjudica, como siempre, y consumir este producto en demasía puede acarrear consecuencias graves en la salud.
Y es que la sal y el sodio son, ante todo, inyecciones de proteínas que ayudan al organismo a funcionar debidamente, siempre y cuando se consuman en muy pocas cantidades. Según el Ministerio de Sanidad, ambos productos contribuyen en muchos aspectos de la nutrición:
Ayudan a «mantener un control de la cantidad de agua del cuerpo humano», enumeran desde su página oficial, así como a «hidratar el cuerpo, porque introduce agua en el interior de las células». Igualmente, permite «regular los fluidos del cuerpo. Transmitir impulsos nerviosos y, al mismo tiempo, relajar los músculos».
El problema aparece, por tanto, cuando se sobrepasa el consumo de sal recomendado. En esta precaria situación sanitaria, los riñones acaban siendo los primeros y más gravemente afectados, no en vano son los encargados de regular el sodio en la sangre, siempre buscando aprovecharlo de la mejor manera posible para el organismo.
«Un exceso de sal no se puede eliminar por los riñones», advierten los especialistas; «se acumula en nuestra sangre atrayendo el agua, e incrementa el volumen de sangre circulante», subrayan. «Esto provoca que el corazón necesite trabajar más fuerte para mover la sangre y se eleve la presión produciendo hipertensión arterial, entre otros problemas serios», informan.
Porque controlar el consumo de sal implica una mejor nutrición y un bienestar mayor
Sin embargo, existen formas de no despedirse del todo del sabor de este preciado artículo, antigua e histórica moneda de cambio salarial, y al mismo tiempo mantener una dieta hiposódica que beneficie a todos los poros del cuerpo. ¿Cómo?
Siguiendo los consejos de expertos en el tema, ante todo, y confiando en el dictamen de las autoridades sanitarias correspondientes. Así, el Ministerio de Sanidad es el primero en apuntar que «la sal es la mayor fuente de sodio de nuestra dieta, casi el 90 por ciento; pero hay otra pequeña parte de sodio que se ingiere también a través de las comidas, y que se añade a los alimentos en los procesos de fabricación», y he aquí otra razón de peso para mantener un estricto control sobre lo que se come, así como en la composición de sus ingredientes.
«La sal o cloruro sódico (ClNa) está compuesta aproximadamente de un 40 por ciento de sodio y un 60 por ciento de cloro», informan en el portal de Sanidad. Un dato que desde la organización Mundial de la Salud (OMS) corroboran, recomendando además un consumo medio de cinco gramos de sal al día, como máximo.
Cantidad que se convierte en tres gramos diarios en los niños menores de 7 años, cuatro gramos entre aquellos que acumulan entre 7 y 10 años de vida, y en dos gramos de sodio al tratarse de los adultos. Por tanto, la pregunta más obvia a hacerse tras saber estos datos es: ¿se puede llevar un control cuantificado de la sal o sodio ingerido cada día? La respuesta es sí, absolutamente, y hacerlo no entraña ninguna dificultad.
Tanto la OMS como Sanidad lo indican claramente: «para calcular el contenido en sal de un alimento hay que multiplicar por 2,5 los gramos de sodio que indica la etiqueta». El consejo reiterado por ambas entidades empieza por tener estos datos como un propósito alimentario, gastronómico y nutricional.
¿Cómo, exactamente? Pasándose a una dieta variada y equilibrada, a poder ser; dieta hiposódica y caracterizada por su bajo contenido en sal, ante todo.
Consejos expertos para una dieta hiposódica
Hablamos de una opción alimentaria que incluye lavar las legumbres y las conservas vegetales a fondo, antes de pasar a cocinarlas o comerlas; ingerir alimentos frescos con bastante frecuencia, frutas y verduras y productos similares. Y añadir la sal únicamente cuando el plato a consumir ya esté cocinado, no antes.
Asimismo, esta dieta hiposódica recomienda sustituir la sal por otras especias, y hacerlo todas las veces que sea posible, intercambiándola en concreto con artículos que también les den sabor a los platos. En este sentido, las autoridades sanitarias aconsejan pedir la comida sin sal, si uno se encuentra fuera de casa, optando mejor por pedirla aparte, y así controlar mejor la cantidad que se acaba ingiriendo.
En su campaña a favor de la dieta hiposódica, recogida abiertamente en el reconocido ‘Plan Cuídate+’, AESAN, respaldada por Sanidad, vuelca unos cuantos platos que recomienda prioritariamente a la hora de seguir esta opción nutricional. Son recetas que, tal y como presenta la propia entidad de Salud, ayudan a mantener los niveles de sal a raya.
¿Ejemplo de ello? Un plato compuesto de medallón de atún y verduras salteadas, huevos al plato con verduras, o mango con ensalada de langostinos. También vienen bien los espaguetis acompañados de gambas y albahaca, pechugas de pavo rellenas de jamón y espárragos trigueros con mostaza, bacalao con tomate frito casero, e incluso unas albóndigas al curry y un suculento pollo con setas al jerez.