Dolor articular: ¿por qué se genera cuando cambia el tiempo?

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El Día Internacional del Sarcoma se celebra el 13 de julio. Es un tipo de cáncer que que se desarrolla en los huesos y tejidos blandos del organismo.
Dolor articular. Foto: Nattanan Kanchanaprat©

Mayores, gente con molestias en las articulaciones, afectados de fracturas por traumatismo… ¿por qué el clima les supone más dolor articular y empeoramiento?

Muchas son las personas que afrontan más intensidad en la molestia de sus articulaciones cuando cambia el tiempo, ya sea por lluvia o por calor o por una bajada de presión atmosférica. Es un colectivo que convive de continuo con el dolor articular y óseo. ¿Pero cuál es el fundamento científico de esta sintomatología? ¿Realmente puede hablarse de la existencia relacional entre climatología y dolencia en las articulaciones?

Una evidencia que va más allá de la creencia popular

La artralgia es sinónimo de dolor articular, la patología que aparece cuando duelen las articulaciones; incluida dentro de las enfermedades reumáticas, es una dolencia a la que las bajas temperaturas pueden llegar a agravar, cumpliendo además con el perfil de desgaste del aparato locomotor y del tejido conectivo que tanto caracterizan a los males reumáticos.

Sería justo matizar, eso sí, que el frío no es el la única causa desencadenante de la artralgia, y que entre sus principales afectados figuran los recién lesionados físicamente, las personas de edad avanzada, la gente con juanetes y, en suma, quienes sufren dolor articular.

Son pacientes que notan un continuo aguijón de dolor en ciertas partes del cuerpo, rodillas o tobillos o pies e incluso las manos, amén de los aquejados de artrosis de manos o muñeca. Y aunque sigue sin existir una evidencia científica clara que vincule el cambio de temperatura con el dolor articular, no son pocas las teorías que explican esta particular relación de causa y consecuencia entre el frío y la intensidad de las molestias en las articulaciones.

Una de tales teorías afirma que los músculos se contraen ante el embiste del frío como un mecanismo de defensa para mantener la temperatura corporal; una contracción llamada estrés, y que consiguientemente favorece la aparición del dolor articular y la rigidez muscular, siendo que unos músculos ya desgastados sufren todavía más esta brusca contracción.

Se dice, asimismo, que los cambios barométricos que hacen oscilar la presión y temperatura del aire y el agua pueden afectar a las terminaciones nerviosas sensitivas, acentuando de esta forma la sensación de dolor articular; es, de hecho, el llamado barotrauma.

Otra hipótesis culpa directamente al modo en que el frío y los cambios barométricos afectan negativamente a la viscosidad del líquido sinovial, encargado de lubricar la articulación y de actuar a modo de cojín entre los músculos y huesos y tendones que rodean a las articulaciones.

La afirmación de esta última teoría declara que esta viscosidad aumentada implica una mayor rigidez y fricción articular, explicando así el dolor articular que tantos padecen ante los cambios meteorológicos.

Al mal tiempo, buena cara

Se considera meteorosensibles a aquellos individuos que presentan una mayor sensibilidad a los cambios meteorológicos, al menos comparándolos con otros, expresándolo a través de un dolor articular que aparece cuando cambia el tiempo.

Hablamos pues de un síndrome que se define por la afectación física y psicológica de las condiciones climatológicas y estacionales en una persona, presentando éstas distintas patologías asociadas a los cambios del tiempo, las llamadas meteoropatías. Se calcula, de hecho, que el 30 por ciento de la población la padece, manifestándose a través de molestos síntomas como depresión, dolor articular o de cabeza.

Pero es posible contrarrestar en cierta forma los efectos del cambio de temperatura o, como mínimo, reducirlos lo máximo posible. ¿Cómo? Anticipándose al cambio climático, básicamente, de tal modo que el dolor articular asociado a la bajada de temperatura no tenga tanto impacto en el cuerpo.

¿Cómo contrarrestar a la meteorosensibilidad? Pregunta básica de toda persona meteorosensible. ¿La respuesta? Una muy sencilla, empezando por la realización regular de ejercicios suaves de estiramientos representa uno de los consejos básicos que recetan los expertos para ayudar a marcar la diferencia ante esta meteorosensibilidad, de la misma forma en que recomiendan aplicar calor seco de manera local, es decir, directamente en la articulación afectada.

También instan a tomar medicación ante el dolor articular, optando más por analgésicos o antiinflamatorios, y siempre bajo la prescripción médica indicada, por supuesto.

Se trata, en suma, de apostar por actividades terapéuticas que no incrementen el dolor articular.

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