Manifestado como una desagradable sensación o como una experiencia emocional, el dolor neuropático ha ido asentándose aún más en la sociedad en los últimos años.
Para entender primero el alcance de este padecimiento hay que aclarar, primero, que el dolor neuropático es aquel que causa un dolor crónico e intenso, enviado desde el sistema nervioso central o periférico, e incitado por una enfermedad o lesión en forma de trastorno neurológico, en respuesta a que un nervio ha acabado por dañarse.
¿Qué es el dolor neuropático y por qué es importante mantenerse en guardia ante sus señales?
De difícil diagnóstico y tratamiento, y estrechamente vinculado a la disfunción o lesión del sistema nervioso, hablamos de una dolencia que produce más de 400.000 nuevos casos de pacientes al año en España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), afectando en total a entre un 8 y 10 por ciento de la población nacional.
A juzgar por lo que declara Alan Luis Juárez-Belaúnde, doctor coordinador del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la SEN, esta patología es una de las peores dolencias que se puede llegar a sufrir; tanto es así que lo cataloga de «muy severo», un mal que tiende a cronificarse, incitando al sistema nervioso a interpretar como dolorosos ciertos estímulos que en realidad no son tal.
«Estimamos que un 25% de las consultas por dolor en Atención Primaria pueden estar relacionadas con pacientes que padecen dolor neuropático, que es considerado como uno de los peores dolores, tanto por la dificultad de tratamiento como por su enorme complejidad fisiopatológica, como por la intensidad en la que lo experimentan los pacientes».
¿Qué origina el dolor neuropático?
Aún hoy se desconoce cuáles son los mecanismos desencadenantes del dolor neuropático, ciertamente, si bien se sospecha que entre sus causas se encuentran los fármacos y los tóxicos, las infecciones y las alteraciones metabólicas o hereditarias… entre otras; y se sabe a ciencia cierta, que factores como el herpes zóster o la diabetes están muy asociados a su despertar, igual que el ictus, la enfermedad del Párkinson y el cáncer.
En este sentido, no son pocas las voces científicas que aseguran, de hecho, que en su origen también está involucrado el alcoholismo y la autoinmunidad, el influjo de las toxinas y de los desequilibrios nutritivos, los traumatismos neurológicos y esas patologías de la talla de la insuficiencia renal. ¿Y por qué?
Según la opinión clínica, el dolor neuropático se debe a veces a una consecuencia de alguna de estas dolencias en sí, según el consenso especializado en la materia, aunque en otras ocasiones la razón se remonta a haber tenido que someterse a ciertos tratamientos quirúrgicos o médicos.
Así, puede decirse que el dolor neuropático es una constancia leve entre quienes se someten a cirugía general u ortopédica, según sondeos de la SEN, que estima una presencia de hasta el 3 por ciento entre este colectivo; unas cifras que llegan al 50 y al 85 por ciento entre esos pacientes que han afrontado algún tipo de lesión traumática en el nervio periférico y entre quienes han tenido que someterse a una amputación, respectivamente.
A decir verdad, ni las personas con tumor cancerígeno se libran de su aguijón, según la SEN, que estima una prevalencia del 33 por ciento en este grupo de pacientes, sobre todo entre quienes padecen cáncer de mama; una altísima tendencia que se repite entre quienes conviven con dolor lumbar, con lesión en la médula espinal o con esclerosis múltiple, con un 37, un 67 y un 28 por ciento, respectivamente.
Una dolencia cara que no augura nada bueno en el futuro
Con los datos de la SEN por delante, actualmente, el 32 por ciento de la población adulta que reside en España sufre algún tipo de dolor, pese a que solo es un diagnóstico confirmado en el 27 por ciento de dicha población, únicamente, sobre todo entre quienes suman de 45 a 54 años, mostrando una clara preferencia hacia las mujeres, con un 60 por ciento.
«Los diversos mecanismos que pueden estar implicados en el dolor neuropático, y la habitual coincidencia de diversos síntomas y enfermedades en un mismo paciente, hace que el dolor neuropático tenga una enorme complejidad tanto de diagnóstico como de tratamiento», en palabras del doctor Juárez-Belaúnde. «Y esto implica que, con mucha frecuencia, este tipo de dolor ni se diagnostique, ni se trate correctamente, con lo que esto supone en términos de pérdida de calidad de vida y de importantes limitaciones funcionales entre los pacientes».
Así, tanto el dolor en manos y pies como el entumecimiento, el hormigueo y el ardor constituyen los síntomas más frecuentes del dolor neuropático; junto al estreñimiento y al insomnio, la ansiedad y los vómitos, la debilidad y la falta de apetito, las molestias en la boca y la sensación de pinchazos, que a veces pueden adquirir la forma de un dolor agudo.
Según explicó el facultativo de la SEN, «el 65% de los pacientes ha tenido que restringir sus actividades diarias», refiriéndose a los resultados de uno de los últimos estudios realizados en el país; igualmente, un «82% refiere un impacto significativo en su calidad de vida, debido al dolor»; una estadística que, obviamente, también abarca la incidencia del dolor neuropático.
Y es que a pesar de que en los últimos años esta dolencia ha experimentado un gran avance en su tratamiento, son muchos los pacientes que no toleran convivir con su aguijón, habiendo otros que, por distintos factores, incluso acaban perdiendo la adherencia terapéutica, casos en los que el dolor se convierte en un momento refractario a cualquier tipo de tratamiento.
Tanto es así, que entre el 40 y el 60 por ciento de los pacientes actuales logran aliviar adecuadamente su padecimiento al seguir los tratamientos actuales, según estimaciones de la SEN, razón por la que el doctor Juárez-Belaúnde ha subrayado la importancia de investigar nuevos tratamientos eficaces.
Y más cuando ello puede retribuir positivamente en el aumento de la esperanza de vida de ese porciento de la población española que lo sufre; por no hablar de que generar nuevos trabajos también puede favorecer al estudio y comprensión de esas patologías con alta prevalencia y vinculadas al dolor neuropático, al que los pronósticos le auguran un aumento «muy considerable en los próximos años».