¿Sabía que el cáncer de páncreas es uno de los más difíciles de detectar? Y es que solo se hace notar tras haber causado metástasis, justo en su fase avanzada
Mientras el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), o más bien su Grupo de Microambiente y Metástasis, se dedica a poner en marcha un proyecto europeo que detecte a tiempo y diagnostique el cáncer de páncreas a través de un análisis de sangre mínimamente invasivo, otro equipo de investigadores ha descubierto una serie de biomarcadores de lo más prometedores, especialmente para identificar el riesgo precoz de este cancerígeno tan maligno y mortal.
La lucha por combatir al cáncer de páncreas se sigue librando en los laboratorios
Hablamos de una enfermedad cuyo grado de letalidad se mide porque puede propagarse silenciosa y fulminantemente, sin siquiera manifestar síntomas antes de que pueda ser detectado y tratado; muchas veces, de hecho, se acaba descubriendo su presencia de manera casual, casi fortuita, al realizarse una exploración abdominal.
Es por todo ello que resulta clave encontrar formas de prevenir su aparición, desde luego, como igual de importante es dar con nuevos métodos que diagnostiquen la enfermedad en sus etapas más tempranas. Y he ahí donde entra en liza los nuevos datos aportados en el presente estudio, mismamente, cuyos biomarcadores podrían ayudar a determinar las probabilidades de que esos quistes benignos que a veces aparecen en el páncreas se vuelvan cancerosos a la larga.
La investigación en cuestión, perteneciente a la institución Duke Health, en Estados Unidos, y publicada hace unos días en la versión en línea de la especializada revista ‘Science Advances‘, viene a poner el foco de atención en un nuevo conjunto de biomarcadores, recién identificados, que destacan porque podrían ayudar a distinguir si los quistes en el páncreas tienen probabilidades de convertirse en cáncer o, por el contrario, permanecer benignos.
Todo un hallazgo que, en suma, constituye un primer e importante paso hacia un enfoque clínico con el que clasificar las lesiones del páncreas, sobre todo esas lesiones con mayor riesgo de convertirse en cancerosas, tal y como señalaron los investigadores; un dato que, además, podría permitir la extirpación de este tumor antes incluso de que empiece a extenderse, salvando así cientos de millones de vidas.
Es justo decir, por tanto, que enfocar el diagnóstico en estos biomarcadores constituiría un prometedor avance para clasificar las lesiones en el páncreas, siempre y cuando se confirmen los resultados de su estudio, por supuesto; ¿la mayor ventaja? El poder actuar a tiempo de refrenar a esos tumores pancreáticos con mayor riesgo de degenerar en cáncer, desde luego, pudiendo extirparlas antes de que se malignicen, e impidiendo así la vía libre de la enfermedad, cuando se propaga ominosa y tóxicamente por el organismo.
«Incluso cuando el cáncer de páncreas se detecta en su etapa más temprana, casi siempre se han desprendido células por todo el cuerpo y el cáncer regresa», señaló Peter Allen, doctor y autor principal del ensayo, y jefe de la División de Oncología Quirúrgica en el Departamento de Cirugía, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.
Tal es la razón, de hecho, por la que al final optaron por cambiar su enfoque y centrarse en los quistes precancerosos, «conocidos como neoplasias mucinosas papilares intraductales o IPMN», tal y como expuso Allen. Después de todo, y según aclaró este facultativo, «la mayoría de las IPMN nunca progresarán a cáncer de páncreas; pero al distinguir cuáles progresarán, estamos creando una oportunidad para prevenir el desarrollo de una enfermedad incurable».
La importancia de identificar marcadores muy precisos que rastreen el riesgo de cáncer de páncreas
Durante la realización del presente trabajo, los investigadores echaron mano del perfil de ARN espacial digital, una herramienta de biología molecular que les permitió localizar zonas específicas del quiste, clasificándolas en áreas de alto y bajo grado de crecimiento celular anormal, algo que los tradicionales métodos utilizados en esta área, para determinar las características de las IMPMN, eran incapaces de identificar, mucho menos con la precisión que garantiza la nueva técnica de los científicos de Duke.
La cual, por cierto, hasta les permitió escoger grupos individuales de células durante el análisis, lo que al final les dejó identificar gran cantidad de mutaciones genéticas, dicho sea de paso, que además pueden contribuir al desarrollo del cáncer de páncreas, por un lado, actuando al mismo tiempo como un supresor potencial de este mal, por otra parte.
Con las mismas, los investigadores también encontraron marcadores que les permitió discriminar entre las dos principales variantes de IPMN, hallando así diferentes marcadores con las que definir una tercera variante común; la cual, por lo general, conduce a una enfermedad menos agresiva.
«Encontramos marcadores muy distintos para anomalías celulares de alto grado, así como para subtipos de crecimiento lento», tal y como detalló a este respecto Allen
. «Nuestro trabajo ahora se centra en encontrarlo en el líquido del quiste», abundó el experto, añadiendo a renglón siguiente que «si podemos identificar estos marcadores únicos en el líquido del quiste, podría proporcionar la base para una biopsia de proteína que guiaría si debemos extirpar el quiste antes de que el cáncer se desarrolle y se propague».
Y es que a juzgar por lo que explica este científico, las actuales estrategias de diagnóstico del cáncer de páncreas tienen una precisión general que ronda el 60 por ciento; y eso, sí, incluye tanto los análisis clínicos y radiográficos como los endoscópicos, citológicos y de laboratorio.
Después de todo, y tal y como recordó el investigador de Duke, «el cáncer de páncreas va en aumento y, si la trayectoria actual continúa, se convertirá en la segunda causa principal de muerte por cáncer en los próximos años», al menos en Estados Unidos. ¿Lo peor?
Que actualmente se desconocen las causas de esta prevalencia incrementada, pese a que son varios los estudios que sugieren que la inflamación influye en todo ello.
En estos momentos, de hecho, el mismo Allen se encuentra inmerso asimismo en un ensayo clínico paralelo al presente, con la intención de probar si una terapia antiinflamatoria, sin ir más lejos, podría reducir el desarrollo de cáncer, concretamente en pacientes con IPMN.