- JAVIER SÁNCHEZ@javisanchez
- El Mundo, Viernes, 3 febrero 2023
Chiara Mazzel no esquía, no compite, no desciende: Chiara baila. El pasado domingo, en la estación leridana de Espot, se proclamó campeona del supergigante del Mundial FIS de paraesquí, pero ella sólo bailaba. Un baile al ritmo de la música, un baile siguiendo el rastro de la música. Menudo invento, el suyo, menuda innovación.
Chiara Mazzel es invidente. Por un glaucoma infantil diagnosticado demasiado tarde, desde niña fue perdiendo vista hasta que a los 18 años ya casi no veía, si acaso objetos de muy, muy cerca, a menos de 20 centímetros. De Trento, a los pies de los Dolomitas, al norte de Italia, tuvo entonces que dejar su hobby, el esquí, hasta que cinco años después descubrió el paraesquí. «Y di el paso. Parece fácil, pero es muy difícil, lo más difícil de mi carrera. Descubrir que puedes hacer deporte aunque seas ciega, que existe esa posibilidad, cuesta mucho», reconoce Mazzel que en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Beijing 2022 obtuvo un diploma -acabó séptima- y ahora domina el mundo. ¿Cómo ha mejorado tanto? «El tubo», anuncia su guía, Fabrizio Casal y sí, en efecto, «el tubo» ha disparado sus resultados.