¿Qué es el glaucoma? ¿Tiene cura? ¿Cómo se trata? Despejen las incógnitas de una enfermedad del ojo con tendencia a robarle gradual y disimuladamente la visión.
El glaucoma es la segunda causa de ceguera irreversible a nivel mundial después de la diabetes; una enfermedad que no da síntomas y debuta de repente. ¿Por qué? Adéntrense en esta enfermedad ocular que hoy celebra su día más internacional.
¿Qué es el glaucoma?
Es una enfermedad asintomática, capaz de producir una ceguera irreversible y se caracteriza por ser una condición que daña el nervio óptico. Esta condición patológica que abunda en las listas de enfermedades frecuentes que oculistas y oftalmólogos suelen señalar como las más detectadas durante su ejercicio, al vigilar la salud ocular de sus pacientes.
Afecta a los ojos, obviamente, a uno o a los dos, simultánea e indistintamente, y desata un aumento de la presión intraocular denominada (PIO) que al final degenera en una lesión del nervio óptico. Puede decirse que el glaucoma se presenta cuando el humor acuoso, un líquido contenido dentro del ojo, recibe una obstrucción y ya no se drena adecuadamente.
En consecuencia, el ojo empieza a acumular una cantidad de líquido superior al debido; humor acuoso que no desaparece, y que paralelamente va provocando con su incremento una elevación de la tensión intraocular, la cual, por cierto, es independiente a la tensión arterial.
El mayor peligro del glaucoma reside en el daño irreversible que puede causar en el nervio óptico, si no se detecta a tiempo; un camino que al final desemboca en una ceguera que no tiene marcha atrás.
Pero una de las canalladas de esta enfermedad es que no avisa, no tiene síntoma alguno previo. Su única señal es que quien lo padece apenas percibe una disminución de la visión, si bien esto se manifiesta cuando la enfermedad ya ha terminado de degenerar y se encuentra en sus últimas fases.
¿Cómo se diagnostica el glaucoma?
Si tantas y tantas veces esta enfermedad consigue pasar desapercibida… ¿cómo se detecta? Cabe aclarar en este punto que este camuflaje e invisibilidad del glaucoma suele mantenerse en las primeras fases de la enfermedad, únicamente, durante la etapa en que es asintomática, haciéndose notar descaradamente cuando ya ha evolucionado a algo peor, una etapa más grave.
El diagnóstico, entonces, se produce llegado el momento de realizar una graduación de la vista, por ejemplo, recurriendo para ello a la tonometría, la medición de la presión intraocular (PIO).
Por tanto, sí, el diagnóstico precoz es la mejor prevención de la que dispone la sociedad oftalmológica actualmente para combatir al glaucoma, ya que ello permite empezar a tratar la enfermedad, antes incluso de que surjan los síntomas, evitando colateralmente que progrese y degenere.
Según apuntan desde esta enciclopedia médica de los enfermedades y otros síndromes oculares más habituales, el glaucoma afecta a ambos sexos por igual, con una incidencia que va aumentando paulatinamente, conforme se eleva la edad, algo en lo que también coincide el Institut Català de Retina, un centro oftalmológico de Barcelona. De hecho y según el Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA), actualmente el 2 por ciento de las personas de más de 40 años padecen esta enfermedad ocular, índice que se sitúa en un 5 por ciento, al tratarse de personas con 60 años o más. los expertos señalan que los pacientes con glaucoma solo perciben al principio una afectación de su visión lateral o periférica, y eso si es que alcanzan a detectar algo.
También suele ser frecuente que sientan náuseas o vomiten, que noten dolor de cabeza y/o en el ojo. Entre las manifestaciones menos frecuentes destaca la visión de arcoíris, por ejemplo, o miodesopsias, también llamada «visión de moscas volantes», propias del glaucoma de ángulo cerrado.
El hecho de ver moscas volantes no supone tener glaucoma sino ver cuerpos flotantes porque el ojo envejece. En cualquier caso, es una advertencia para acudir a una revisión al oftalmólogo, no al óptico, dado que debe verse el fondo de ojo y se debe dilatar la pupila para observar cualquier cambio estructural.

Para cuando esta dolencia ocular termina de asentarse en el ojo, quien la sufre no tiene más remedio que asistir al oftalmólogo de forma anual o, como máximo, cada dos años, con más razón, si encima tiene 40 años.
¿Es posible frenar el glaucoma?
El diagnóstico temprano del glaucoma por parte de un oftalmólogo supone retrasar su degeneración mediante cirugía, medicamentos e inyecciones, además de alguna intervención con láser. No obstante, una vez diagnosticado tiene mal pronóstico y una evolución fatal.
¿Por qué es importante esta fecha?
Cada 12 de marzo se celebra a nivel internacional el Día Mundial del Glaucoma, tras la iniciación conjunta, hace exactamente 10 años, que tuvieron la Asociación Mundial de Pacientes con Glaucoma y la Asociación Mundial del Glaucoma. Una fecha que sigue la misma línea de concienciación social de todos los días internacionales, por supuesto, haciendo énfasis esta vez en la importancia de las revisiones oftalmológicas, así como en la relevancia del diagnóstico precoz de esta patología.
No en vano, la campaña de prevención de los oftalmólogos afirma que el glaucoma es la segunda causa común de ceguera en todo el mundo, con 4,5 millones de afectados a nivel global; cifras que han ido aumentando en estos últimos años y que en el futuro aún continuarán in crescendo.
¿A qué es debido?
Debido sobre todo a la falta de revisiones anuales a partir de los 35 años, la enfermedad puede evolucionar sin que se haya diagnosticado. El 90 por ciento de la ceguera que causa el glaucoma podría evitarse únicamente mediante la detección temprana y el tratamiento adecuado.
Así, el propósito de este Día Mundial del Glaucoma no es otro que llamar la atención sobre este grupo de enfermedades oculares progresivas, incidiendo en la importancia de su detección temprana, por un lado, y en la necesidad de seguir las recomendaciones de los especialistas oculares, cumpliendo a rajatabla con el seguimiento prescrito, a fin de prevenir la aparición futura de esta enfermedad.