La Tarjeta Europea de Discapacidad facilitará la libre circulación de personas con discapacidad en la UE. Con ella, el estatus de discapacidad reconocido en un país de la UE deberá ser admitido en otros, dando a la persona titular acceso a condiciones preferenciales para algunos servicios en toda la Unión.
En febrero de 2016 se puso en marcha una versión piloto de la tarjeta en ocho países de la UE: Bélgica, Chipre, Estonia, Finlandia, Italia, Malta, Rumanía y Eslovenia. Durante el período 2019-2020, la Comisión Europea evaluó el proyecto piloto y confirmó el valor añadido de la UE de la tarjeta: permite el reconocimiento mutuo de la condición de discapacidad en todos los Estados miembro.
“La Estrategia sobre los derechos de las personas con discapacidad 2021-2030 impulsa ahora esta iniciativa” añade Ostolaza, directora de Gabinete de la Sailburu Nerea Melgosa.
«Antes de que finalice 2023, la Comisión propondrá la definitiva creación de la Tarjeta Europea de Discapacidad, con vistas a que sea reconocida en todos los Estados miembro. Se basará en la experiencia adquirida con el proyecto piloto que cubre la cultura, el ocio, el deporte y el transporte y aplicarse a una gama más amplia de servicios”.
“Al igual que otras instituciones y organizaciones, desde el Gobierno Vasco hemos trasladado en la consulta diversas aportaciones que debieran tenerse en consideración. Sobre todo, que la nueva Tarjeta Europea de Discapacidad debe estar basada en una legislación vinculante, mediante un Reglamento, siendo el instrumento más adecuado para evitar diferencias en la implementación a nivel estatal. La Tarjeta deberá contar con un soporte informativo claro y accesible y contendrá, voluntariamente, datos de carácter abierto con garantía de respeto y protección de datos” comenta Noemí Ostolaza.
Asimismo, el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco ha propuesto a Bruselas que “la Tarjeta Europea de Discapacidad ha de suponer, para las personas con discapacidades invisibles, una herramienta para facilitar el acceso a los servicios sin revelar los detalles de su discapacidad.
A este respecto, tendrá una función esencial, junto a la Tarjeta Sanitaria Europea, dentro del sistema médico, para informar al hospital o centro: por ejemplo, la notificación de una discapacidad intelectual que no esté relacionada con el aspecto médico. La misma puede ser utilizada para solicitar soporte y servicios adicionales”.