Frecuente y sintomático y con su propio diagnóstico y tratamiento médico, el insomnio tiende a regalar varias consecuencias negativas a quienes lo padecen.
Entendido como ese trastorno que dificulta el conciliar el sueño, da problemas para mantenerse dormido u obstaculiza el poder tener un descanso reparador y de buena calidad, el insomnio se ha revelado como un factor de riesgo que aumenta las posibilidades de acabar sufriendo un infarto de miocardio, especialmente si se trata de mujeres.
Tal es la premisa de Yomna E. Dean, estudiante de Medicina de la Universidad de Alejandría, en Egipto, quien publicó su trabajo en la versión en línea de la revista ‘Clinical Cardiology’, presentándola además en el Congreso Mundial de Cardiología, durante la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología (ACC, por sus siglas en inglés).
Porque el insomnio sí es un problema de salud, realmente
Después de ver cómo el dormir bien ayuda a perder peso y a alargar la esperanza de vida en una persona, toca tratar las secuelas de la otra cara de la moneda: el desvelo. En esta ocasión, hablamos de un estudio que, si bien no es el primero que relaciona el insomnio con las enfermedades cardiovasculares, asociándolas también con las patologías metabólicas, se presenta como el más amplio de entre todos los realizado hasta la fecha, o al menos así lo destacan sus desarrolladores científicos.
Entre los datos del trabajo, basado por cierto en el seguimiento de varios grupos de pacientes durante nueve años, se recoge que los participantes que presentaban un cuadro de insomnio tenían un 69 por ciento más de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio, frente a quienes no padecieron este trastorno del sueño.
Es más; tras analizar la duración del sueño y marcarlo como medida objetiva del insomnio, Yomna E. Dean y su equipo descubrieron que los voluntarios que en la noche dormían cinco horas o menos presentaban el mayor riesgo de sufrir un infarto de miocardio; una papeleta que en el caso de las personas con hipertensión o colesterol, mismamente, aumentaba perceptiblemente, duplicándose incluso en el caso de la diabetes, debido a que el problema de la insulina se sumaba a este trastorno del sueño.
«El insomnio es el trastorno del sueño más común, pero en muchos sentidos ya no es sólo una enfermedad, sino más bien una opción de vida», en palabras de Dean, autora principal del ensayo, quien lamentó que “simplemente no priorizamos el sueño tanto como deberíamos».
Según defiende esta facultativa, el presente estudio “demostró que las personas con insomnio tienen más probabilidades de sufrir un infarto, independientemente de la edad», matizando que tales infartos “se producían con más frecuencia en las mujeres con insomnio». Y justo por esta razón, tanto ella como su grupo de científicos tienen la esperanza de que su trabajo ayude a llamar la atención sobre la nociva influencia de los trastornos del sueño en la salud cardiaca.
«Según los datos que hemos reunido, el insomnio debería considerarse un factor de riesgo de infarto de miocardio», tal y como incidió Dean, indicando a renglón siguiente el deber y la conveniencia de “educar mejor a la población sobre lo peligrosa que puede ser la falta de sueño».
Cuando la falta de sueño le cobra al organismo mucho bienestar y aún más tasas de fortaleza
Durante la elaboración del ensayo, los investigadores realizaron una revisión sistemática de la bibliografía con la misma temática, lo que les llevó a analizar 1.226 estudios en total, pero a seleccionar únicamente nueve al final, procedentes de Alemania y China y Estados Unidos, Noruega y Taiwán y Reino Unido.
De esta manera, el grupo de científicos evaluó los datos pertenecientes a 1.184.256 adultos en total, 43 por ciento de los cuales eran mujeres y tenían una edad media de 52 años; siendo que 153.881 de ellos, es decir, el 13 por ciento, padecía insomnio. Asimismo, cabe añadir que 2.406 de los participantes con insomnio sufrieron infartos, tasa que en el grupo sin insomnio ascendió a 12.398.
A este trastorno del sueño lo definieron según los códigos de diagnóstico de la CIE, pero también lo dieron por diagnosticado si alguno de los participantes presentaba una dificultad para conciliar el sueño, un problema para permanecer dormido o despertarse pronto, o si se despertaba pronto y luego no podía volver a dormirse; vamos, justo los tres síntomas que más caracterizan al insomnio.
De igual forma, los científicos involucrados en el ensayo observaron una asociación estadísticamente significativa entre el insomnio y el infarto de miocardio, a partir de los datos agrupados y tras controlar otros factores que podrían aumentar la probabilidad de sufrir un infarto, desde el sexo y la edad, hasta el tabaquismo y las comorbilidades; en cualquier forma, la asociación entre el infarto de miocardio y este trastorno del sueño siguió siendo significativa, incluso en todos los subgrupos de pacientes.
«No es sorprendente que las personas con insomnio que también tenían hipertensión, colesterol o diabetes tuvieran un riesgo aún mayor de sufrir un infarto que las que no lo tenían», razonó Dean, añadiendo que «las personas con diabetes que también padecían insomnio tenían el doble de probabilidades de sufrir un infarto». De hecho y según explicó esta investigadora, quienes declararon dormir por la noche cinco horas o menos tenían 1,38 y 1,56 veces más probabilidades de acabar pasando por un infarto, al menos en comparación con quienes aseguraron que dormían entre seis y siete u ocho horas cada noche, respectivamente.
¿La buena noticia? Que las personas que no lograban despertarse sin falta de sueño pero tampoco sin una sensación de descanso no corrían un riesgo mayor de sufrir un infarto, o eso sugería el sueño no reparador y la disfunción diurna que también analizaron los autores, los cuales no se asociaron con el infarto.
Por todo esto y a la vista de los resultados, para Dean es importante que las personas empiecen a dar prioridad al sueño, a fin de que logren dormir entre siete y ocho horas de calidad cada noche, como mínimo.
«Practique una buena higiene del sueño», recomienda esta experta; «la habitación debe ser oscura, silenciosa y fresca», aconsejó, puntualizando eso sí que también es importante guardar “los dispositivos», por un lado, y hacer “algo que te tranquilice para relajarte», por otra parte. ¿Su dictamen final?
«Y si has probado todas estas cosas y sigues sin poder dormir o duermes menos de cinco horas, habla con tu médico».