*Miguel Díez R. para Prensa Social
Ninguna técnica posee un vocabulario tan humano, tan tradicional y tan noble como la de navegar» (Gregorio Marañón).
«El mar es un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar» (Jorge Luis Borges).
Me es imposible abordar un tema tan insondable como el indicado en este epígrafe. En Google todo lector interesado tiene suficientes respuestas para satisfacer su curiosidad. Me limitaré a una pequeña muestra, sin entrar en el vocabulario marino, que forma el solo un amplio diccionario.
A lo largo de los siglos, expresiones que originalmente eran usadas en el ámbito marino, han sido adoptadas para describir acciones cotidianas. En palabras de Daniel Sarasola:
Desde que Homero contó las andanzas y desventuras de Ulises, el hombre occidental conoce dos expresivas metáforas sobre la vida del hombre y su destino: el viaje y el mar, ese espacio mágico donde todo puede ocurrir. Ambas pertenecen al mundo imaginario de la navegación.
Expresiones como soltar amarras, echar el ancla o irse a pique se utilizan en la literatura, pero, sobre todo, también en el lenguaje cotidiano para referirnos a nuestros triunfos y a nuestros fracasos, momentos especialmente clave de nuestra vida. Somos presa de las olas del destino, nos dejamos llevar por la corriente cuando no queremos esforzarnos por controlar nuestra existencia, sufrimos naufragios estrepitosos y volvemos a salir a flote para seguir luchando, arrojamos planes por la borda o nos quedamos varados.
Encallamos en los escollos que deberíamos evitar, la vida es una odisea. Cualquier viaje proporciona conocimiento sobre el mundo exterior y también sobre el mundo interior personal y sobre los demás.
A estas expresiones citadas podríamos añadir una lista casi interminable como:
A la deriva. Tirar por la borda. A toda vela. Viento en popa. Mar de fondo. Aviso a navegantes. Irse a pique. Echar a pique. Echar un cable. Estar boyante. Coger el timón. Capear el temporal. Corren malos vientos. Contra viento y marea. Hasta donde el viento nos lleve…
En El Quijote se encuentran expresiones inolvidables sobre los asuntos más importantes de la vida humana y en la mayoría de los casos encarnadas en una amplísima panoplia de refranes. Pues bien, el mismo Caballero Andante nos dice: “no hay refrán que no sea verdadero”, y nos lo define: «Los refranes son sentencias breves sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios».
Algunos refranes sobre el mar:
A barco desesperado, Dios le encuentra puerto. El que no se arriesga no pasa la mar. Aunque la mar sea honda, echa la sonda. De la mar el mero, y de la tierra el cordero. En mar calma todos somos capitanes. A la mujer y al viento, pocas veces y con tiento. A velas partidas, ayúdennos Dios y Santa María. Donde hay patrón no manda marinero. Viento en popa y mar bonanza, navega Sancho Panza. Cada palo que aguante su vela.
Mejor navega el que tiene buen viento que quien rema con mucho aliento. Gaivotas na terra, mariñeiros na merda. El que ha naufragado teme al mar aun calmado. Truenos y mar enseñan a rezar. A navegar el marino y a sembrar el campesino. Hay tres clases de individuos: los que viven, los que mueren, y los que están en la mar. Si el mar fuera vino, todo el mundo sería marino. El capitán verdadero, embarca el primero y desembarca el postrero. Si el grumete supiera y el patrón pudiera, todo se hiciera.
Quien siembra vientos, recoge tempestades. Buque sin arrancada, no vence viento ni marejada. A golpe de mar, pecho sereno. A la mujer y al mar, has de respetar. El que veló, sondó, y desconfió, jamás se perdió. No existe hombre de mar que no se pueda ahogar. Si ves las estrellas brillar, sal a navegar.
A la mar me voy, mis hechos dirán quién soy. A golpe de mar, pecho sereno. A mucho viento, poca vela. Cuando al marinero le dan de beber, o esta jodido o lo van a joder. Cuando sopla norte oscuro, quédate al abrigo de cabo seguro. Gaviota a tierra volando, marinero velas rizando…
Marzo ventoso, para el campesino provechoso y para el marino desastroso. No tires remos viejos hasta tener dispuestos los nuevos. Penas y olas, nunca vienen solas. Quien contra el viento quiera mear, por fuerza se ha de mojar. Quien no hace nada, achica. De remeros novatos, boga ranchera. El que veló, sondó y desconfió, jamás se perdió…
*Miguel Díez R, el Viejo Profesor, es licenciado en Teología, Filosofía y Filología Hispánica (Especialidad Literatura Hispánica).
Del libro en preparación «Los Mares y Nuestro Mar»