*Miguel Díez R. para Prensa Social
Charles Baudelaire decía que la palabra o la frase repetida en un poema revelaba la obsesión del poeta, y aquí está muy claro. ¿Quién es el mar? Esa es la obsesión de Borges, que le lleva (al final del poema) a otra pregunta todavía más profunda e inquietante, y ¿quién soy yo?
El poema argumenta que el mar es una realidad vinculada a la regeneración del mundo: siempre se renueva y, es más, regenera a las personas que lo contemplan. El mar es una realidad primera que está antes de todo y tiene hálito de eternidad. Solamente sabiendo cuál es el ser del mar podemos saber cuál es la esencia del ser humano. Y dicho conocimiento se obtiene, según el poeta, cuando el hombre está en el umbral de la muerte, es decir, en el momento supremo de la agonía. ¿Por qué? Quizá porque el ser humano se volverá a encontrar y se fusionará con el mar después de que muera.”
(Camilo Fernández)
Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas
tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.
*Miguel Díez R., el Viejo Profesor, es licenciado en Teología, Filosofía y Filología Hispánica (Especialidad Literatura Hispánica).