Con el objetivo de ayudar a las personas invidentes a ver, la tecnología del implante u ojo biónico se basa en la estimulación eléctrica de la retina.
Los ojos artificiales han avanzado muchísimo de un tiempo a esta parte. Si primero empezaron haciéndose de cristal, ahora en su versión más moderna lucen como implantes quirúrgicos estratégicamente colocados detrás de las retinas. Pero ¿qué es realmente un ojo biónico, para qué sirve y cuáles son las ventajas que brinda?
Érase una vez… la vista
Visión, campo y agudeza visual; tecnología y excepcionalidad. El ojo biónico es una tecnología que guarda en su interior un chip el cual se instala en la retina de una persona y, desde allí, se conecta de forma inalámbrica a unas gafas que a su vez cuentan con una cámara. Todo un equipo que hace posible que la ciencia interprete la visión a una persona con discapacidad visual grave o que, al menos, mejore su campo y grado de visual.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 2.200 millones de personas que sufren algún tipo de discapacidad visual, englobando en el estadístico tanto a quienes lo padecen en un nivel leve, como a quienes presentan una ceguera total.
Una condición de invidencia que en términos monetarios equivale a un impacto financiero bastante severo, con pérdida de productividad incluida, rondando los 25 mil millones de dólares anuales que constituye otro peso que se suma a la economía global.
Ante un panorama semejante, es normal que los implantes oculares estén cobrando más presencia, lenta y paulatinamente. Hablamos de toda una industria en ciernes, compuesto por sistemas oculares biónicos que ayudan a tratar la ceguera; una apuesta que augura convertirse en 2028 en un sector con mucho valor económico a la espalda, gracias sobre todo a los avances tecnológicos que hacen avanzar tantas y tantas ramas de investigación y tecnología.
Cabe matizar, ahora bien, que normalmente el ojo biónico es óptimo únicamente para ciertos tipos de ceguera, eso sí, y los ensayos clínicos realizados hasta ahora han determinado que ni siquiera causa alguna reacción física adversa.
Redefiniendo la oftalmología desde la vista de un ojo biónico
Es evidente que la innovación tecnológica puede reformar al nuevo panorama económico emergente. Desde luces y sombras hasta las formas de las personas, pasando por una amplia gama de capturas visuales. Los implantes oculares son útiles precisamente para esto, para marcar la diferencia, para devolverle a una persona un sentido tan importante como lo es la vista, aunque sea a medias. Para la doctora Diane Hilal-Campo, oftalmóloga de Nueva Jersey:
«Los avances tecnológicos han redefinido la oftalmología. Las innovaciones no solo han hecho que el diagnóstico sea más fácil y preciso, sino que también han mejorado la atención al paciente».
Doctora Diane Hilal-Campo, oftalmóloga de Nueva Jersey (EEUU)
Como ejemplo de este gran logro inmune se puede señalar al Argus II, de la firma estadounidense Second Sight, un ojo biónico que hoy en día ya se ha colocado en más de 350 personas en todo el mundo. O el más reciente Orion, un implante cerebral previsto a tratar casi todas las formas de ceguera profunda, o a eso aspira la compañía, que de momento tiene al proyecto en las primeras fases clínicas.
Digno de mención es también el Phoenix 99, dispositivo que empezó probándose en ovejas y que, después de cosechar éxito y aprobación en el ojo de tales animales, ha iniciado su fase de ensayo en pacientes humanos.
Se trata de un proyecto que mezcla tecnología y ciencia, y que ha sido realizado en equipo entre investigadores de la Universidad de Sydney y científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
¿Cómo funciona el Phoenix 99?
Conectado de forma inalámbrica a una pequeña cámara, vinculada asimismo a unas gafas hechas ex profeso a este componente, Phoenix 99 funciona como otro ojo biónico más: es decir, estimulando la retina del usuario. ¿Y por qué la retina? Ya que permiten que la mácula sea sensible a la luz y por tanto, interprete la parte fina de la visión, los detalles, las letras, etcétera.
El dispositivo es pequeño y se coloca en la parte posterior del ojo, sin embargo, y gracias a que convierte la luz en mensajes eléctricos recibidos a través del nervio óptico. Esto hace del cerebro una herramienta que registra y procesa lo que se está captando, incluso por aquellos ojos con problemas visuales.
Phoenix 99 tiene una peculiaridad, no obstante, y es la de eludir las células defectuosas de la retina, por un lado, optando en cambio por activar aquellas que aún pueden funcionar.
«No hubo reacciones inesperadas del tejido alrededor del dispositivo, y esperamos que pueda permanecer en su lugar durante muchos años», declaró al respecto de este diminuto dispositivo Samuel Eggenberger, ingeniero biomédico perteneciente a la Escuela de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Sydney.
Los implantes oculares aún tienen un largo camino por recorrer
Las posibles desventajas que se le pueden poner al ojo biónico son básicamente dos: uno, económicos y otro, de desarrollo. El Dr. Hilal-Campo señaló que un problema actual de la industria del ojo biónico es el alto costo de la tecnología que emplea, independientemente de la marca que lo impulse; un precio elevado ejemplificado en los 150,000 dólares que cuesta el Argus II, lo que sitúa a estos implantes fuera del alcance de buena parte de la mayoría de la gente con discapacidad visual, haciéndose «accesibles para muy pocas personas».
Otra desventaja, o más bien carencia, es la poca visibilidad que otorgan, con resultados en absoluto perfectos; algo que es entendible, si se tiene en cuenta que la tecnología aún está en pañales, por decirlo de alguna forma.
«No tengo ninguna duda de que la tecnología ha transformado la vida de los pacientes que han tenido la suerte de recibir estos implantes», aseguró Hilal-Campo, agregando eso sí que «actualmente, sin embargo, la tecnología es limitada y solo permite la percepción de luces y sombras y, hasta cierto punto, formas».
Pero la facultativa ve las cosas con buenos ojos. «Soy optimista porque en los próximos años, las empresas de biotecnología seguirán encontrando nuevas formas de ayudar a restaurar la vista en las personas con pérdida de visión».
El ojo biónico es, en suma, una tecnología muy sofisticada, con un prometedor impacto significativo en el futuro, consolidado conforme avancen las investigaciones e industria que lo apadrinan. Un cuidado de la vista hecho implante, que agradecería más apuestas económicas, más políticas y sistemas públicos que azucen su progreso e integración.