El que fuera futbolista, técnico y entrenador de porteros prosigue su lucha contra la ELA dejando mensajes realistas y repletos de vida ante la enfermedad.
«Nobody said it was easy» («Nadie dijo que fuera fácil»), en castellano, de la canción The Scientist del grupo Coldplay, resume perfectamente el día a día de las personas que cada día conviven con una enfermedad. Máxime si se trata de una afección rara, sin diagnóstico o sin cura, como es el caso de la Esclerosis lateral Amiotrófica (ELA). Una enfermedad que en febrero de 2021 afectaba, según la Fundación Luzón, a más de 4.000 personas en España.
Según la Fundación Luzón, a febrero de 2021, la Esclerosis lateral amiotrófica (ELA) afecta a más de cuatro mil personas en España
Juan Carlos Unzué es una de ellas. El que fuera guardameta del F.C. Barcelona, Celta u Osasuna, entre otros y también preparador de porteros o técnico, fue segundo del actual seleccionador nacional Luis Enrique antes de emprender la aventura como entrenador en solitario, heló a multitud de españoles cuando en pleno confinamiento y en prime-time entró en directo a través de las ondas para confesar que tenía ELA. Su entereza, naturalidad y su discurso, sereno, profundo y, sobre todo, realista, fue un auténtico ejemplo.

Unzué huyó de condescendencias y admitió que era una lucha dura, una enfermedad jodida que poco a poco le iba limitando. Hoy, poco más de un año después de aquella magistral intervención, Juan Carlos ha vuelto a ser protagonista al visitar en la ciudad deportiva de Tajonar a los jugadores del Club Atlético Osasuna.
La ELA, una enfermedad dura
Allí, y ya sobre su silla de ruedas, el preparador fue tan claro como sincero y en un emotivo video difundido por el club navarro se expresó: «no quiero que la charla que tengamos quede como algo triste. Lo que transmito es precisamente lo contrario, que a pesar de las dificultades de tener una enfermedad cabrona, muy jodida y sin cura, hay muchos motivos para disfrutar de la vida».
Buscar ayuda ante los problemas
Asimismo, pidió a los jugadores «dos sugerencias, una petición y un deseo». «La primera de las sugerencias es animaros a que si algún día tenéis una debilidad o un problema importante que no sois capaces de solucionar lo hagáis saber a alguien. En mi generación, parecía que los hombres no se podían quejar, pero si no te quejas, ¿cómo cojones te van a ayudar? Hay mucha gente a nuestro alrededor que nos quiere echar una mano. Es algo que yo he sufrido en algún momento y os animo a que lo hagáis», animó.
Atreverse, una acicate para luchar contra la ELA
«La segunda sugerencia es que seáis valientes y atrevidos. A mí me da mucha tranquilidad mirar atrás y ver que cuando he querido hacer algo, proyectos o ilusiones, me he tirado a la piscina. Eso me ayuda a llevar la enfermedad. Uno está mucho más tranquilo cuando mira atrás y ve que lo intentó», relató el exjugador de Osasuna entre las temporadas 1986-88 y 2001-03.
Tener salud, todo un privilegio
«En el momento que aparezca, y espero que tarde mucho, una derrota, un mal día, un momento en el que no sale nada, espero que os acordéis de mí, de un tío que hace cuatro días estaba jugando como vosotros, que hace dos estaba entrenando y que hoy está en una silla de ruedas. No quiero que os acordéis como algo triste, sino con el objetivo de que ese pensamiento os sirva para pensar que esto merece la pena y que sois unos privilegiados. Tener salud, trabajar en algo que os gusta, es la hostia», zanjó un Unzué comprometido con su enfermedad y cuya entereza y realismo lejos de la condescendencia, ha de servir como acicate para todos aquellos que cada día afrontan una situación difícil.