El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce bien por la obstrucción-disminución del flujo sanguíneo (ictus isquémico) o por la rotura de los vasos sanguíneos (ictus hemorrágico).
En ambos casos, la sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria y, por tanto, las células nerviosas dejan de recibir oxígeno y nutrientes, lo que provoca una alteración o una lesión del tejido cerebral que repercute en el funcionamiento normal de una determinada región del cerebro.
Según los datos del estudio IBERICTUS, la incidencia de ictus en España es de 187,4 casos por cada 100.000 habitantes, con una mayor incidencia en hombres que en mujeres.
Se estima que dos de cada tres personas que sobreviven a un ictus presentan algún tipo de secuela, lo que implica una pérdida de productividad, necesidad de rehabilitación y una mayor necesidad de recursos sociosanitarios.
Por ello, es importante mejorar la prevención, así como la rehabilitación de las secuelas.
Una de las secuelas frecuentes tras un ictus es la espasticidad.
¿Qué es la espasticidad?
La espasticidad consiste en una contracción mantenida de ciertos músculos que se manifiesta como rigidez y resistencia al estiramiento muscular.
Se estima que el 33% de los supervivientes de un accidente cerebrovascular experimentan espasticidad dentro de 1 año después de su accidente cerebrovascular, con una prevalencia general de entre el 30 y el 80%.
La espasticidad se desarrolla de forma gradual entre las 6-8 semanas después del ictus, e incluso meses después, y su evolución es hacia la cronicidad.
Es importante detectar esta secuela precozmente, y tratarla a tiempo, ya que la espasticidad no tratada puede producir limitaciones funcionales que interfieren en las actividades de la vida diaria y repercuten de forma importante en la calidad de vida.
Los síntomas son: limitación de la movilidad; espasmos y contracciones dolorosas; aparición de lesiones en la piel; llagas, úlceras; falta de autonomía personal; lavarse, vestirse, escribir; deformidad articular, entre otras cuestiones.
La espasticidad se percibe como una sensacion de rigidez o de tensión aumentada en los músculos que va acompañada de dolor y/o espasmos. Esta iniciativa de Ipsen está avalada por la sociedad española de Rehabilitación y Medicina Física.