Ligeras, primaverales y afrutadas, las fresas destacan entre los nutricionistas y dietistas por sus valiosos minerales y vitaminas. ¿Pero qué otras propiedades tienen?

De postre o en batidos, para merendar o como guarnición no importa. Si algo tienen las fresas son las posibilidades culinarias que ofrece, tan variadas e infinitas que incluso pueden tomarse con leche o con zumo, en ensaladas y macedonias.

Ahora bien, ¿qué vitaminas contienen las fresas, exactamente, y cuáles son los beneficios de ingerirla?

Entendidas como sustancias orgánicas muy fundamentales en los procesos metabólicos de los seres vivos, no solo en el de las personas, las vitaminas se hacen necesitar por la fortaleza del cuerpo porque sin ellas el organismo no sería capaz de aprovechar los nutrientes, simple y llanamente. Es cierto que no aportan energía, no, pero sin ellas de por medio, el cuerpo sería incapaz de realizar correctamente sus funciones.

Dentro de estas sustancias orgánicas se encuentra la vitamina C, también llamada ácido ascórbico, conocida por su faceta hidrosoluble, por sus cualidades regeneradoras sobre la piel, por su labor manteniendo y reparando los tejidos celulares, y por estar muy presentes en los cítricos y en las fresas.

Ricas en vitamina C, especialmente, es justo añadir, llegados a este punto, que las fresas ayudan a depurar y a tonificar el organismo, estimulando de paso el sistema inmune; y todo gracias a las propiedades antioxidantes que rebosa; un compendio de razones por la que también se la cataloga como un complemento imprescindible de toda buena nutrición saludable.

Pese a ello, existen ciertos factores que dificultan beneficiarse de sus valores nutricionales, aun cuando se consuman con frecuencia, tal y como advierten los expertos de Elsevier’, quienes aseguran que tanto la duración como el modo de preparación resultan claves para sacarle partido a este fruto.

«Es sabido que la vitamina C se destruye en parte por efecto del calor (cocción) y del almacenamiento prologado», detallan desde esta revista especializada.

«De ahí la gran importancia nutricional que tiene tomar vegetales crudos en las comidas y a diario; ya que, al igual que otras vitaminas hidrosolubles, apenas se acumula en nuestro organismo», pese a que «éste la precisa continuamente».

De hecho, las fresas, al igual que ocurre con buena parte de los frutos y vegetales ricos en vitamina C, en realidad, son «muy sensibles» a la temperatura, sí, pero también a la luz y al propio oxígeno del aire. Ello se puede ver en el zumo de naranja recién exprimido, que pierde sus propiedades al cabo de unos 15 o 20 minutos de haberse preparado; e incluso con las verduras, que se ven despejadas de sus nutrientes cuando pasan por fuego, ya sea cocción, fritura u horno, siendo el golpe de vapor el único modo de conservarlas sin que estén crudas (siempre y cuando se dé durante pocos minutos, claro).

Puede decirse, por tanto, que tomar fresas es meterse entre pecho y espalda una garantía nutritiva de que la vitamina C seguirá estando al pie del cañón en la formación del colágeno y en el fortalecimiento del sistema inmunitario, favoreciendo paralelamente la correcta cicatrización de las heridas y ayudando al organismo a aprovechar el hierro contenido e ingerido en otros alimentos.

Desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid matizan, asimismo, que «para cubrir las necesidades diarias de vitamina C, se necesita tomar de dos a tres piezas de fruta al día», y en ellas se incluyen las fresas y los limones, el melón y las mandarinas y el kiwi entre otras.

Por su parte, desde la Fundación Española del Corazón (FEC), especializada en la salud cardiovascular, no dudan en aplaudir las propiedades nutricionales de las fresas, defendiendo su influencia positiva en el control de la hipertensión, así como sus efectos cardiosaludables. Y eso por no hablar de su papel preventivo frente a enfermedades como el cáncer de colon, por supuesto, ya que la vitamina C que da esencia a este fruto también ayuda a equilibrar las cifras de colesterol y glucosa en la sangre.

Pero no todas las propiedades de las fresas se basan en la vitamina C. En este afrodisíaco también se puede rastrear a la vitamina E, al ácido fólico y a los betacarotenos; importantes todos ellos a la hora de regenerar los tejidos y prevenir la espina bífida, por cierto, así como para impedir la iniciación y promoción de la carcinogénesis y suscitar a la par la división y proliferación celular.

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