Una buena alimentación es necesaria a la hora de mantener el índice glucémico a raya. Por ello, los frutos secos pueden ser de gran ayuda a la hora de tomar pequeños bocados nutritivos sin perjudicarnos.
Un estudio realizado recientemente por el doctor Kendall de la Universidad de Toronto afirma que la ingesta de frutos secos en personas diabéticas causa un efecto protector en la resistencia de la insulina y el consumo diario de 57 gramos mejora el índice glucémico y el nivel de lípidos en sangre de las personas con diabetes tipo 2.
Otros estudios afirma que además tienen un efecto beneficioso en la salud cardiovascular por los ácidos grasos monoinsaturados, fibra, minerales y vitaminas.
Los frutos secos más recomendables son: las nueces, los pistachos, las avellanas, las almendras, las pipas de girasol, los anacardos y las nueces de macadamia.
Hay que recordar que el aporte energético es importante dado que cien gramos de frutos secos suponen seiscientas kilocalorías. Su composición en agua puede variar pero está por debajo del cincuenta por ciento e igual ocurre con los hidratos de carbono presentes en algunos frutos secos. En cuanto a las proteínas, varían pero suelen estar por encima de los 15 gramos de proteína por cada cien.
Incluirlos en la dieta es necesario si se padece diabetes tipo I y II, prediabetes o resistencia a la insulina.