Considerada la primera causa de ceguera irreversible en todo el mundo, el glaucoma se ha convertido en uno de los símbolos más repetidos de discapacidad visual.

Con motivo del Día Mundial del Glaucoma, hoy, 12 de marzo, efeméride que por cierto lanza el pistoletazo de salida de la Semana Mundial del Glaucoma, convocada desde el próximo lunes 13 hasta el viernes 17 de este mismo mes, las campañas de detección y sensibilización no se han hecho esperar para dejarse oír y ver, poniendo el foco de atención en una enfermedad ocular que conlleva un riesgo muy grave para la salud, según estimaciones de profesionales y entidades especializadas, máxime cuando actualmente unos 500.000 españoles desconocen aún ahora que lo padecen.

Los datos de la OMS u Organización Mundial de la Salud recogen, de hecho, que 4,5 millones de personas en todo el mundo se encuentran ciegas por culpa del glaucoma, aproximadamente, tasa que equivale a más del 3 por ciento de la gente; y que la convierte hoy en día en la primera causa de ceguera irreversible. Todo un ladrón silencioso de la vista que además regala una atrofia en el nervio óptico.

La importancia de conocer y entender qué es el glaucoma y qué riesgos conlleva

¿Sabía que el 50 por ciento de la población española desconoce que tiene glaucoma? O así lo ha advertido recientemente el especialista Iñaki Rodríguez Aguirreche, doctor y miembro de la SEG, la Sociedad Española de Glaucoma, explicando que este desconocimiento se debe a la sigilosa y asintomática actitud de esta patología, que generalmente se desarrolla sin que el paciente note nada… hasta que alcanza fases más avanzadas; lo que desde luego es una mala noticia para la persona afectada, ya que entonces sus secuelas son irreversibles.

Así, hablamos de un mal ocular con carácter crónico y progresivo que se deja sentir en el nervio óptico, la parte del ojo que conecta la retina con el cerebro, mientras regala demasiado fluido acumulado en la parte delantera del ojo y un exceso de tensión elevada en la presión intraocular de un paciente, dando lugar a una pérdida progresiva de su campo de visión.

Una patología que puede afectar a cualquier persona y en cualquier momento, dicho sea de paso, independientemente de su sexo y edad, si bien tener diabetes y pertenecer a la raza negra son dos puntos que inclinan la balanza de probabilidades de acabar desarrollándola, según consenso de los especialistas.

Factores de riesgo favorecidos por el curso lento de esta dolencia, cabe añadir, a los que se suman la miopía y la hipermetropía, dar signos de presión arterial alta o baja, las llamadas hipertensión o hipotensión, respectivamente; así como sufrir una lesión en el ojo, tener 55 años o más, tomar corticoides con frecuencia y durante mucho tiempo; amén de los antecedentes familiares, por supuesto, sobre todo si hay una enfermedad de origen genético de por medio, tal y como recoge la literatura médica y las investigaciones científicas.

Con todo, Iñaki Rodríguez Aguirreche asegura, en este sentido, que un diagnóstico a tiempo podría evitar el 95 por ciento de los casos que acaban en ceguera por esta enfermedad, empezando por la realización de un estudio que mida la tensión ocular, por ejemplo, y continuando por someterse a un examen del nervio óptico, sin ir más lejos, siendo ambas pruebas dos rápidos e indoloros mecanismos de prevención.

Se trata de una dolencia que, en suma, carece de cura, actualmente, de modo que las pocas técnicas terapéuticas que se prescribe a sus aquejados se centran en controlar su avance y ralentizar o detener la progresiva degeneración visual que provoca, ya sea mediante láser, cirugía o tratamiento farmacológico con colirios.

¡Manténgase alerta ante estos primeros síntomas del glaucoma!

El problema más acuciante de esta dolencia es el hecho de que pueden pasar meses, años, incluso, desde que las fibras del nervio óptico se dañan hasta que los síntomas empiezan a manifestarse gradualmente, haciendo que con ello los afectados se percaten al fin de que están perdiendo la vista.

No obstante, una de las principales señales de humo del glaucoma son los puntos ciegos que aparecen en la visión lateral, signo clave que implica un avance de la enfermedad. De igual forma, las manchas borrosas y la dificultad para enfocar determinados objetos constituyen otros de los factores imprescindibles para la detección de este mal ocular, junto a la incapacidad de percibir rostros y letras, si bien estos dos últimos síntomas solo aparecen en un estado muy avanzado.

En el glaucoma de ojo cerrado, mismamente, tanto las náuseas como los vómitos y los ojos rojos atormentan a los pacientes, debido al incremento de la presión intraocular. A ello se suma el dolor de cabeza y una baja visión, un dolor o una presión en los ojos, puntos ciegos o visión borrosa y estrecha, amén de halos con los colores del arcoíris que danzan alrededor de las luces.

Cabe añadir, por último, que aun cuando los daños del glaucoma no pueden revertirse, la enfermedad sí puede frenarse en sus fases iniciales, ya sea estabilizando la presión intraocular o drenando el fluido acuoso acumulado, algo que pueden hacer las gotas, el láser o una válvula de escape insertada quirúrgicamente.

Y dado que el glaucoma es hereditario las más de las veces, transmitiéndose entre familiares de primer grado, se dice que quienes cuentan con un antecedente familiar directo de glaucoma en su árbol clínico y genealógico, tiene diez veces más probabilidades de acabar sufriendo esta dolencia ocular. ¿Solución? Conocer la historia de la familia, desde luego, y someterse regularmente a una vigilancia médica de oculistas y oftalmólogos.

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