Lourdes Bermejo es una profesional de la gerontología, de la educación y de la pedagogía. Actualmente es consultora y experta en Cohousing. Nos sitúa en el lugar en donde los españoles se encuentran; un país de personas mayores y una sociedad que será longeva.
Como cita su propia madre:
Lourdes, desde mi punto de vista es una persona cariñosa, muy activa, y desde pequeña ha sido muy inquieta. Apasionada con la familia y sus amigos. Trabajadora y emprendedora a tope.
No hay quien encuentre su interruptor de OFF. No se imaginan lo mona que estaba con sus coletas cuando tenía 10 años, para comérsela. Solo les pido una cosa: ¡Cuídenmela!
Prensa Social: La gerontología es una disciplina relativamente reciente que surgió para atender una realidad marginal, pero que con el éxito que supone son muchas las empresas que han visto negocio. ¿Cuál es tu visión del fenómeno de la «Economía Plateada»?
Lourdes Bermejo: La “Economía Plateada” no es nada más que reconocer que vivimos en una sociedad longeva y que la proporción de personas mayores de 50 años, queremos, buscamos y utilizamos productos y servicios acordes a nuestra forma de vivir, como cualquier otro grupo de edad. Somos un conjunto de ciudadanos/as muy grande y vamos a seguir creciendo. Estamos llegando ya el Baby Boom, con características educativas, culturales y valores muy diferente a las generaciones previas. En el caso de las mujeres se ve clarísimamente el cambio. Además, con un intervalo tan amplio, pongamos entre los 50 y los 95 años, obviamente hay una enorme diversidad de intereses, necesidades y circunstancias y todo eso se agrupa en este nuevo concepto que en realidad habla de una sociedad más diversa y con más individuos en ese intervalo vital. Simplemente es ajustar la oferta a la demanda, algo que debería ser sencillo de comprender, pero parece que existe como una resistencia a reconocer las características de la sociedad que somos, y observo también dificultades en aplicarlo en las diversas administraciones, las empresas, los negocios, los profesionales de todo tipo. Este cambio nos implica a todos y aunque llevamos muchos años anunciando que esta revolución demográfica se produciría, nos está costando mucho reaccionar y mucho más planificar a futuro. Estamos perdiendo muchas oportunidades, no solo la respuesta actual, sino también de generar oportunidades de desarrollo económico y social para el futuro.
P.S.: Durante muchos años se ha dedicado a acompañar a profesionales de espacios gerontoasistenciales, ¿qué necesidades tienen?
L.B..: Sí, llevo más de 30 años acompañando en el ámbito de la atención a las personas y continúo encontrando algunas necesidades comunes desde entonces. Por ejemplo, el reconocimiento social hacia estas profesiones, que sin duda también está ligado a un bajísimo reconocimiento económico y laboral. La pandemia, ha afectado muy negativamente al ámbito de los cuidados, nos ha dejado todavía mucho más frágiles en este tema, y no hemos hecho casi nada para paliarlo.
Y no hay personas que quieran trabajar en el sector. Cada año es peor y hay menos personas disponibles para trabajar. Esto es una pesadilla para las personas responsables de las organizaciones: no hay a quien contratar. Y, además, esta demanda continuará en aumento, debemos crecer en recursos y necesitamos más personal, cualificado, motivado y que le guste trabajar con personas en este ámbito. Es un problema gravísimo en el que no se están tomando decisiones prácticamente ni para solucionar el presente, y mucho menos, el futuro.
Tampoco encuentro políticas suficientes para fidelizar a las profesionales que están ahora en el sector. Tenemos pendiente, por ejemplo, equiparar salarios y carreras profesionales de la misma profesión cuando se ejerce en el ámbito de los cuidados a en el sanitario. Tampoco existen opciones de carrera profesional para quienes desempeñan la tarea de atención directa -tanto en domicilios como en organizaciones residenciales o de atención diurna- Es muy difícil para una persona con un Certificado de Profesionalidad o con una FP y con experiencia y con ganas de seguir avanzando en responsabilidad y en desempeño, poder hacerlo según nuestro sistema actual. Es imprescindible seguir avanzando en la profesionalización y en la valoración social en el ámbito de los apoyos y los cuidados.
P.S.: Los cambios del sector para mejorar la calidad de vida en las residencias de mayores son evidentes, ¿qué otros están pendientes por implementar?
L.B.: La mejora del sector residencial va muy lenta y de una forma muy desigual en todo el territorio español. Por supuesto, habría que aplicar todo lo que ya sabemos que es bueno porque empoderan y humanizan a las personas y permiten su desarrollo y proyecto de vida, incluso en situación de fragilidad, es decir, modelos de atención, de relación y de organización más adecuados. Quiénes empezamos a desarrollar y aplicar la Atención Integral y Centrada en la Persona hace más de 10 años, vemos que todavía está pendiente de ser una realidad en muchísimos lugares.
Por supuesto, la cantidad de personal debería continuar aumentando, lo mismo que debería avanzarse en la mejora física de los entornos para que éstos sean más adecuados (menos institucionalizantes y más hogareños). Escenarios en los que se produzcan relaciones y oportunidades de actividad y de acción que ayuden a las personas a tener una vida mejor, más agradable, más digna. Ello requiere inversión económica, pero también criterios técnicos acertados para que las inversiones realmente lleguen a afectar directamente y en positivo a las personas que viven o utilizan los recursos y a las que trabajan en ellos.
Creo que todavía está pendiente, avanzar en cómo hacemos que las personas que necesitan apoyos o cuidados y que tienen que vivir en una organización puedan ejercer sus derechos (a la información a la toma decisiones a la intimidad a la confidencialidad…) de forma efectiva y satisfactoria para ellas.
P.S.: Actualmente está colaborando con grupos de personas mayores para elaborar proyectos sostenibles de viviendas colaborativas, ¿nos puedes explicar con detalle de qué se trata este modelo de vida en auge?
L.B.: Es una evidencia que las personas preferimos vivir y envejecer en casa y en comunidad, y que este es un ámbito en el que habrá que seguir avanzando, pues la residencias son una alternativa para un grupo minoritario de personas.
Pero es que, además, muchas de las personas que ya están -o estamos- en esa “segunda mitad” de la vida, digamos que a partir de los 55 o 60 años, y con un horizonte de otros 30 o 40 por delante podemos querer plantearnos un escenario de vida diferente. En muchas ocasiones ya no tienen responsabilidades familiares directas -los hijos ya están criados y muchas veces lejos-, y en fase de ir cerrando o terminada la etapa laboral – y con un enorme capital de salud, energía y de proyecto vital. Opciones como las viviendas colaborativas abren oportunidades de relación y de desarrollo personal y social, más allá de lo que nos ofrece seguir viviendo cada persona o pareja en su casa.
Aunque comparten algunos elementos, como es la accesibilidad interna y externa, o el hecho de poder compartir servicios o espacios comunes, dentro de estos modelos colaborativos, existen conceptos y opciones muy diferentes.
Por una parte, estaría el Cohousing, forma en la que se denomina a nivel internacional y que implica un compromiso de todos los miembros en la participación en la construcción de todo el proyecto tanto a nivel humano/social como arquitectónico/físico. Se va configurando una comunidad intencional de personas, que se van conociendo y eligen formar parte de ese grupo. Y conjuntamente, diseñan un sistema de gobernanza horizontal, en la que la autogestión, la cultura del trabajo colaborativo y en equipo, el dialogo y la toma de decisiones compartidas y el consenso es esencial. Estos procesos de construcción del grupo y de edificio tardan muchos años en hacer realidad su sueño, pero tienen la ventaja de que las personas se han elegido entre sí y han hecho el proyecto ellas mismas.
El Coliving, es otro modelo, que permite tener una vivienda individual y servicios comunes y que sueles el resultado de la iniciativa de algún promotor o empresa que ofrece un equipamiento para que personas puedan vivir en él. Su sistema de organización puede permitir la participación más o menos activa o consumir los servicios que diseñan profesionales. En cualquier caso, estos modelos alternativos pueden permitir la creación de vínculos afectivos significativos a diferente escala que permiten a las personas, no solo la realización de actividades, sino poder dar y recibir esos estímulos relacionales y afectivos que todos necesitamos.
Como hay grandes diferencias entre unos modelos y otros, preferir vivir en un lugar o en otro depende de las personas que quieran habitarlos y de muchos factoreS, pero sin duda habrá que ir desarrollando y ofreciendo acompañamiento para que estas experiencias sean exitosas y se pueda ir diversificando la oferta de lugares para poder envejecer en tu casa, a la vez que formas parte activa de una comunidad.
P.S.: ¿Qué aporta su profesión de pedagoga y gerontóloga a un grupo que tiene interés en generar y vivir en un Cohousing?
L.B.: Estas iniciativas son muy innovadoras no solo por arquitectónico o de lugar de vida, sino sobre todo por la forma de vida y los valores que implican pues van un poco contracorriente. Me refiero a hacer realidad aspectos como en el sentido de la autogestión, la colaboración y el trabajo en equipo, la toma de decisiones compartidas, los apoyos y los cuidados mutuos,…El Cohousing, qué es el modelo que más conozco y en el que trabajo, es muy exigente y requiere que las personas compartan los valores y la forma de aplicarlos de forma coherente para que los grupos estén muy cohesionados y tengan sistemas de gobernanza justos y adecuados. Y ello no es fácil. Pues yo creo que la facilitación de profesionales en momentos específicos o para lograr ciertos objetivos ayuda enormemente.
Me preguntabas por mi aporte en este ámbito. Creo que mi visión de la gerontología y del mundo del envejecimiento desde hace casi 35 años, me permite poder ayudar a los grupos y a las personas a reflexionar acerca de lo que implica el envejecimiento tanto a nivel individual como comunitario. Es necesario saber -tener información-, pero, además, es necesaria cierta predisposición positiva y proactiva hacia algunos temas y poder ir tomando una serie de decisiones que van a facilitar que nos podamos adaptar y por lo tanto, vivir mejor ciertas circunstancias que pueden suceder en un futuro más o menos lejano. Y esto se hace mucho mejor en grupo que individualmente.
Por otra parte, considero que falta mucha cultura gerontológica nuestra sociedad y teniendo en cuenta que tenemos por delante, es un déficit que deberíamos ir paliando. Por otra parte, mi experiencia con grupos socioeducativos con personas adultas y mayores me da el conocimiento de las metodologías más adecuadas para favorecer que estos entornos de reflexión y trabajo en los grupos sean los idóneos para las personas. Noto también que el hecho de ser también yo “una senior” me da una cercanía biográfica y existencial, que creo que también ayuda en este acompañamiento a los grupos.
P.S.: ¿Qué perfil de personas son? ¿Hay rasgos comunes?
L.B.: En mi opinión, y sin haber todavía investigaciones para poder responder con evidencia científica, creo que las personas que participan en las iniciativas de Cohousing comparten algunas características. Para empezar, son capaces de asumir riesgos no solo en aspectos relacionales, sino también económicos, y de confiar en otras personas para embarcarse en iniciativas que implican salir de la zona de confort de la vida en la que ya están.
Creo que la mayoría de personas que se animan a participar en estas experiencias de Cohousing, normalmente han tenido experiencias previas asociativas, disfrutan de los grupos, han tenido profesiones en los que han liderado equipos, organizaciones o aulas; o han sido profesionales de la ayuda y de la relación. Comparten valores, pero no solo eso, sino una forma de aplicarlos de una determinada forma, esto quizá es lo más difícil, pero si se encuentra es lo más hermoso. Sinceramente, yo creo que qué tipo de viviendas colaborativas autogestionadas no son para todo el mundo, porque no todo el mundo quiere a lo mejor implicarse de esta forma tan arriesgada y comprometida. Pero si encuentras un grupo de personas con las que compartes esta forma de entender y vivir la vida, y surge la amistad y el aprecio mutuo… entonces el camino de crear y de vivir en un cohousing, te dará una oportunidad de desarrollo personal y de sentido de vida fantástico.
P.S.: ¿Cuántas experiencias hay en camino?
L.B.: Se están desarrollando cada vez más proyectos de Coliving Seniors, algunos tipo Sesort Senior más exclusivos por sus altos costes, y la mayoría de ellos no contemplan que puedan ser tu lugar de vida hasta el final.
En el mundo del Cohousing, hay algunos Seniors que llevan ya bastantes años funcionando y que se han ido adaptando a las nuevas circunstancias de sus habitantes, con creatividad, con dificultades sin duda, pero logrando que las personas puedan permanecer en ese lugar y con los vecinos/as que eligieron.
Lo que hay son muchísimos proyectos en marcha. Algunos grupos ya han formado sus cooperativas y van más avanzados, pero desgraciadamente les pilló la pandemia y también las consecuencias de la política y los conflictos internacionales que han encarecido enormemente la construcción de sus proyectos arquitectónicos. Otras muchas iniciativas son más embrionarias y todavía son asociaciones, aun no cooperativas, pero cada vez hay más por todas las Comunidades Autónomas. Y continuarán creciendo.
Considero que las diferentes Administraciones deberían comprometerse más, cada una desde su competencia y responsabilidad. Haría falta un marco normativo estatal para facilitar estas iniciativas y que no tengan tantísimas dificultades administrativas, pero también que en cada comunidad autónoma y Ayuntamiento se les facilitará los trámites y autorizaciones, que a veces son interminables y en ocasiones producen hasta situaciones de inseguridad jurídica.
Respecto a la ciudadanía, creo que hace falta más información sobre estas iniciativas, más claridad sobre que se ofrece y se exige en cada uno de las diferentes alternativas de alojamiento, para que cada persona -o pareja- pueda elegir la que sea más adecuada según sus valores, cultura, costumbres y propio proyecto de vida.
Lourdes Bermejo es Dra. en Ciencias de la Educación, Diplomada en Gerontología Social y Experta en Intervención Social Integral. Experta en metodologías grupales con personas adultas y en el modelo de AICP. Trabaja como consultora y con diversas cooperativas de Cohousing en el marco del Proyecto “Comunidades de Cuidados: experiencias de cohousing y otras redes vecinales de apoyo” (Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Fondos Next Generation UE).