Una armonía entre jinete, discapacidad y caballo; la hípica para personas con discapacidad es una expresión de ocio, deporte, competición y entretenimiento.
A pocos sorprenderá saber que las personas con discapacidad pueden y suelen participar en actividades ecuestres, disfrutando así del mundo del caballo. Después de todo, la para-equitación lleva años asentada y conocida entre los deportes más modestos de las Paralimpiadas.
Pero ¿saben el porqué de su aceptación? ¿Cuáles son los beneficios demostrados que sustentan la buena acogida de la hípica para personas con discapacidad? En el artículo de hoy lo averiguaremos.
La hípica en la discapacidad: una forma de integración social
Hablar de ocio, deporte y bienestar es como que una suma de 1 más 2 más 3 dé 6, pues el deporte y el ocio siempre han caminado a la par. La hípica para personas con discapacidad es otro grifo abierto que rocía beneficios y estabilidad, dentro de la copiosa fuente de salud física, mental y emocional que son las actividades de ocio y los deportes pensados y adaptados a este grupo con deficiencia.
La hípica para personas con discapacidad es una práctica que ejercita la rehabilitación, un deporte que levanta y cosecha mucha afición allá por donde galopa, desde que comenzó a desarrollarse en los años 70. Una disciplina cuyos efectos y eficacia se incluyen dentro de los reconocidos bienes terapéuticos de la hipoterapia.
Esta terapia permite estimular, favorecer y potenciar las áreas cognitivas, físicas y emocionales, con miras a mejorar la calidad de vida y la integración a la sociedad de las personas con deficiencias que lo tienen como deporte o pasatiempo.
A su faceta rehabilitadora se une también su característica de adaptación y accesibilidad, cualidades que actúan como nexo de integración en la sociedad, como ya hemos señalado. Por tanto, supone un bien en sí mismo, un valor digno de potenciar.
Domando a la discapacidad
En lo que respecta a los beneficios de la equinoterapia, E. Gross clasifica los bienes que reporta en: «área neuromotriz, área sensomotriz, área psicomotriz y área sociomotriz» (Gross, 2006, Equinoterapia: la rehabilitación por medio del caballo, uno de los pocos estudios de la hípica para discapacitados), entre cuyos beneficios podemos destacar:
«Regulación del tono muscular; inhibición de reflejos tónicos y movimientos asociados; fomento de la integración sensorial (táctil, visual, auditiva); fomento de la coordinación psicomotriz gruesa y fina».
Dicho en otras palabras, la hípica para las personas con discapacidad beneficia el poder estabilizar el tronco y la cabeza, la movilidad, tener control en el balance, incrementar la flexibilidad, la agilidad, la fuerza muscular, y el equilibrio horizontal y vertical en el sistema vestibular. Ayuda además a favorecer las nociones espaciotemporales, el desarrollo de la lateralidad, la conciencia y la imagen corporal.
Gross tampoco olvida sus beneficios psicosociales, entre los que se cuentan el aumento de la concentración y la atención, la disciplina, la autosuperación, la autoconfianza, la confrontación de temores personales, el incremento en la autoestima, mayor voluntad de adaptarse, disminución de la agresividad, y el desarrollo de la comunicación, la cooperación y la responsabilidad, la lucha constante contra una discapacidad no deseada y a veces repentina.
A este marco de beneficios de todo tipo se añade el papel del caballo, un mediador en pro de la mejora en la vida de los deportistas con discapacidad, amantes del ocio ecuestre.
¿Cuál es el perfil del caballo en la para-equitación?
¿Cualquier caballo es apto para la hípica para personas con discapacidad? Ciertamente, no. Igual que ocurre con los perros guía, donde no vale el primer perro domesticado al que uno pueda echar correa y mano, en la hípica para personas con discapacidad se requiere de un caballo ya preparado, entrenado para trabajar con personas con necesidades especiales, habituado por tanto a las ayudas compensatorias que requieren.
Entre las razas de caballos más destacables a usar en la para-equitación destacan: el andaluz, el árabe, el argentino, el pinto, el percherón y el quarter. En la Clínica Equina Axati pueden conocer las peculiaridades de algunas de estas razas.
¿Qué tienen en común? Aparte de su elegancia, esbeltez, porte y belleza, todos ellos son, en comparación con el resto de las razas, más flexibles, atentos, tranquilos, sociables, dóciles, inteligentes, fiables, obedientes, fuertes, resistentes, con una constitución desarrollada… aunque no sólo es trabajo de su buena voluntad; además debe dárseles coordinación, buen amaestramiento, seguridad y confianza para manejarlos bien.
En las competiciones esto no es problema, puesto que caballo y jinete son conocidos, viejos amigos que han tenido tiempo de sobra para practicar juntos y acostumbrarse y adaptarse uno con el otro.
No obstante, en la hípica de ocio, que se realiza al ir de cuando en cuando a un centro y montar una vez, suelen escogerse caballos ya adiestrados, a los que nunca se les deja solos con los jinetes, de modo que siempre haya un cuidador vigilando que todo se desarrolle bien durante la actividad.
Hípica para personas con discapacidad visual
Las personas con ceguera o baja visión pueden practicar esta modalidad deportiva casi sin material específico. A nivel de torneos oficiales y paralímpicos, recurren al uso de una o dos fustas, amén de una persona externa que les dicta la reprise (el texto del programa) en voz alta o en los auriculares, es decir, un ayudante que les dé referencias auditivas a lo largo de la competición.
En lo referente a la hípica como ocio de las personas ciegas, se practica igualmente con profesional acompañante. La primera vez, no obstante, es importante que el invidente toque, palpe, resiga sus contornos, conozca y se forme una idea real del animal
Hípica para usuarios con movilidad reducida
Tanto las instalaciones como el personal y el equipo utilizado deben estar cualificadas y preparadas a su deficiencia, es decir, que deben dar un trato personal y profesional, ofrecer en conjunto una hípica asistida y accesible.
Así, para su adaptación, deben contar con: rampas que les sitúen a la misma altura que el caballo; una grúa que les permita salir de la silla de ruedas y acomodarse en la silla de montar; unos cojines de aire para evitar escaras en las piernas; un arnés bien firme que los mantenga erguidos y a salvo en la montura, supliendo así su falta de equilibrio; estribos cerrados o con velcro que sujeten los pies de los jinetes; o riendas enganchadas a las piernas o cruzadas en anillas, si el jinete carece de uno o de los dos brazos.
Entidades públicas y privadas fomentan la posibilidad de que las personas con discapacidad puedan disfrutar este ocio hecho deporte e integración, sin riesgo alguno. Es el caso de la Fundación Don Caballo, de la Federación Internacional de Equitación Terapéutica (FRDI por sus siglas en inglés de The Federation of Riding for the dissabled International), la Federación Ecuestre Internacional, o el Centro Hípico Manos Tendidas.
Hípica para personas con discapacidad: una doma olímpica
Aunque practicarlo no es una posibilidad al alcance de todos, informarse y saber de su existencia, modo, beneficios y adaptación, nunca está de más, especialmente si se tiene en cuenta el servicio de integración e inclusión que realiza en la sociedad.
Por ello les contamos que sus primeras competiciones se celebraron allá por la década de los 70 en Gran Bretaña y los países escandinavos, lo que supuso el principio de una conquista en expansión, un amaestramiento a la discapacidad hoy en día reconocida en más de 40 países.
La finalidad de la Doma Clásica Adaptada (DCA) y sus principios generales son, según la Real Federación Hípica Española, «los mismos que los de la Doma Clásica, basados en la armonía entre el jinete y el caballo a través de la cual se realizan una serie de movimientos de gran dificultad que aparecen indicados siguiendo un programa preestablecido en un texto llamado reprise. La diferencia residirá en que los participantes serán jinetes y amazonas con algún tipo de discapacidad y/o déficit de funcionamiento».
Abierta a deficiencias intelectuales, motrices y sensoriales, la hípica para personas con discapacidad es, efectivamente, un deporte apto para todos. Gente con ceguera, movilidad reducida, resto visual, rango de movimiento e incluso baja estatura tienen su propio apartado en el reglamento del Comité Paraolímpico de la hípica, siempre en función del grado de discapacidad que tengan y, por tanto, la complejidad de los movimientos que se les permite realizar.
A su modalidad en los Juegos Paraolímpicos se la denomina para-ecuestre o para-equitación, desde que en los Juegos de Nueva York de 1984 se exhibió y en los Juegos de 1996 se oficializó; y actualmente se disputa en las categorías de campeonato en equipo, campeonato individual y campeonato en estilo libre, con sus respectivas disciplinas de doma, enganche y salto (Se estudia incorporar también la categoría de volteo).
Sea cual sea su estilo, este deporte conquista por la imagen de ligereza y ritmo que componen jinete y caballo, por su estampa de movimiento, música y armonía, y por su capacidad para someter la discapacidad de sus deportistas a una mera condición física sin pegas. Porque lo que importan son los méritos de cada uno, no su deficiencia motriz, intelectual o sensorial.