El ibuprofeno es muy útil y bastante socorrido, si bien también es un medicamento con ciertos riesgos que le compartimos abajo, ya que los debería conocer.
Presentado como un comprimido recubierto con película EFG en su versión más clásica, el ibuprofeno tiene su propio prospecto de advertencia, formas de conservación y modo de ingesta que es recomendable leer detenidamente antes de empezar a tomarlo… más cuando no oculta sus propios riesgos y efectos adversos.
¿Qué es el ibuprofeno y para qué sirve?
Perteneciente al grupo de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINES), el ibuprofeno es uno de los fármacos más populares, recurrentes y habituales que suele tomarse (junto al paracetamol) cuando hay un dolor agudo de por medio, intermitente y crónico, o ante esas molestias y dolores leves, la fiebre y la inflamación.
Analgésico y con un perfil antiinflamatorio, antipirético y calmante, lo cierto es que no son pocas las veces en que se tiende a recurrir a este compuesto farmacológico sin tener en cuenta si es recomendable o no para la afección que se sufre en ese momento. He ahí la importancia de conocer sus indicaciones generales, usos y consecuencias, su posible utilización ante ciertas enfermedades, y cuándo es mejor no tomarlo.
Prescrito habitualmente como un tratamiento para la fiebre y la migraña, el dolor de intensidad leve o moderado y la artritis o inflamación de las articulaciones que dan lugar a hinchazón y dolor en las mismas, el ibuprofeno está considerado un medicamento eficaz y seguro (siempre y cuando se tome en las dosis adecuadas, por supuesto), pudiendo ingerirlo niños y adolescentes y adultos por igual, sin abusar y según la toma que les corresponda.
Entre las situaciones médicas que los especialistas suelen recomendar tomar este fármaco se encuentra la cefalea y las lesiones de tejidos blandos, según su ficha técnica, así como los procesos reumáticos agudos o crónicos y aquellos procesos dolorosos de intensidad leve y moderada. Una lista en la que también figuran los dolores musculares como las contracturas, el dolor dental y el post operatorio, las lumbalgias y otros malestares de la espalda.
Asimismo, el ibuprofeno también se suele recetar a esos pacientes que sufren espondilitis anquilosante, una inflamación que afecta a las articulaciones de la columna vertebral; a los casos de artrosis, ese trastorno que daña el cartílago; a quienes tienen dismenorrea primaria o menstruación dolorosa; e igualmente a quienes necesitan paliar las molestias derivadas de la artritis reumatoide juvenil y de la inflamación no reumática.
Pero ¿cuáles son los casos en los que no se debe tomar ibuprofeno?
Recetado de manera individual, siendo lo más aconsejable acudir a consulta médica o farmacológica si hay dudas sobre su correcta indicación, el ibuprofeno no se debe tomar si uno es alérgico o hipersensible a los preparados del grupo de los antiinflamatorios no esteroideos como la aspirina, tal y como señalan desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), o si tiene intolerancia a cualquiera de sus componentes.
El motivo es muy simple: las personas con este perfil podrían sufrir reacciones adversas de lo más desagradables, desde hinchazón de cara, labios y/o lengua, hasta erupción cutánea con picor y secreción nasal, pasando por asma o cierta dificultad para respirar.
De igual forma, quienes padecen de una enfermedad grave del hígado o los riñones tampoco deberían tomar ibuprofeno, misma medida de precaución que se les recomienda a aquellos que vomitan sangre, tienen diarrea manchada de sangre, presentan heces negras, han sufrido una perforación del aparato digestivo, o han tenido una úlcera o hemorragia de estómago o de duodeno.
La misma institución médica de la AEMPS apunta, asimismo, que quienes padecen de una insuficiencia cardiaca grave o se encuentran en su tercer trimestre de embarazo tampoco debería ingerir ni una toma de ibuprofeno.
Algo que también deberían emular las personas que padecen de coagulación sanguínea o de algún trastorno hemorrágico, y quienes toman anticoagulantes, siendo necesario que el médico realice pruebas para la coagulación sanguínea, si llegara a ser necesario emplear ambos medicamentos de manera simultánea.
Un control regulado que el especialista también deberá realizar a aquellos pacientes que toman ibuprofeno y que necesitan tomar el medicamento prolongadamente durante más de una o dos semanas, viven con tensión arterial alta, son mayores de 60, o padecen de asma o de cualquier otro trastorno respiratorio.
Cabe recalcar, asimismo, que a la hora de tomar el ibuprofeno es importante utilizar la dosis más pequeña para aliviar el dolor, siendo recomendable no tomarlo más tiempo del necesario, a fin de controlar sus síntomas. ¿Y por qué? Debido a que este medicamento es capaz de ocultar los signos de una infección, confundiendo el diagnóstico y retrasando el tratamiento adecuado.
Una mirada preventiva que debe mantenerse a la menor señal de síntomas de deshidratación, visto que el ibuprofeno podría provocar en tales circunstancias una insuficiencia renal. Se sabe, asimismo, que los fármacos en los que se engloba el ibuprofeno pueden empeorar la condición clínica de patológicos de la enfermedad de Crohn y de la colitis ulcerosa.
Apuntar, por último, que es preferible evitar tomar ibuprofeno si uno tiene varicela, se ha sometido a una intervención de cirugía mayor, sufre de porfiria intermitente aguda, presenta lupus eritematoso sistémico, ya que puede producirse meningitis aséptica; o si se padece de una infección o de dolores de cabeza tras un tratamiento prolongado.