Concha Moreno para Prensa Social.
España se sitúa en los últimos lugares en el rango de preparación para la jubilación. ¿Jubilarse sin traumas? Sí, es posible.
Una investigación liderada por expertas de la Universitat Oberta de Catalunya, UOC, en colaboración con otras universidades, concluye que las propuestas actuales para afrontar la jubilación en el trabajo no encuentran una transferencia clara en la sociedad.
Hasta el momento, las iniciativas empresariales y administrativas adoptadas en este sentido se encuentran alejadas de las demandas que requiere esta etapa de la vida. «Las propuestas relacionadas con el fenómeno de la jubilación no encuentran una transferencia o aplicabilidad clara y directa en los principales agentes implicados, como son las personas, las organizaciones y los gobiernos», detalla Clara Selva Olid, experta del grupo de investigación en Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y autora principal de este trabajo, desarrollado junto con las investigadoras Maite Martínez-González y María Naqui Esteve, de la Universitat Autònoma.
A pesar de que existe una amplia literatura científica y social sobre la jubilación, por el momento no se han desarrollado procedimientos o formas de gestión que permitan avanzar social y políticamente respecto a la gestión del talento en esta nueva etapa vital.
«A pesar de los múltiples estudios que se han realizado en pro de medidas como la jubilación gradual, conocida también como progresiva o suavizada, sin un adecuado eco al mundo profesional y organizativo, es como si estas no existieran», ejemplifica Selva.
«La cobertura social de estas demandas es claramente insuficiente, como demuestra la falta de preparativos, programas y protocolos claros que ayuden a planificar la jubilación. Basta con atender a que, en la actualidad, la mayoría de las organizaciones sigue sin llevar a cabo ningún plan de preparación para la jubilación de sus empleados o a que, visto desde otra perspectiva, solo uno de cada cinco españoles considera que su organización aporta información y ayuda en la planificación de la jubilación», explica Selva.
En el caso del Estado español, la población mayor de 64 años se va a ir incrementando a corto plazo. Es más, en el contexto actual, el sistema de pensiones del gobierno se enfrenta a un déficit anual del 1,5 por ciento del PIB, lo que plantea muchas dudas sobre su sostenibilidad con el modelo vigente. «En un futuro cercano habrá más gente próxima a la jubilación que en 2021, por lo que el sistema de pensiones corre un riesgo demográfico incuestionable», advierte la investigadora.
Medidas de futuro
Según las últimas investigaciones y encuestas demográficas, España se sitúa en los últimos lugares en el rango de preparación a la jubilación. Un panorama con una total ausencia de los preparativos necesarios para afrontar la jubilación en la sociedad actual.
Ante este contexto, las autoras de este trabajo señalan que un primer aspecto clave que hay que atender es la importancia de generar conciencia y hacer difusión sobre las necesidades de las personas que se encuentran en este periodo de la vida. «Es importante que realicemos una lectura personal, de autoconocimiento, respecto a qué queremos cuando se llegue a la etapa de jubilación y que, en consecuencia, nos prepararemos para asumir y gestionar el nuevo tiempo libre del que dispondremos», recalca Selva.
De este modo, es vital cultivar diferentes roles, más allá del laboral, y fomentar las actividades sociales que se realizarán en la jubilación. Con ello, se limitan las sensaciones de baja autoestima que sienten muchas personas al jubilarse. «Realizar actividades de voluntariado, donde se pueden ocupar posiciones de responsabilidad, es una forma de planificar la jubilación, encontrando en otras tareas un rol similar al que teníamos en nuestra vida laboral. Este tipo de actividades pueden permitirnos sentirnos útiles e importantes y establecer nuevas y fuertes relaciones sociales», ilustra Selva.
En cuanto a las medidas de las empresas y organizaciones, las autoras contemplan modelos que permitan retrasar o flexibilizar la jubilación mediante cambios estructurales que den cabida a personas que aportan valor a pesar de su edad, así como el reconocimiento y atención de las expectativas de los trabajadores, más allá de las económicas, y negociar alternativas previas a la pérdida de talento por jubilación.
Por último, estas especialistas abogan por el diseño de programas de preparación para la jubilación que, atendiendo a los objetivos y metas significativas que las personas desean alcanzar, consigan incrementar la toma de decisión de jubilaciones anticipadas. Estos programas se deberían de llevar a cabo no solo porque las personas podrían verse beneficiadas de determinadas condiciones, sino también porque les permitiría reorientar sus vidas hacia otras actividades.
En definitiva, las políticas actuales, basadas en medidas unitarias, deben repensarse de modo que den paso a la gestión de la diversidad y las necesidades y voluntades diferenciadas de la sociedad actual.
Concha Moreno
Periodista