«Hey, no vayas presumiendo por ahí…». Un tanto así le ha espetado el cantante —recluido en su fortaleza aquí a la vuelta, cruzando el charco— al escritor don Mario Vargas LLosa cuando se ha dado cuenta de que la que fuera madre de sus tres primeros hijos, la China —porque aquí hay que matizar— se ve envuelta en la polémica por los ríos de tinta que está escribiendo el Nobel de Literatura que compartió lecho con la que fuera su doña.
Y es que en las cosas del querer de estos seres del papel couché, uno no se puede meter porque todos, sin dejar uno, hacen caja a costa de lo que sea, que la vida está mu achuchá «y yo ya no canto salvo en la ducha».
Por eso y por otros matices, en el día de la mujer liberada, la filipina que ha corrido más que un galgo haciendo caja con sus matrimonios de Jesmar, es portada —una vez más— y no por vender baldosines o bombones envueltos en papel de oro, sino por estar en boca de todos los Vargas Llosa que la ponen a caer de un burro. También nadie entendió cómo un literato se pudo ver en las páginas del ¡Hola! pero «Cosas veredes, Sancho». Y de los barros vienen los lodos, pero para eso tengo a mi Julio que «el que tuvo, retuvo, y guardó para la vejez».
Julio Iglesias dixit: “El comportamiento de Vargas Llosa ha dejado mucho que desear”
Entretanto tenemos a Pam que lanza, «pim, pam, pum» exabruptos por la boca y suelta, micrófono en mano y le pregunta si usted se masturba o si le gusta que la penetren. «Amosaver, querida», esas ordinarices no se preguntan en público y dicho sea de paso, las personas «humanas», mujeres, hombres y viceversa hacen y deshacen sin que sea vox pópuli, porque tampoco es necesario. Y confundimos el respeto por las mujeres con un feminismo que nadie entiende, porque no están más doblegadas porque es imposible, oye.
Hemos llevado la política a un extremo que enmascaramos la realidad, la desorbitada subida de precios; las imposibles hipotecas; los gastos diarios y la cesta de la compra por esas cosas que nos entretienen y nos hacen apagar el coche, la luz, la calefacción y la nevera porque no podemos pagar nada.
La pobreza infantil es insultante en España, país que manda comida a los otros países que agonizan mientras sus niños pasan hambre, frío y desolación. Algo insólito de nuevo si hablamos del siglo veintiuno. Mientras eso sucede, «me olvidé de vivir», como Julio en sus tiempos mozos. Porque llegados a este caos, cada uno tira por donde puede y ande yo caliente, ríase la gente. Y vamos a cambiarnos de sexo, a abortar y a ser libres pero que papá firme el papelito para que vaya al museo de turno que soy menor.
Isabelita, se te han muerto ya dos maridos, te quedan Julio y Mario. Vamos a hacer una porra, aunque nos cae mejor Julito que es muy nuestro y solo te queda entonar, «Yo tuve tres maridos…» y cuando se vaya, a ver quién te va a defender. ¡Hala, a vender exclusivas que la boda de Tamara no se paga sola!