Virus, infección, dificultad para respirar… no, no hablamos del Covid-19, sino de la bronquiolitis, una enfermedad de invierno y frecuente entre los niños.
Más propia de diagnosticar en las estaciones de frío, es decir, durante los meses de otoño e invierno, y de afligir a niños y bebés, la bronquiolitis es la infección, por parte de un virus, de unas vías respiratorias muy pequeñas asentadas en el organismo llamadas bronquiolos, que se inflaman y se llenan de mucosidad, dificultando así la respiración. Madres y padres no pueden perderse el presente artículo, lleno de toda la información sobre esta enfermedad, datos que les ayudarán a distinguirla enseguida y actuar en consecuencia lo antes posible.
¿Qué es la bronquiolitis?
La mayoría de los casos de bronquiolitis suelen surgir en invierno y se pueden tratar desde casa. En cualquier caso, ya sea una infección leve o llevadera o grave, la enfermedad se genera al contagiarse el organismo del virus sincitial respiratorio (VSR), siendo esta su principal causa de infección. Y se caracteriza por unos síntomas muy parecidos a los del resfriado común, avisando su presencia con tos y fiebre, y moqueo y congestión nasal en una nariz que se siente taponada.
En palabras del doctor Manuel Sánchez Luna, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), neonatólogo jefe del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, y presidente de la Sociedad Española de Neonatología (SENEO), «se llama bronquiolitis a la primera infección respiratoria sobre los bronquios más distales, los que se encuentran más cerca del pulmón». En una entrevista directa con Infosalus, el entendido en la materia presenta así los términos de la enfermedad:
«Se le denomina así porque afecta a las vías respiratorias altas, y poco a poco provoca inflamación y daño en las células que tapizan la tráquea y los bronquios, provocando su muerte y obstruyendo de esta forma los bronquios pequeños. Estas células muertas y la reacción inflamatoria hacen que los bronquios se estrechen y provoquen dificultad para respirar».
Son síntomas que mejoran hasta desaparecer por sí solos, por norma general, de modo que no suelen necesitar ningún tratamiento médico específico. Ni siquiera los antibióticos auxilian a los pacientes con bronquiolitis, al ser esta una enfermedad de origen viral, producida por un virus, de modo que todos sus planteados tratamientos se enfocan en atacar y aliviar los efectos de los síntomas.
Existen casos de bronquiolitis que son complicadas y graves, no obstante, y se dan cuando la tos empeora y el niño empieza a respirar con resuello, es decir, con mucha dificultad, emitiendo al exhalar agudos silbidos y pitidos.
¿Todas las personas son sensibles para desarrollar una bronquiolitis?
Sí, ciertamente, según confirma el doctor. Por algo una de las facetas del VRS es su afán de ser «muy contagioso», manteniéndose pegado durante mucho tiempo a todo tipo de superficies.
«Pasa de unas personas a otras con mucha facilidad», explica el neonatólogo. «No provoca inmunidad permanente», advierte. «Podemos llegar a infectarnos hasta dos veces en la misma estación por este virus y tiene carácter epidémico».
Por tanto, cualquiera puede cogerlo en algún momento del año, aunque especialmente cuando uno es más infante, pues la enfermedad tiende a afectar con más frecuencia a bebés y niños pequeños. ¿Y por qué?
Dado que ellos tienen unas vías respiratorias de tamaño muy reducido, lo que propicia que se obstruyan con más disposición que, por ejemplo, las vías respiratorias de niños más mayores, adolescentes y adultos, los cuales, sí, pueden cogerla, si bien suelen acabar pasándola de forma más leve y con más facilidad.
Hablamos de una enfermedad cuya aparición suele ser más usual en los 2 primeros años de vida, y cuyo grupo de afección más habitual son los bebés de pocos meses. Según el experto Sánchez Luna, entre el 60 y el 70 por ciento de las infecciones respiratorias que detectados en los pequeños de un año de vida o menos responden al VRS, y lo mismo ocurre con gran parte de las registradas en el segundo año.
Otro colectivo en el que suele dejarse sentir son los bebés prematuros, muchos de los cuales, según el especialista, desarrollan displasia broncopulmonar, circunstancia que se vuelve funesta cuando se infectan por el VRS, ya que presentan infecciones graves que contribuyen a aumentar el riesgo de acabar hospitalizado o, peor, de fallecer.
Y lo mismo pasa con los niños con problemas cardíacos o pulmonares, los pequeños con cardiopatías congénitas, los infantes con ciertas enfermedades neuromusculares, los menores con enfermedades que impiden la normal movilización de las secreciones respiratorias; amén de aquellos que tienen un sistema inmunitario débil, como los pequeños con síndrome de Down o fibrosis quística… por citar un par de ejemplos.
«En los adultos no provoca grandes problemas, salvo en los ancianos y en los más pequeños, donde puede dar lugar a neumonías», reafirmó en la misma entrevista el especialista en neonatología.
En cuanto a las variantes externas, los médicos aseguran que la asistencia a guarderías y jardines de infancia aumenta la posibilidad y el riesgo de acabar desarrollando la bronquiolitis, así como exponerse al humo de los demás, convivir con hermanos que asisten a la escuela, y pillar el resfriado o la gripe.
¿Cómo se combate la bronquiolitis?
Atajando por paliar los efectos de sus síntomas, como ya hemos dicho. De este modo, los niños aquejados de bronquiolitis necesitan tiempo para volver a estar bien y recuperarse; el agua, en este sentido, es muy útil y apreciada, de modo que hacerles beber en abundantes cantidades es una forma segura de encaminar a los pequeños a la mejoría.
¿Deben beber mucha agua de golpe? No; en pequeñas cantidades, aunque, eso sí, con más frecuencia que de costumbre y repartiendo las tomas a lo largo del día.
A los niños mayores se les puede medicar, siempre bajo criterio prescrito de un médico, por supuesto, administrándole fármacos que les bajen la fiebre, por un lado, y les alivien también las molestias, siguiendo la dosis y la frecuencia recetada.
¿Puede alguien con bronquiolitis contagiar a otra persona?
Se trata de una enfermedad que suele durar entre una y dos semanas, generalmente. A veces puede ir a más, no obstante, y en tal caso los síntomas suelen tardar varias semanas en desaparecer. Sus virus, o más bien los virus que causan la enfermedad, los llamados o VSR, sí se pueden propagar, contagiando. ¿Cuándo? Al estornudar o toser.
Como todo germen, el virus que causa bronquiolitis puede debilitarse hasta eliminar y minimizar los riesgos de contagio a base de lavados continuos de mano; esto se explica por sí solo al recordar que los gérmenes suelen permanecer en superficies de juguetes, pañuelos, pomos de puertas y, cómo no, en las propias manos.
De modo que sí, aquellas personas que contraen una bronquiolitis pueden contagiársela a otras personas durante varios días y hasta semanas, aun siendo con transmisión cercana o indirecta. Esto se solventa a base de frecuentes lavados de mano, como ya hemos indicado antes, manteniendo al bebé alejado de personas que tosen o están resfriadas, apartado del humo de algún fumador e, igual de importante, conservando limpias todas las superficies de casa, incluidos los juguetes.
En este sentido, el doctor apuesta por la importancia de la lactancia materna, apuntando que «protege extraordinariamente de las bronquiolitis graves».
Manuel Sánchez Luna celebra asimismo que los casos de riesgo de bronquiolitis suelen estar bastante controlados en España, «al emplearse en ellos tratamientos preventivos con anticuerpos monoclonales», los cuales son administrados un mes antes del periodo de frío; una práctica que ya existía antes incluso de desatarse la pandemia.
¿Cuáles son las señales de alarma?
A veces las bronquiolitis se complican, como ya hemos dicho. Pero antes de asustarse, esa etapa hace unas señales de humo que pueden alertar del problema y, por ende, permite reaccionar con tiempo para llevar al pequeño a un hospital, donde recibirá un tratamiento más sanitario, profesional y concordante. ¿Cómo saber que ha llegado el momento de pedir ayuda médica de inmediato?
Cuando el niño tiene una respiración rápida y superficial, lo cual se sabe porque el abdomen sube y baja rápidamente. La presencia de una fiebre mínima de 37,5 o 38 grados centígrados habla también por sí solo. Otra señal de alarma es la respiración muy trabajosa, cuando al pequeño le cuesta mucho respirar, y a cada inhalación se le hunden demasiado las áreas que hay en el cuello, bajo las costillas y entremedias.
Además de lo expuesto anteriormente, también hay que estar atento cuando tiene un ensanchamiento de las fosas nasales, de sus labios, o bien si la lengua o uñas (o las tres) adquieren una tonalidad azulada. O cuando se muestra muy inquieto e irritable e imposible de consolar, duerme demasiado y por cansancio y se resiste a alimentarse, ya que le cuesta mucho; e igualmente cuando orina menos de lo habitual.
Bronquiolitis vs coronavirus
El 2020 es un año que los neonatólogos siempre recordarán como un año anormal porque la incidencia de la bronquiolitis cayó notablemente y en todo el mundo, debido, básicamente, al predominio de la infección por SARS-CoV-2 y el ambiente inmerso de pandemia en el que sumió al planeta entero.
«Cuando hay un virus muy prevalente compite con los otros y los desplaza», explica el presidente de SENEO.
«Después también han colaborado en la disminución de casos todas las medidas de higiene, que en el pasado año se llevaron al extremo durante el cierre del país, un periodo en el que los niños no fueron a la guarde; se extremaron las medidas de higiene con el empleo de las mascarillas y con el lavado de manos, que es fundamental a la hora de prevenir la infección, aparte por supuesto de que no se viajó, no circuló el VRS porque no se le dejó y, por tanto, desapareció».
¿Trajo esto consecuencias? Según el doctor, sí; un verano muy atípico que se convirtió en una temporada de bronquiolitis. Todo ello porque se relajaron las medidas de higiene, y también porque se retomaron los viajes, sobre todo en este verano de 2021, provocando un registro de casos mucho más mayor.
A juicio de Sánchez Luna, la temporada de frío que se viene va a dar una epidemia «incluso mayor» que la del 2019, la última normal, debido a que el virus apenas ha circulado hasta ahora, frenado por las restricciones, y con eso de la vuelta al colegio de forma presencial, va a quedar de manifiesto que hay muchos niños y personas de riesgo sin anticuerpos frente al VRS; una vulnerabilidad que se extenderá también a la gripe.
«Por eso hay que lanzar un mensaje de precaución», insistió el líder de la SENEO, «especialmente para los grupos de riesgo, a quienes se aconseja administrar la profilaxis antes que otros años, en octubre, y se vigile la epidemiología de la enfermedad y se extremen las medidas de higiene».