Un estilo de vida para algunos, una valiosa herencia cultural para otros. La dieta mediterránea tiene muchos valores a su favor, y eso es algo que se puede constatar.
Las personas con artritis reumatoide no son los únicos pacientes que pueden esgrimir la dieta mediterránea en contra de su afección. Una nueva investigación norteamericana ha evidenciado que quienes padecen de esclerosis múltiple (EM) también pueden sacarle partido a esta pauta nutricional, tan rica y saludable.
Dieta mediterránea, un legado alimenticio que modula la salud y el bienestar
Presentado recientemente durante la 75ª Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología (AAN), se trata de un estudio preliminar que contó con 563 participantes enfermos de EM, y cuyas conclusiones aseguran que aquellos afectados de esclerosis múltiple que apuestan por la dieta mediterránea como su formato nutricional habitual, pueden tener un menor riesgo de problemas con la memoria y las habilidades de pensamiento, al menos en comparación con los pacientes de EM que no siguen este régimen.
Tomando en cuenta lo que explican sus autores, durante el ensayo los voluntarios rellenaron un cuestionario específico, preparado para reflejar hasta qué punto seguían la dieta mediterránea. Después se les asignó una puntuación de 0 a 14, siempre en función de sus respuestas, de modo que pudieron observar que las notas más altas aludían a aquellos que seguían la dieta más de cerca.
«Es emocionante ver que podemos ayudar a las personas con EM a mantener una mejor cognición siguiendo una dieta mediterránea», declaró Ilana Katz Sand, autora principal del estudio y doctora de la Facultad de Medicina Icahn del Mount Sinai, en Nueva York.
«Las dificultades cognitivas son muy comunes en la EM y suelen empeorar con el tiempo, incluso con el tratamiento con terapias modificadoras de la enfermedad», aseguró.
Según esta facultativa, quien también es miembro de la Academia Estadounidense de Neurología, por cierto, «las personas que padecen EM están muy interesadas en saber cómo pueden ser proactivas desde el punto de vista del estilo de vida, para ayudar a mejorar sus resultados».
Después de puntuar las diferentes respuestas dadas en el cuestionario, el equipo de científicos involucrados en el trabajo optó por separar a los participantes, dividiéndolos en cuatro grupos dependiendo de sus puntuaciones ante la dieta mediterránea. Por lo visto, la diferencia entre el grupo más bajo frente al grupo más alto fue notable, con puntuaciones de cero a cuatro en el primer caso, y de nueve o más, en el segundo.
Asimismo, los investigadores instaron a los participantes a completar tres pruebas diseñadas exprofeso, a fin de evaluar la capacidad de pensamiento y memoria de cada uno. De esta manera, el deterioro cognitivo acabó definiéndose con una puntuación inferior al quinto percentil, al menos en dos o tres de las pruebas realizadas, reflejando así que el 19 por ciento de los participantes (108 de ellos, para ser exactos), presentaban deterioro cognitivo.
Dieta mediterránea, un posible soldado contra la esclerosis múltiple
Haciendo todo esto, Ilana Katz Sand y su equipo se percataron de que los más fieles a la dieta mediterránea entre los pacientes con esclerosis múltiple se enfrentaban a un 20 por ciento menos de riesgo de acabar desarrollando deterioro cognitivo, en comparación con los afectados de EM que no seguían la dieta tan de cerca.
Por el contrario, 43 de las 133 personas incluidas en el grupo con menor puntuación en la dieta mediterránea presentaban deterioro cognitivo; es decir, el 34 por ciento. Un dato que resulta aún más llamativo al encararlo con el 3 por ciento del grupo con mayor puntuación, dicho sea de paso, siendo apenas 13 personas en un total de 103.
Ahora bien; según confirmaron los investigadores, esta relación era mayor entre los aquejados de EM progresiva, colectivo señalado por presentar una degeneración mayor y un empeoramiento constante de su enfermedad, en comparación sobre todo con las personas que padecen EM recurrente, reconocible porque en ellos la patología se sufre en fases de brotes, para luego entrar en periodos de remisión.
En este sentido, Katz Sand detalló que los resultados fueron los mismos cuando ella y sus científicos ajustaron rigurosamente a la investigación otros factores que podrían afectar al riesgo de padecer deterioro cognitivo, véase el ejercicio y el tabaquismo, la hipertensión arterial y el índice de masa corporal, el nivel socioeconómico y etc.
En palabras de esta facultativa: «entre los factores relacionados con la salud, el nivel de alineación de la dieta con el patrón mediterráneo fue, con diferencia, el factor de predicción más potente de las puntuaciones cognitivas de las personas y de si cumplían los criterios del estudio para el deterioro cognitivo».
A su parecer, sin embargo, aún se necesitan estudios más prolongados que confirmen todos estos resultados; ensayos tan clínicos como científicos que hagan un seguimiento de las personas a lo largo del tiempo, amén de trabajos de intervención bien diseñados.