Se trata de un método científico con espermatozoides que abre la posibilidad de elegir a gusto el sexo del bebé, garantizando un éxito de hasta el 80 por ciento.
¿Niño o niña? Esa es la pregunta del millón que le hacen a todos los padres después de que anuncien que van a ser eso, padre o madre. Y es que el sexo del bebé siempre ha suscitado curiosidad e interés, aunque aún más lo ha hecho la posibilidad de poder escoger y decidir en el resultado final.
Del deseo a lo factible: la puerta que abre un ensayo clínico no aleatorizado
A caballo entre una decisión fundada en un deseo meramente personal o reforzada por argumentos médicos, escoger el sexo del bebé siempre ha sido un tema marcado por el deseo y la controversia; y eso por no hablar de las cuestiones éticas que suelen entrar en liza.
Ahora, un equipo de investigadores del Centro de Medicina reproductiva Ronald O. Perelman and Claudia Cohen, en Nueva York, Estados Unidos, ha probado una nueva técnica para seleccionar los espermatozoides antes incluso de la fecundación y, con ello, aumentar las posibilidades de que el embrión sea de un sexo u otro, dependiendo de la conveniencia de los padres. ¿El objetivo?
Determinar la seguridad y eficacia de dicha técnica de selección del sexo del esperma, cómo no, y hasta han acabado obteniendo una eficacia demostrada que ronda el 80 por ciento, tal y como aseguran los propios autores en un artículo divulgativo de la especializada revista ‘Plos One’.
El método, para ser exactos, tiene a Gianpiero D. Palermo como autor principal, investigador que se ha hecho dar a conocer como uno de los pioneros del descubrimiento del ICSI, la microinyección espermática, dejando así a Stephanie Cheung, Rony Elias, Philip Xie y a Zev Rosenwaks como científicos igualmente importantes y colaborativos del ensayo.
De los datos y conclusiones del ensayo se deduce, no obstante, que la selección de espermatozoides es más aceptable éticamente que la selección de embriones, al menos si se emplea el PGT-A, el diagnóstico genético preimplantacional que no afecta a la carga genética del embrión.
«Proponemos una nueva técnica de selección del sexo del esperma (SST) que se muestra segura y efectiva», y así lo expusieron los autores en la publicación que difunde su trabajo.
«Aunque éticamente discutible, expresar una preferencia sexual por la descendencia resulta popular entre las parejas y no se limita a aquellas que se someten a un tratamiento de infertilidad», aseguraron.
Cabe añadir, en este punto, que Estados Unidos es uno de los pocos países que actualmente permiten la práctica de este tipo de procedimientos seleccionables; en contraposición a España, mismamente, donde están prohibidos, con la única excepción de esos casos de prevención de enfermedades ligadas a cromosomas sexuales.
En opinión de los investigadores que han desarrollado esta técnica, «el enriquecimiento sexual espermático, dentro de un protocolo de PGT-A, permite la selección de embriones para el sexo deseado. Nuestro método de selección de sexo no aumenta la proporción de embriones aneuploides adicionales [con anomalías cromosómicas]. Por lo tanto, puede considerarse extremadamente seguro, así como eficiente, económico y éticamente aceptable».
De la embrionaria selección del bebé a la novedad técnica y científica
Por su parte, Rocío Núñez Calonge, embrióloga y directora científica del Grupo Internacional UR, aclara que la novedad de este método en cuestión «se encuentra en realizar dos grupos utilizando PGT-A para estudiar anomalías cromosómicas de los embriones resultantes, y en uno de los dos grupos emplear la técnica de selección de espermatozoides que ellos proponen. De esta forma, comparan entre los dos grupos si la técnica de selección de espermatozoides para un sexo determinado es útil y segura y no se encuentran más anomalías cromosómicas tras su uso».
Según explica Núñez Calonge, quien no estuvo involucrada en el proyecto, pero sí ejerce también como profesora en el Máster de Reproducción de la Universidad Complutense y de la Sociedad Española de Fertilidad, «los autores del trabajo proponen que esta técnica pudiera utilizarse tanto para parejas que quieren seleccionar el sexo del bebé por deseo personal como por motivos médicos cuando existe una enfermedad ligada al sexo, y que eso sería más ético que emplear PGT».
Por todo esto, «desde un punto de vista meramente médico, el empleo de esta técnica cuando existen enfermedades ligadas al sexo (como por ejemplo la hemofilia), no sería adecuado, ya que un 80% de probabilidades deja a la pareja un 20% de posibilidades de que el bebé no sea del sexo escogido, dando lugar a una persona con la enfermedad. Sin embargo, si la selección es únicamente por motivos personales, este margen de error sería asumible».
Ahora bien ¿en qué flojea la técnica que propone Palermo y su equipo? Existe un escollo que limita esta nueva metodología de selección del sexo del bebé, y los autores son los primeros en admitirla. Y es que la propuesta impide conocer qué embrión tiene qué sexo.
«No se sabe cuál es el sexo del embrión que se escoge para transferir», admitieron. «Puede ocurrir que, entre varios embriones obtenidos, aunque la mayoría sean del sexo que se ha querido obtener, se escoja el incorrecto».
¿Qué ocurriría entonces? Con el punto de vista ético en la mano, «¿qué ocurre con el resto de los embriones que no se eligen? ¿Cuál sería el destino de estos?», eso es lo que cabría preguntarse, en opinión de la embrióloga.
A su parecer, el empleo de la técnica propuesta por el equipo de Palermo «puede resultar muy útil en los centros de reproducción asistida, ya que es muy sencilla (prácticamente igual a lo que habitualmente se realiza para la preparación de semen en los laboratorios); y puede facilitar a las parejas que lo deseen aumentar la probabilidad de obtener un niño del sexo deseado». En este sentido, Núñez Calonge matiza que «solo se trata de un aumento de esa probabilidad», por lo que «habría que informarles bien de antemano y no ofrecer certezas» a los padres.