Con motivo del día mundial de la toma de conciencia del abuso y maltrato a la vejez promovido por la ONU a las personas mayores; una de las formas más desconocidas y abusivas en este siglo, la Plataforma de Organizaciones y Usuarios de Residencias y la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores (Pladigmare) han contado con el apoyo de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), que ha llamado a secundar ambas protestas.
La primera de ellas ha sido en la plaza de Castilla justo cuando el exconsejero de la Comunidad de Madrid, Alberto Reyero, junto a Carlos Mur y Yolanda fuentes declaraban en los juzgados. La segunda ha sido por la tarde ante la sede de la Consejería de Juventud y política social, dado que según todos los convocantes se dieron todos los requistos para que en las residencias se siga produciendo lo que hoy denominan maltrato institucional.
En el comunicado que han leído reza lo siguiente: «es necesario y urgente» trabajo «de sensibilización e implicación social» sobre problemas como el maltrato en las residencias, el edadismo, la soledad no deseada o la falta de participación de las personas mayores en las políticas públicas. Determinadas modalidades de malos tratos físicos y psíquicos son fácilmente identificables y, en muchos casos, muy conocidas. Baste recordar las denuncias habidas en algunas residencias de nuestro entorno o, como no, el trato dado en estos mismos lugares durante la pandemia a las personas que no tenían cobertura sanitaria privada. Sin olvidar, desde luego, los casos más difícilmente identificables que se pueden dar en el ámbito privado».
La FRAVM ha recalcado que es responsabilidad nuestra y de todas las administraciones públicas acabar con las situaciones que denigran a todos los ancianos y por ello es necesario un gran trabajo de sensibilización e implicación social en estos problemas.
«La soledad que viven muchas personas mayores y el escaso apoyo social que reciben; el edadismo o minusvaloración de las personas mayores que deriva en su discriminación social; o la falta de enfoque intergeneracional en la mayoría de actividades o espacios que las administraciones destinan a las y los mayores, que los aíslan y facilitan su segregación como colectivo».