La reforma de las pensiones ha unido de nuevo al Gobierno con sus socios pero se atisba un horizonte poco halagüeño dado que Bruselas considera que en tres años habrá que revisarlas de nuevo.
Esto supondrá que la patata caliente pasará a los siguientes que gobiernen en España, que en tres años tendrá más jubilados aún y tendrán que proceder a hacer más reformas.
Entonces habrá más recortes y se disparará el gasto pero eso no importa ahora. Esta reforma realmente no pasa por retrasar la edad de jubilación que ya estaba en 67 años ni tampoco en aumentar las cotizaciones, una circunstancia que ya sucede. La historia de Escrivá se traduce en un disparo del gasto, una subida de impuestos y pocos ingresos por cotizaciones lo que de nuevo explica la situación caótica de la economía española y de las pensiones en particular.
En otro orden de cosas, la Comisión Europea ha considerado que el Ejecutivo no cumple con el objetivo de sostenibilidad del sistema a largo plazo comprometido por España en el famoso plan de recuperación y por ello, la UE podría recortar la entrega de diez mil millones correspondiente al cuarto plazo de los fondos Next Generation porque brilla por su ausencia la anterior.
La realidad es que habrá más jubilados y más pensionistas por ello y mientras esta reforma se centra en aumentar las cotizaciones de los que más ganan, tendrán también mejores pensiones por ello, mientras que habrá que señalar una cuota solidaria para los que no lleguen, que serán la mayoría. El gasto en pensiones seguirá incrementándose a un ritmo superior a los impuestos y las pensiones contributivas, no contributivas y de clases pasivas habrá alcanzado un desequilibrio de cerca de cuarenta mil millones en veinte años lo que hará inviable el sistema de pensiones.
El partido popular de Feijóo amparado por la patronal rechaza el modelo de Escrivá y prevé el futuro si le toca a él, algo insostenible si hablamos del sistema de pensiones que considera que tendrá que ajustarse de nuevo en dos años.