Existen más de seiscientas enfermedades neurológicas, actualmente, y todas afectan al sistema nervioso central de quien la sufre, tanto a nivel físico como cognitivo.

Problemas de memoria, alteraciones del habla, dificultades respiratorias, complicaciones en la deglución, inicio de demencias, pérdida de habilidades cerebrales, éstas pueden ser las consecuencias y síntomas de las enfermedades neurológicas y psiquiátricas que son muchas y muy variadas.

Aunque algunas de ellas son congénitas, debido a las alteraciones genéticas de nacimiento no son pocas las que se presentan durante la edad adulta, empujan a sus convivientes a una degeneración progresiva.

Hablamos de patologías que suelen empezar a desarrollarse entre los 30 y los 50 años, según esta entidad sanitaria, habiendo otras cuyo despertar está más vinculado al envejecimiento y, por tanto, suelen afectar más a aquellos mayores de 65 años, tal y como sucede con el Alzhéimer, el Párkinson y otras demencias de origen vascular.

Ahora bien, ¿sabía que las posibilidades de padecer algunas de las enfermedades neurológicas y psiquiátricas aumentan hasta dos años tras sufrir la covid-19? O eso mismo ha afirmado un reciente estudio observacional, aplicado sobre 1,25 millones de participantes.

Un riesgo al que el tiempo, lejos de hacerlo desaparecer, le da alas y peligro

Los resultados del estudio, publicados por cierto en la revista The Lancet Psychiatry’, exponen los registros sanitarios de 1,25 millones de pacientes, repartiéndolos en los datos de 14 tipos de diagnósticos, indicando cómo ciertas enfermedades neurológicas y psiquiátricas, de la talla de la psicosis, la demencia y las convulsiones, mantienen su incremento incluso dos años después de haber pasado el virus SARS-CoV-2, sobre todo si se las compara con otros contagios asociados con la respiración.

Por lo visto, el aumento que el coronavirus le ha azuzado a estas enfermedades neurológicas también ha afectado a ciertas patologías psiquiátricas, como es el caso de la ansiedad y la depresión, por ejemplo, ya que ambas llegan a durar menos de dos meses al presentarse ante adultos… antes de volver a tasas similares y comparables a las que presentan otras infecciones respiratorias.

Tras realizar un estudio observacional anterior, donde indicaron que quienes sobreviven a la covid-19 tienen un mayor riesgo de padecer varias enfermedades neurológicas y mentales en algún momento de los primeros seis meses posteriores a la afección, el mismo equipo de investigadores ha optado por hacer una indagación más prolongada en el tiempo, brindando datos a gran escala que examinan la exposición a tales diagnósticos.

Así, el trabajo no solo reafirma la evidencia señalizada en numerosos estudios anteriores sobre el riesgo a padecer enfermedades neurológicas y psiquiátricas al que se exponen quienes logran superar con éxito la infección del virus corona, que también; sino que además examina el riesgo que tienen los niños de padecer este tipo de afecciones tras la infección por Covid-19, evaluando en el proceso el modo en que las nuevas cepas y variantes van cambiando esta tasa de exposición.

«Además de confirmar los hallazgos anteriores de que la covid puede aumentar el riesgo de padecer algunas afecciones neurológicas y psiquiátricas en los primeros seis meses tras la infección, este estudio sugiere que algunos de estos mayores riesgos pueden durar al menos dos años», tal y como señaló Paul Harrison, autor principal del trabajo y profesor de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.

Separando las enfermedades neurológicas en catorce tipos de diagnósticos

A lo largo de su elaboración, los investigadores pusieron bajo foco de estudio los datos correspondientes a catorce diagnósticos psiquiátricos y neurológicos, procedentes mayoritariamente de registros sanitarios electrónicos de EEUU, y vigilados durante dos años.

En total se examinaron a 1.284.437 personas confirmadas por la enfermedad del SARS-CoV-2 desde el 20 de enero de 2020; de entre ellas, 185.748 eran menores de 18 años, 856.588 eran adultos de entre 18 y 64 años, y 242.101 dieron el perfil como adultos mayores de 65. Un muestreo que se emparejó, en número y nivel de colaboración, con otra tropa de pacientes afectados de otra infección respiratoria, esgrimiéndolos como grupo de control.

A fin de investigar los diferentes impactos causados por Alfa, Delta y Ómicron en el riesgo de diagnósticos psiquiátricos y neurológicos, los científicos involucrados en el trabajo también compararon los registros de los aquejados por la covid-19 a lo largo de las diversas olas que marcaron el periodo de la pandemia.

En este sentido, encararon a quienes tuvieron un primer diagnóstico de coronavirus cuando la variante que sufrían era predominante, con otro grupo de control que recibieron su primer diagnóstico justo en el periodo de que esa variante en cuestión apareciese, contando para ello con el mismo número de individuos participantes.

«Los resultados tienen importantes implicaciones para los pacientes y los servicios sanitarios, ya que sugieren que es probable que se produzcan nuevos casos de afecciones neurológicas relacionadas con la infección por la covid-19 durante un tiempo considerable después de que la pandemia haya remitido», observó el facultativo Harrison en el artículo que divulga su observación hecho ensayo. «Nuestro trabajo también pone de manifiesto la necesidad de realizar más investigaciones para entender por qué ocurre esto después de la covid, y qué se puede hacer para prevenir o tratar estas afecciones».

Cuando la depresión y la ansiedad no languidecen

El estudio reveló, asimismo, que el riesgo de tener un diagnóstico de depresión o ansiedad aumentaba inicialmente tras la infección por SARS-CoV-2 al tratarse de personas adultas, si bien el mismo índice descendió a cuotas normales mostradas ante otras infecciones respiratorias al ponerlas en un paradigma de tiempo relativamente corto. Un riesgo de diagnóstico que seguía siendo alto en el caso de las afecciones neurológicas y de salud mental como la depresión y la ansiedad, incluso al final de los dos años de seguimiento.

Una probabilidad de padecer enfermedades neurológicas y psiquiátricas después de la covid-19 que, en el caso de los niños, sin embargo, fue menor que el mostrado por los adultos, mayoritariamente.

Los datos extraídos por los investigadores recogen, de hecho, que este colectivo menor de edad no tuvo mayor riesgo de ansiedad o depresión que los niños que tuvieron otras infecciones respiratorias. ¿La pega? Que fueron más propensos a ser diagnosticados con algunas condiciones neurológicas y psiquiátricas durante los dos años siguientes a la infección, desde convulsiones hasta trastornos psicóticos.

«Nuestros hallazgos arrojan nueva luz sobre las consecuencias a largo plazo para la salud mental y cerebral de las personas tras la infección por la covid-19», aseguró al respecto de todos estos resultados Max Taquet, miembro de la Universidad de Oxford, y doctor director de los análisis aportados.

«Es una buena noticia que el mayor riesgo de diagnósticos de depresión y ansiedad después de la infección sea relativamente efímero y que no haya un aumento del riesgo de estos diagnósticos en los niños», aseguró el facultativo, abundando a renglón siguiente que, «sin embargo, es preocupante que algunas otras afecciones, como la demencia y las convulsiones, sigan diagnosticándose con mayor frecuencia después de la infección por covid, incluso dos años después».

A juzgar por lo que reflexionó este experto, «la aparición de la variante delta se asoció a un aumento del riesgo de varias afecciones; sin embargo, es importante señalar que el riesgo global de estas afecciones sigue siendo bajo. Con Ómicron como variante dominante, aunque vemos síntomas mucho más leves directamente después de la infección, se observan tasas similares de diagnósticos neurológicos y psiquiátricos que con delta; lo que sugiere que la carga para el sistema sanitario puede continuar incluso con variantes que son menos graves en otros aspectos».

Subrayando la necesidad de darle más recursos y apoyo a los sanitarios de las enfermedades neurológicas y psiquiátricas

Dado que este estudio sugiere la muy alta probabilidad de que los nuevos casos de covid-19 conduzcan a un incremento relativamente breve del número de afecciones vinculados a la ansiedad y al estado de ánimo, los investigadores utilizaron sus resultados para respaldar su petición de que las clínicas sanitarias reciban más apoyo y colaboración, igual que las políticas de salud pública.

Y más cuando este muy alto número de posibles afectados exige que los profesionales de la salud mental estén aún más y mejor preparados y dotados de buenos recursos en el futuro, permaneciendo alerta ante el posible despertar de estas afecciones diferidas. Y teniendo en cuenta además las limitaciones del propio estudio, que no analizó la gravedad ni la duración de cada afección, e infravaloró los casos asintomáticos y auto diagnosticados.

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