Libros: «Palabras perdidas» de Ricardo Rodríguez de Río

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De alguna manera, el poemario «Palabras perdidas» ( oléLibros, 2021) de Ricardo Rodríguez del Río se convierte en un libro de plegarias de un peregrino cuyos únicos enseres son «Una maleta desportillada y sueños sin estrenar».

Un conjunto de oraciones laicas de quien está solo: «No entiendo la lengua de los héroes», dice en un momento dado; «Yo no comparto el fragoso idioma de mis vecinos», no duda en recalcar en otro momento.

El yo poético de Rodríguez del Río recorre una tierra baldía («El infierno ascendió a nuestra tierra / Todos, todos éramos extranjeros») desde la que clama huir de su soledad: «te hablo / te estoy hablando / te hablarán». Es un peregrino que no se va a rendir en su andar. Sabe de y desde dónde viene: «la niñez es otra forma de contemplar la eternidad» y sabe adónde va: «A reunirnos con quienes crecimos juntos».

No, no es un camino fácil; «tuvimos que aprender a mirar de otro modo» dice el poeta peregrino pero, a la vez, lo recorre lleno de entusiasmo: hay mucho de fervor y rugir waltwhitmaniano en estas gavillas de versos henchidos y esperanzados («…si el mundo supiera / que es posible la alegría / y que no paga precio el cielo/ bien podría resquebrajar sus cimientos / el ensordecedor, inesperado y retumbante / trueno de una carcajada») con los que Ricardo Rodríguez del Río teje este poemario.

Este oleaje de versos se empezó y acabó de fluir antes de que la pandemia asolase el mundo y ya, premonitoriamente, el Poeta, con la mano tendida, pedía, rogaba, compasión. ¡Qué poco sabía entonces que la necesitaría más que nadie, más que nadie, al serle arrebatada, en silencio y en la distancia, su querida madre!

A ella dedica la elegía «Las palabras debidas», piedra clave de esta bóveda de poema, son versos diáfanos y limpios que dan sentido al resto al resto de este desgarrador, honrado y esperanzado libro que deja al lector tan desarmado como conmovido, como solo puede estarlo quien se enfrenta a un autor que se ha quitado la máscara y la ha dejado tirada en el suelo, sin volver la vista atrás.

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