A la reforma de las pensiones le quedan unos flecos y será referencia en la Unión Europea dice nuestro flamante ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Escrivá.

Lo cierto es que los pensionistas que son los últimos de la fila a la hora de partir la tarta, esperan a que la tan esperada reforma cale, según sigue apostillando su señoría y cierren de una vez el proceso.

Entretanto suenan los ‘palabros’ de los fondos Next Generation porque decir siguiente generación no llega y seguimos con la cantinela del plan de recuperación y resiliencia que ciertamente es lo único que tienen los que él llama, «nuestros mayores».

La cuestión anda entre el cuarto desembolso de los fondos anticrisis comunitarios y la adecuación del periodo de cómputo para el cálculo además de la sustitución del factor de sostenibilidad por un mecanismo de equidad intergeneracional. Total, que los flecos mantienen en vilo a la sociedad mayor, la que levantó España con su esfuerzo y vive por debajo del salario mínimo porque para ellos nunca hay.

En el fondo de la cazuela se encuentran los cotizantes a los que se les exprime con impuestos y cuyos salarios cada vez son más bajos en proporción con la inflación que no solo no baja sino que ha hecho que a pesar de la bajada del IVA anunciada por Calviño, comprar tres cosas sean cincuenta euros. Subirán las cotizaciones más y seguiremos exprimiendo a los 18 millones de personas que mantienen este país.

Ahí se incluyen los vividores que durante cuatro, ocho o los años que sean ya han hecho acopio de bienes para vivir sine die. Y mientras eso pasa, nosotros metemos una papeleta en un sobre y votamos sin mirar a quién.

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